RITMOS ÉTNICOS Novedades

Los otros mundos musicales

 

 

            Conviene olvidarse de vez en cuando de los sonidos que habitualmente nos llegan y dejarse contagiar de los ritmos étnicos provenientes de aquellos países que no tienen fácil acceso a los medios mayoritarios. En los últimos meses, por ejemplo, se han editado una buena colección de discos que vale la pena recordar.

 

            El primero, la colaboración entre el guitarrista y granjero de Malí Ali Farka Toure y el estadounidense Ry Cooder. En Talking Timbuktu (World Circuit-Arpa Folk), Ali Farka Toure demuestra la razón por la que los antecedentes del blues hay que buscarlos en el oeste del continente africano. Para Ry Cooder, esta unión era una vieja idea que, acertado él, les ha reportado un Grammy. Lo que era un proyecto de colaboración para un par de temas acabó convertido en un disco entero grabado en tres días, y que ha sido reconocido como lo mejor de los sonidos étnicos del 94.

 

            Algo similar ocurre con Khaled, aunque su problema es superar el ya legendario «Didi» de hace un par de años. El N’ssi N’ssi (Barclay-Polygram) que nos presenta como último trabajo es tan imprescindible como sus discos anteriores. Una increíble colección de raï, el ritmo árabe que celebra todo lo bueno de la vida, como si se tratase de una especie de sexo, drogas y rock’n’roll a la argelina. Presentado como el nuevo Bob Marley del Tercer Mundo desde París, Khaled tampoco se ha librado de la amenaza de los integristas de su país.

 

            Africana es también Angelique Kidjo, más concretamente de la República de Benim. En su caso, con tres discos en solitario a sus espaldas, todo comenzó en París gracias al bajista y compositor Jean Hebrail, quien acabó produciendo sus tres discos occidentales. El último, Aye (Mango-Island) vuelve a la fórmula de combinar la tradición africana -historias de los rituales y ceremonias de las tribus- con la tecnología occidental. Aunque Aye haya sido grabado en los estudios Paisley Park de Prince, no logra superar su excelente segundo disco Logozo.

 

            Más suerte ha tenido Youssou N’Dour. Después de un puñado de discos más que interesantes, en los que pasaba del mbalax senegalés a las colaboraciones con artistas como Peter Gabriel, ha encontrado la llave en una perfecta canción pop, «Seven Seconds», cantada con Neneh Cherry. Sin embargo su The Guide (Wommat) tiene más que eso. Afortunadamente, Youssou N’Dour no ha perdido sus raíces y sigue cantando en woloff, con un hueco para el francés y el inglés, al ritmo de una música contagiosa. Tal vez la canción de marras sirva para abrir más de un oído.

 

            De toda esta selección, Shane MacGowan, con su nueva banda The Popes, son los que más cerca están del rock. Sus comienzos punk y su pasado con The Pogues son muy evidentes. The Snake (Warner) es su primer disco en solitario, después de muchos meses de sequía creativa debido exclusivamente al alcohol, justo lo que hizo que tuviera que abandonar a The Pogues. En parte del disco se ha vuelto más radical y acelerado, mientras que en la otra parte demuestra quien era el compositor de aquel grupo con las raíces irlandesas más claras.

 

            Sabsylma (Crammed-Running Circle) tiene mayor variedad que el álbum de debut de Zap Mama. En algo influyen los viajes de estas zaireñas-belgas en los últimos dos años por América. Aunque conservan otras influencias de Marruecos, la India, Australia, homenajes a James Brown y a la familia zaireña: en «The Mamas Of The Mamas» cantan la madre, la abuela y las tías de Marie Daulne, la compositora principal. Todo, por supuesto, sin instrumentos.

 

            Para el final quedan los dos discos más africanos, los más respetuosos con la tradición. Sali Sidibe, al igual que Nahawa Doumbia, Dianeba Diakite, Kagbe Sidibe, Coumba Sidibe o Oumou Sangare, sigue viviendo en la región Wassolou de Malí y su música ha escapado a las influencias occidentales. En From Timbuktu To Gao (Shanachie-Arpa Folk), el primer disco que conocemos por aquí, la espléndida voz de Sali Sidibe es respaldada por músicos tradicionales, aunque ellos aseguran que han utilizado instrumentos actuales.

 

            Igual de cautivadora es Oumou Sangare. Después de Moussolou, un primer disco de sonido tradicional y ritmo tranquilo, que fue grabado en Abidján en febrero del 87, y que intentaba atrapar el misterio de la selva, llega Ko Sira (World Circuit-Arpa Folk). Este segundo disco busca capturar la música de los cazadores de Wassolou, al sur del río Niger y parece que lo consigue. Una votación de expertos en discos étnicos hecha en Europa entendió que sus hipnotizantes sonidos acústicos lo convertían en lo mejor del 93.

 

Xavier Valiño

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