TEENAGE FANCLUB DISCOGRAFÍA

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


 

TEENAGE FANCLUB (Discografía)

 

Melodías desde el Norte de Gran Bretaña

 

        Con motivo de la edición de su último disco, Man-Made, hacemos un repaso por la discografía de una de las bandas más importantes de los tres últimos lustros, los escoceses Teenage Fanclub.

 

 

A Catholic Education (Paperhouse / Matador, 1990)

 

 

El debut del grupo le debe más al rock alternativo americano del momento que al power-pop que se convertiría en la marca de la casa. Aquí hay más de Sonic Youth -de quienes se harían grandes amigos-, Hüsker Dü, Dinosaur Jr. o del Neil Young más eléctrico que de Big Star, por poner un ejemplo. Sin embargo, las melodías comenzaban a estar ahí, cubiertas por marañas de guitarras y una producción sucia. “Everything Flows” es su primera gran canción, en un disco en el que Norman Blake se erige como el principal compositor -curiosamente acreditado como Morman Blake-. El álbum, según cuenta el grupo, se financió con la venta de una lavadora y un frigorífico que la vecina de Raymond le dejó en su testamento.


The King (Creation / Matador, 1991)

 

 

El disco que todo el mundo ignora, en buena parte debido a que fue descatalogado nada más editarse, por lo que parece que el grupo tampoco se lo tomó muy en serio. Fue grabado al mismo tiempo que Bandwagonesque, aunque en mucho menos tiempo, con el objetivo de finiquitar el contrato que los ataba con Matador en América. Sus siete instrumentales serían la respuesta del grupo a la presunta dulcificación del sonido del álbum que grabaron al mismo tiempo. No obstante, para que quedase claro que su amor por las melodías no se había quedado por el camino, incluyeron también una versión de “Like A Virgin” de Madonna y de “Interstellar Overdrive” de Pink Floyd. No pasa de ser anecdótico o, mejor aún, de puente entre el sonido de su debut y el que les acompañaría a partir de Bandwagonesque.


Bandwagonesque (Creation / Geffen, 1991)

 

 

         Paradójicamente, cuanto más se alejan de Nirvana, más próximos se sienten. Hay menos deudas con el rock underground estadounidense y aparece la luz en sus canciones, con Big Star como el gran referente -y otros artistas con la B en sus iniciales: The Byrds, The Beach Boys, The Beatles, Burt Bacharach, The Band, Badfinger-. La respuesta crítica en su momento fue similar a la de Nevermind. La gira posterior con el grupo de Kurt Cobain y la coincidencia de símbolos materialistas en las portadas no va más allá: su sonido ya sigue caminos divergentes. Don Fleming, el productor, los convenció para centrarse en las voces, así que las guitarras suenan menos saturadas. Tal vez sea la cima del power-pop de los 90 y la de Gerard Love (él aporta “December”, “Is This Music”·, “Guiding Star” y “Star Sign”). Para el recuerdo la frase que abre el disco: “Viste de cuero adondequiera que va, dice que va a comprar un disco de Status Quo”. Ni ellos mismos se toman tan en serio, a pesar de haber parido un clásico instantáneo.


 

Thirteen (Creation / Geffen, 1993)

 

 

         Tras Bandwagonesque había hambre de canciones del grupo. Escuchado sin ningún antecedente sobre sus autores, no deja de ser un buen disco, como grandes momentos como “Norman 3”, “Commercial Alternative”, “Gene Clark”, “Radio”, “120 Mins”, “Hang On”… En cuanto al sonido, por un lado intentan darle una orientación más rock y, por otro, utilizan más teclados que nunca, violines, cellos, flautas… Sin embargo, no todo resulta como debiera: tras seis meses de grabación, el grupo no disimula al hablar del laborioso proceso y de lo que les ha costado darle forma. En consecuencia, el disco es acogido con mayor frialdad. No es de extrañar, porque superar a su antecesor no estaba al alcance de casi nadie. Las primeras copias incluían seis canciones extra no acreditadas, entre ellas versiones de Phil Ochs y The Flying Burrito Brothers.

 


Deep Fried Fanclub (Paperhouse, 1995)

 

 

         Paperhouse intentó rentabilizar su inversión del pasado en Teenage Fanclub -les ofrecieron su primer contrato nada más formarse-, editando esta colección de canciones grabadas mientras estaban con el sello en 1990, al que añadieron su single para la compañía K de 1992. Aquí están los singles “Everything Flows”, “God Knows It’s True”, varias caras B interesantes para quienes busquen tenerlo todo del grupo y distintas versiones: “The Ballad Of John And Yoko” (The Beatles), “Don’t Cry No Tears” (Neil Young), “Free Again” (Alex Chilton) y “Bad Seed” (Beat Happening). No pasa de ser una curiosidad. La futura colección de caras B mucho más completa que el grupo nos debe será más apetitosa.

