SMASHING PUMPKINS

Smashing Pumpkins, flores secas

 

            ¿Hay vida después del grunge? Para algunos todo acabó con la desaparición de Kurt Cobain, quien dejó detrás de él gran parte de sus mejores momentos. Ahora es el momento de descubrir todo lo que había tras aquella novedosa cortina de humo. Unos intentan perpetuar un estilo, repitiéndose con más o menos dignidad (Mudhoney, Candlebox). Algunos se reconvierten hacia sonidos más duros (Soundgarden). Y otros, los pocos, evolucionan dentro de una personalidad bastante definida.

 

            Ahí es donde entra Billy Corgan, el genio de Chicago. Su testamento musical bien podría llamarse Mellon Collie And The Infinite Sadness (Melancolía y la infinita tristeza, en un desafortunado juego de palabras). Con él podría darse por satisfecho, ya que le ha asegurado su lugar en el olimpo del rock. No es el principio ni el final. Su banda, Smashing Pumpkins tienen detrás Gish (91), Siamese Dream (93) y la recopilación de caras B y rarezas Pisces Iscariot (94). Y por delante…

 

            Todo, si no fuera por que parece haberse dejado hasta la piel en este nuevo disco. Sus dos horas parecen el compendio de una vida entera, y van de las más hermosas baladas -hay una buena colección como «Galapogos» o «Farewell And Goodnight», suficientes para completar un álbum sólo- a la más fiera descarga del punk más visceral -«Zero», «Tales Of A Scorched Earth»-, dividido en dos partes con títulos tan definitivos como ‘Del amanecer al  anochecer’ y ‘Del crepúsculo al alba’.

 

            Quién sabe si se trata de un disco conceptual, dónde se encuentra el nexo entre las canciones -¿el eterno sentimiento de tristeza y rebeldía, tal vez?- y lo que todo ello significa. Lo único claro es que se trata de una obra compleja con la que Billy Corgan completa su formación y con la que, en el mismo tiempo que Kurt Cobain dio luz a toda su obra, se coloca cerca de su listón, con la única diferencia de que está vivo para continuar. Siempre que la intensidad de este Mellon Collie And The Infinite Sadness haya dejado algo dentro y se lo permita.

Xavier Valiño

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