SING STREET

Sing Street

 John Carney (Vertigo)

 

Curioso que en una película eminentemente musical no haya nada de sexo, drogas y escaso rock’n’roll: solo al principio suena Motörhead, y lo siguiente, ya sería The Jam o The Cure. Más aún si uno de los personajes principales proclama que “Ninguna mujer puede querer a un hombre que escuche a Phil Collins” para, a continuación, alabar los méritos musicales de Duran Duran o Spandau Ballet.

 

Resulta también extraño sabiendo que la película tiene bastante relación con la vida real del director John Carney, músico como sus protagonistas en el Dublín de mediados de los 80, y que formo parte después del grupo The Frames (junto a Glen Hansard, protagonista de Once). Si acaso, y ahí radica su poder de convicción, cabe entender esta fantasía cómica como la representación del poder de la música para escapar de la dura realidad, en este caso el conservadurismo católico y la crisis económica de aquellos años.

 

Como en sus dos películas más celebradas, Once y Begin Again, Sign Street triunfa al recrear la experiencia de componer en común, la búsqueda de la identidad personal en la adolescencia y el amor fraternal representado por ese hermano mayor que todos quisiéramos tener y que es al final más decisivo que la mujer que ha impulsado la creación de la banda que da título al film. De hecho, la dedicatoria final dice “Para todos los hermanos del mundo”. ¿No habíamos dicho que era autobiográfica?

 

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