RASHA

Rasha, por el camino

 

Llegó a España huyendo de la dictadura militar islámica que ostenta el poder en Sudán, un régimen que está enfrascado en una guerra inacabable con los cristianos rebeldes. Allí no podía salir sin el velo ni viajar sin su padre, su marido o su hermano. También influyó en la decisión Al-Andalus y la poesía árabe antigua, pensando que España era parecida al mundo árabe. Después de cinco años colaborando con su hermano Wafir Shaik el Din, le ofrecieron grabar su primer disco, Sudaniyat, que ahora presenta, y que dedica a un primo muerto recientemente en la guerra que se vive en su país.

 

Rasha nació en uno de los países africanos más olvidados por el mundo occidental, que vive una callada guerra desde hace bastantes años. «Nací en febrero de 1971, en Ondurmán, una localidad dentro de Jartum, que es la capital de Sudán, una barriada, más o menos. Ondurmán era la capital de Sudán en la época del Mahdi -sobre el año 1881, más o menos-. Jartum está dividida en tres partes y Ondurmán es una de ellas. Después de la capital, es la parte más antigua de todo Jartum.»

 

Allí tuvo la oportunidad de estudiar mientras canturreaba algunas canciones por influencia de lo que la rodeaban. «Estudié en Sudán hasta terminar la educación secundaria. En mi familia hay ambiente musical: tengo dos hermanos músicos y otra hermana músico que es la que nos ha enseñado a todos a tocar el laúd: es una de las pocas mujeres que tocan el laúd en Sudán.»

Decisivo en su formación fue el amplio grupo familiar con el que convivía en Jartum y del que, poco a poco, casi todos han acabado por dedicarse a diferentes actividades artísticas. «Somos muchísimos hermanos. Mi padre tiene dos mujeres: los hijos de mi madre somos once y los otros son ocho, así que somos casi una tribu doméstica. Prácticamente todos mis hermanos, los de mi madre, están fuera, salvo una hermana que se quedó allí. Uno de mis hermanos trabaja en la radio, en Washington, otra es actriz y directora de teatro, otro es pintor, así que casi todos somos artistas.»

 

También han tenido gran importancia sus padres y su abuelo. «Mi madre es ama de casa. Mi padre ha sido profesor, pero en la escuela también ha trabajado cosas de teatro, más que de música, aunque en su familia siempre se ha cantado, se sigue cantando y creo que se seguirá haciendo. De hecho, todos los grandes de la música típica de Ondurmán, de la época del Mahdi, han estado en casa de mi abuelo y han compuesto sus canciones allí. Era como una colonia, toda la familia viviendo allí, en una misma zona.»

 

A pesar de estos antecedentes, en Sudán no apareció su vocación. «Mi historia musical en Sudán no había sido realmente profesional. Trabajé en cosas en la radio, en la televisión, en el teatro, pero siempre han sido colaboraciones con mi hermana, en programas suyos, o en el coro de la universidad con mi hermano, que era su director, cosas así. No llegué a hacer nada profesional.»

 

España apareció entonces en el horizonte, en parte debido a lazos familiares. «Vine a España en junio de 1991. Antes estuve en El Cairo no mucho tiempo. Yo quería salir de Sudán y vine aquí porque estaba mi hermano Wafir Shaik el Din, que toca el laúd con Radio Tarifa, y que había llegado un año antes, y mi hermana Omaima, que lleva catorce años en España. Llegué con la idea de estudiar: hice dos años de Magisterio sin saber una palabra de castellano y lo dejé. Luego he hecho de todo: profesora de inglés, peluquera, niñera, cerrajera incluso.»

De todas formas, siempre tuvo un hueco para la música. «Siempre he querido hacer lo que estoy haciendo ahora, además de otras cosas que voy a intentar más adelante. Desde que vine, he trabajado en diferentes grupos, pero, aparte de todos ellos, siempre hemos tenido un grupo mi hermano y yo, Kambala, y hemos trabajado muchísimo hasta la grabación de su disco, aunque yo ya no formo parte de él.»

 

Es entonces cuando Nube Negra le propone grabar su disco y ella empieza a pensar en lo que quiere mostrar. «Con Sudaniyat pretendo dar a conocer un poquito la música sudanesa. Sudán es el país más grande de África, y allí hay muchos tipos de música, de ritmo. He intentado, aunque nunca se consigue hacer todo lo que uno quiere, que ningún tema se parezca a otro en cuanto a ritmo, en nada, en este disco. Es como una presentación de mí misma; quiero presentarme a la gente haciendo música de Sudán, aunque hago otras cosas y pretendo hacerlas más adelante, pero quiero ser fiel al lugar de donde vengo, a las cosas que siempre he hecho, y después probar otras cosas.»

 

Hay mucho que dar a conocer, desde el ritmo daleb del Sur, hasta el nubio del Norte, sin olvidar el mardum, el sera o el tum-tum. «No he pretendido dar una visión tradicionalista, aunque sí hay algunos temas que están casi como eran originalmente. Todos los temas son tradicionales, populares o folklóricos, no son composiciones mías, y en algunos he intentado respetar el original, simplemente porque me gustan como están, pero otros he intentado que sean actuales o modernos, más que música étnica a secas.»

 

El 99% de las canciones hablan de amor, desde una perspectiva triste en las letras y algo más alegre en lo musical. «La música sudanesa es bastante especial, no es tan rítmica y bailable como cualquier otra música africana. La mayoría de las canciones hablan de amor, ya que allí cualquier relación tiene que ser secreta y no puede manifestarse en público. Melódicamente, aunque está llena de ritmos, es más melancólica, más tristona. Para dar a conocer ese tipo de música hay que jugar muchísimo para que la gente pueda escucharla. Tampoco es música árabe, si bien hay ritmos y melodías semejantes: es más bien una mezcla entre lo árabe y lo africano, sin llegar a ser ninguna de las dos cosas.»

Xavier Valiño

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