 


Grand Prix (Creation / Geffen, 1995)

 

 

         Se impone la democracia en el seno del grupo y a uno le quedan ganas de asegurar que se trata del sistema político perfecto tras escuchar Grand Prix. Para ellos es su mejor álbum, y se podría decir que el referente de todas las grabaciones de la banda, ése que sirve para medir a todos sus otros discos. Si hasta ahora el compositor más celebrado del grupo había sido Norman Blake, Gerard Love y Raymond McGinley se sitúan a su altura. Tanto el sonido como sus emociones se calman para abrazar sus influencias y recrearlas con tino (“About You” remite a The Beatles, “Neil Jung” a Alex Chilton, “Sparky’s Dream” a The Byrds), incluyendo canciones más lentas ausentes hasta el momento de su repertorio como “Tears” o “Say No”. Aún hoy sigue siendo el centro de sus actuaciones. El álbum pop perfecto, que debería ser el rasero por el que todos midieran la palabra pop.

 


Songs From Northern Britain (Creation-Sony, 1997)

 

 

         Tras la reinterpretación acústica de cuatro de sus canciones en el EP Teenage Fanclub Have Lost It (“Don’t Look Back”, “Everything Flows”, “Starsign” y “120 Mins.”) el grupo registra su siguiente álbum. Si la fórmula había salido bien en su anterior disco, valía la pena repetirla. De nuevo con David Bianco en los controles, el disco toma también el modelo acústico del EP para gran parte de sus canciones, con una participación destacada de los teclados. De nuevo se repite el reparto de cuatro canciones por cada uno de los tres compositores, incluyendo parte de las favoritas de la banda y de sus seguidores: “Start Again”, “Ain’t That Enough”, “Can’t Feel My Soul”, “Take The Long Way Round”, “Winter”, “I Don’t Care”… Nada mejor para una soleada tarde de otoño. Junto a Bandwagonesque y Gran Prix, el tercer disco que todo amante del pop debería tener.

 


Howdy! (Columbia-Sony, 2000)

 

 

         El modelo ha cuajado definitivamente y ya sólo queda trabajarlo. Cuatro canciones por cada uno de los tres. Guitarras acústicas y eléctricas casi a partes iguales. Armonías vocales. Melodías. Estribillos. Aquí, además de unos arreglos más ambiciosos, es McGinley el que parece haber mejorado con los años, aportando “The Sun Shines From You”, “I Can’t Find My Way Home”, “Hapiness” y “My Uptight Life”, aunque Gerard Love aporta gemas como “Near You”, “I Need Direction” y “The Town And The City”. Norman Blake no consigue igualar sus logros del pasado. Para cualquier grupo sería un gran disco, pero para Teenage Fanclub se queda por debajo de su trilogía de discos mágicos ya citados.

 

 

Words Of Wisdom And Hope (Geographic / Alternative Tentacles, 2002)

 

 

         Cuando ya parecía que la fórmula no daba más de sí, Teenage Fanclub se descuelga con un disco distinto, el más atípico de su discografía. No es que no tenga nada que ver con el resto de su obra, pero el canon al que nos habían acostumbrado se rompe en este álbum. Evidentemente, hay que contar con que el disco fue grabado a medias con Jad Fair, componente de Half Japanese (y padre de Simon Fair Timony, un niño que, a sus once años, era uno de los mejores amigos de Kurt Cobain, a quien le dedicó “I Love You Anyway” con su grupo The Stinky Puffs, tal vez el homenaje más emotivo al líder de Nirvana). O sea, un álbum a medio camino entre el sonido independiente del americano y el pop de los escoceses. Para algunos podría ser algo así como el regreso del grupo a los días de A Catholic Education, lo que es lo mismo que decir que faltan melodías que enganchen.

 


Four Thousand Seven Hundred And Sixty-Six Seconds: A Shor Cut To Teenage Fanclub (Columbia-Sony, 2002)

 

 

         El disco que sirvió para poner fin a su relación con la multinacional Sony y con una portada que parece sacada de los mejores tiempos del rock sinfónico. Con decir que éste es el único recopilatorio del grupo hasta el momento, estaría todo dicho. Perfecto para quienes quieren iniciarse en el mundo de Teenage Fanclub. Además, al estar recogidas casi todas sus grandes canciones y singles, se puede asegurar sin la más mínima duda que es un disco pop perfecto. Como jugada comercial, incluía tres canciones nuevas, cómo no, una por cada uno de los tres compositores: “The World’ll Be OK” de McGinley, “Empty Space” de Love y “Did I Say” de Blake.

 


Man-Made (PeMa, 2005)

 

 

         Cinco años después de su último disco en estudio, Teenage Fanclub regresan con un nuevo álbum editado en su propio sello discográfico, PeMa. Ya no se deben a nadie ni a nada, ya gozan de la condición de clásicos, ya saben que interpretan a la perfección su libro de estilo, así que sólo queda revestirlo de alguna otra forma. Por eso deciden contar con el productor John McEntire, de forma que el interés, una vez conseguidas las melodías y las armonías, se centre en los arreglos. Por ahí parece que puede estar la única vía de evolución del grupo. Tras cinco años de ausencia, sus canciones se aprecian de nuevo, y hay varias que se pueden sumar a lo mejor de su repertorio sin desmerecer. Lo mejor de todo es que éstas cambian de un día para otro, así que aún se pueden esperar más melodías exquisitas desde el Norte de Gran Bretaña.

 

Xavier Valiño
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