SAM SPARRO 2008

Sam Sparro, camino de las estrellas

 

Lo primero que llama la atención es su voz: el poder vocal que tiene para desafiar escalas, llegando a los tonos más bajos, sensuales y lentos. Pero también tiene soul y, sobre todo, sabe cómo hacer bailar. Sam Sparro posee, además, un don innato para las melodías y reconoce un estribillo poderoso en cuanto lo oye. No hay más que escuchar un single como “Black And Gold” para comprobarlo y saber por qué su primer disco homónimo es un éxito planetario.

 

Su disco suena a algo nuevo y, a la vez, no deja de ser algo del gusto de una gran mayoría. “Pensé que nadie me entendería. Pero, para mi sorpresa, no ha sido así”, dice de los cumplidos que le han hecho nombres influyentes en el mundo de la música de ahora como Mark Ronson, Pete Tong o Zane Lowe y miles de fans y seguidores de MySpace. Todos están subyugados por un sonido distintivo e inusual. Fusionando cantidad de influencias de varias épocas y géneros, Sam Sparro ha conseguido crear algo suyo de algún modo. Describirlo simplemente como electro-funk-soul-pop no le hace justicia.

 

No solamente compone, interpreta, produce y arregla todo su material, sino que tiene un estilo un tanto alocado, una mezcla del glam londinense con la sofisticación parisina. Continuando con su vena artística, diseña sus propias portadas, realiza divertidos videos entre bambalinas para YouTube y hace de DJ en fiestas en naves industriales. Y, por si fuera poco, recientemente ha lanzado un cinta con una selección de canciones, Songs Not Bombs, donde aparece de todo, desde sus propios temas a cortes de Snoop Dogg, Soul II Soul, The Gossip, Neneh Cherry, MIA o Visage. 

 

Su tatarabuelo era profesor de música y su abuelo -de Malta- es un trompetista profesional, que tocó, entre otros, con Frank Sinatra y Sammy Davis Jr. Su abuela sigue cantando y bailando, mientras que su padre, Chris Falson, es un conocido cantante de gospel. “Ya lo sé, oyes la palabra gospel y enseguida piensas en algo grande y ruidoso y por supuesto negro; pero mi padre está más en una zona folk del gospel”, se ríe. “Imagina a Bob Dylan cantando gospel, eso sería, más o menos”.

 

Nació en Sydney y creció en Los Ángeles, pero gran parte de sus influencias vienen de este lado del charco. Desde que era un crío escuchó a bandas como Soul II Soul, Kraftwerk, Grace Jones o Sade, además de éxitos europeos de baile como “Ride On Time”. “Pienso que de ahí tomé la forma de mi voz”, afirma. “Cantaba temas de Black Box, Whitney Houston y C&C Music Factory, y lentamente esa voz fue surgiendo”. Tras una breve carrera haciendo anuncios para McDonalds, Sam Sparro se unió al negocio familiar cantando cada vez que se le permitía. Cita el gospel como una de sus primeras influencias, aunque también se inclina por el house italiano y el soul británico.

 

 

Su capacidad vocal se desarrolló más cuando a los diez su familia se trasladó a Los Ángeles. Su padre estaba grabando un álbum de gospel y llevó a Sam a una iglesia de Tujunga para escuchar a los grandes cantantes del género. “Allí es donde conocí a la familia McCrary, increíbles vocalistas que han actuado con todo el mundo, desde Michael Jackson a Whitney Houston. Un día, mientras estaba de visita en casa de la familia McCrary, Chaka Khan vino a tomar el té. Alguien le hablo de un tema gospel como sugerencia para grabar una canción nueva y yo me ofrecí como voluntario para cantársela”. Chaka Khan, extraordinaria intérprete de soul, se quedó impactada con la voz de aquel chico blanco.

 

La semilla estaba plantada. Sam Sparro se dedicó a cantar, a salir de gira con un grupo gospel y a componer en su tiempo libre. “También ayudé a los McRary haciendo coros y preparando maquetas. Regresé a Sydney durante un tiempo y poco después me fui a Londres, una ciudad que me atraía desde muy joven”. Allí, pensó, encontraría fama y fortuna, así que continuó componiendo en su tiempo libre. Vivió la vida londinense, asistiendo a fiestas y a conciertos en Brixton, en el Soho y en el este de Londres, mezclándose con la escena musical británica.

 

Más adelante, tuvo que regresar a Los Ángeles de forma imprevista y aceptar un trabajo en una cafetería. En esos momentos bajos surgió el tema existencial “Black And Gold”. “Me sentía completamente perdido”, recuerda. “No sabía qué estaba haciendo. Hacía cappuccinos mientras pensaba que debería estar en un escenario cantando. Esa canción nació mientras miraba a las estrellas y me veía como un punto diminuto del infinito sistema solar”.

 

La vida empezó a cambiar cuando Sam descubrió una escena underground en Los Ángeles más parecida a Londres que Sunset Boulevard. Cuando su padre le mencionó que podía conseguirle un hueco en una noche en el apartamento de David Jay, de Bauhaus, no se lo pensó dos veces. La gente aparecía con comida y bebidas para escuchar nueva música de personas como Sam Sparro o Nightwatchmen, la banda de Tom Morello, de Rage Against The Machine.

 

En una de esas sesiones, Sam Sparro conoció a Jesse Rogo, de la etiqueta Modus Vivendi, quien, impresionado por sus versiones de Bill Withers y Chaka Khan, lo fichó para su sello. Hace un año aproximadamente, los dos lanzaron un EP para ver qué pasaba. Lo que consiguieron fue que sellos discográficos de todo el planeta empezaran a llamar para saber quién era Sam Sparro. De ahí a la edición de su primer disco, que llegaría al número 1 de las listas, sólo había un paso.

 

Y esto es sólo un anticipo de lo que está por llegar de esta mina de oro en potencia. “Soy un chico al que le gusta cantar y llevar ropa divertida, quiero reírme y que todo el mundo se anime”, comenta Sam. “Quiero que mi música saque a la gente de la rutina de sus vidas un rato y les haga sentirse felices y mejores de lo que son o creen que son, sea lo que fueren. El mundo no es tan extraordinario como crees que es. Si mi música puede hacerte olvidar tu trabajo estúpido o las facturas o los problemas con tu pareja durante media hora, con eso me basta”.

 

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