RODRIGUEZ

Rodríguez, volviendo de la realidad

 


Una de las historias más insólitas del rock underground de la década de los años 70, la historia de un oscuro LP de debut  de un  cantautor de Detroit llamado Rodríguez que se convirtió en una fuente de esperanza e inspiración para el movimiento anti-apartheid en Sudáfrica, es la base para una nueva película que hace reflexionar: Searching for Sugar Man.

 

La cinta se estrenó en Nueva York el pasado 24 de abril en el Festival de Cine de Tribeca y tuvo una excelente acogida en el Festival de Sundance. La película se estrena en Nueva York y Los Ángeles el 27 de julio y en otros países durante el mes de agosto. Al mismo tiempo se publica su banda sonora, que recopila canciones de Cold Fact y del siguiente LP de 1971, Coming From Reality, reeditados con éxito de crítica en 2008 y 2009, respectivamente.


Dirigida por Malik Bendjelloul, Searching for Sugar Man cuenta una historia que comienza con el lanzamiento del álbum debut de Rodríguez, Cold Fact, en 1970. En su revisión anual de las reediciones del año 2008, la revista Rolling Stone calificó el álbum como “un ejemplo notable del soul hippie de Michigan por parte de Sixto Díaz Rodríguez, cantante y compositor”.


Los productores de Detroit,  Dennis Coffey y Mike Theodore, descubrieron a Rodríguez a finales de los años 60 en un bar local y se quedaron impactados por sus composiciones dylanescas. Artista carismático y misterioso detrás de sus gafas de sol, Rodríguez había atraído un gran número de seguidores locales y era un verdadero héroe popular en el sentido más puro.


Cold Fact fue una fusión de funk duro con “lirismo de la calle y arreglos psicodélicos folk”, en palabras de Doug Freeman, del Austin Chronicle. El álbum está cargado políticamente con “letras de canciones de actualidad y arreglos drogatas de vanguardia” (Time Out New York) y fue considerado “rareza de folk-soul” (Filter) y “poesía lisérgica de la alcantarilla” (Spin).


 

Sin embargo, el disco no tuvo éxito comercial y a pesar de la publicación de un segundo LP, Rodríguez se perdió en la oscuridad. Los rumores sobre su destino se exageraron totalmente, yendo  desde informes sobre su depresión galopante a un suicidio horrible en el escenario, que incluía la auto-inmolación.


Mientras tanto, el LP había dado la vuelta al mundo hasta Sudáfrica, donde el gobierno represivo lo prohibió. Las copias fueron pirateadas y distribuidas, y Rodríguez se convirtió sin darse cuenta en la banda sonora de una emergente juventud africana, cuyo movimiento de resistencia adoptó Cold Fact como su grito de guerra. Durante las siguientes dos décadas, Rodríguez se convirtió en un nombre familiar en el país.


Las dos caras de la historia, la vida de Rodríguez en Detroit y el posterior impacto de su música en la era del apartheid, mucho antes de la liberación de Nelson Mandela, le resultaron fascinantes al director de documentales, Malik Bendjelloul, que vive en Estocolmo. Sus cortometrajes y documentales para Kobra, el programa semanal de cultura internacional de la televisión sueca, se convirtieron en la base de películas como Los hombres que miraban fijamente a las cabras (George Clooney) y La terminal (Tom Hanks).


“Yo me describiría como músico-político”, afirma Rodríguez. “Nací y crecí en Detroit, a cuatro manzanas del centro de la ciudad. En aquel entonces, yo estaba influenciado por los sonidos urbanos que estaban a mi alrededor todo el tiempo. La música es arte y el arte es una fuerza cultural. En cuanto a mi trabajo, comparando Detroit y la era del apartheid en Sudáfrica, las similitudes están ahí. En los carteles de la década de 1970 en Estados Unidos se leían cosas como ‘Queremos trabajo’ y ‘Parad la guerra’. Yo veía la música desde una perspectiva de clase obrera que era relevante, como se ha visto, para los chicos en Sudáfrica”.


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