RAGE AGAINST THE MACHINE

Rage Against The Machine, furia contra el sistema

 

Zach de la Rocha, Tom Morello, Brad Wilk y Tim Bob. La máquina imparable que forma Rage Against The Machine. La bestia insobornable que presenta el directo más concienciado y contundente de los últimos años, tal y como demostraron en el último Festimad, convirtiéndose en los auténticos triunfadores, superando a los mismísimos Smashing Pumpkins, incluso para aquellos que teníamos nuestras dudas respecto a ese denso mar de hard-rock por el que ahora navegan.

 

Pero es que la incendiaria guitarra de Tom Morello es mucho. Los efectos que salen de su instrumento pueden parecer imposibles y, en medio de la orgía de sonido que tienen para dar, resultan más hipnóticos que cualquiera de las sustancias en las que pudieras pensar. Ya sabemos todos que Zach de la Rocha escupe más que canta, en una especie de rapeado al que es difícil encontrarle algo parecido, siempre con la rabia desesperada por significar algo. Y la base rítmica que compone Tim Bob al bajo y Brad Wilk a la batería apabulla al más reacio. Imposible estarse quietos.

 

Evil Empire es su segundo disco, aunque tal y como están las cosas un segundo disco para una banda que vende millones sólo significa un clásico más. Poco importa que suene más duro que su antecesor, que sea más intenso y austero o que la producción pueda parecer más plana -no lo es en absoluto en directo. Poca importará a los ya convencidos por una banda que se lanzó al grito de “Fuck you, I won’t do what you tell me” (“Jódete, no haré lo que me digas”), de la canción “Killing In The Name”, el aullido de rebeldía juvenil más coreado en siglos y más censurado a la vez. Un grito repetido dieciséis veces, con un final apoteósico -“Motherfucker”-, que les sirvió para pasar de los antros más inmundos de Los Ángeles a llenar grandes estadios.

Los cuatro años que tardaron en grabarlo -aunque al final sólo fueron catorce días- los pasaron solucionando sus problemas de egos, que en más de una ocasión a punto estuvo de acabar con el grupo. De ahí que Evil Empire suene más duro, más punk, más rap que su Rage Against The Machine, llevando los estilos al límite -”Whitout A Face”, “Snakecharmer” y “Tire Me” son puro Jimmy Page en las guitarras-.

 

De nuevo la denuncia mueve a Zach de la Rocha, en éste, que es su disco: el intervencionismo americano, el control del dinero por el hombre blanco, el FBI, los aparatos militares… Por eso no les importa que les cataloguen como una fuerza política, casi evangélica, en primer lugar, y, luego, como una banda de rock’n’roll. La política es el móvil decisivo de la banda. Como dijeron alguna vez: “Toda la música es política. Puede ser con una función apoderadora y de confrontación o insensibilizadora y anestesiante”. Y la suya es una visión socialista e incluso anarquista de la vida, algo muy difícil de entender en la conservadora sociedad USA. Los ficheros del FBI tienen desde hace cinco años más trabajo.

 

¿Qué pasó durante esos cuatro años entre los dos discos? Después de hacer siete giras por Europa, la banda se retiró de vuelta a su país. Tom Morello tuvo tiempo de conocer por fin a su padre, una antiguo guerrillero Mau-Mau, que luchó en Kenia por la independencia frente a los británicos y que luego acabó, curiosamente, de embajador en Londres.

 

Zach de la Rocha pasó directamente a la acción y se decidió por ir a México, a vivir con los guerrilleros de Chiapas. Lo que le interesó en un principio es que desde la caída de la Unión Soviética habían sido los únicos que habían puesto en entredicho al sistema económico mundial. Allí conoció las auténticas diferencias sociales: mientras una minoría dominante vive a todo lujo, el resto de los mejicanos nunca han estado en una situación de tanta miseria.

 

De todas formas, el pueblo no se conforma: el movimiento revolucionario zapatista, el EZLN, ha buscado, desde su aparición en agosto del 94, apoyo para su revolución, uniendo a los campesinos, las organizaciones de trabajadores de diferentes industrias y todos aquellos que quieran luchar por su causa.

Parece que la estancia con los guerrilleros tuvo su efecto. Evil Empire está lleno de referencias sacadas de esa experiencia, como “el espíritu de Quatemoc” -un valeroso guerrero del imperio mejicano, que lideró uno de los únicos ejércitos que no fueron vencidos por Hernán Cortés cuando invadió México en 1.516-, “el plan de la familia Ayala” -aquellos que, como Zapata en 1.912, intentaron arrebatarles las tierras a los señores feudales e introducir ideas de cambio en la propiedad-, o “Chol” y “Tojobal” -grupos de descendientes de los mayas que se levantan en armas en el Sur de México-.

 

Además tuvo tiempo de conocer de cerca la situación de una zona en la que en los últimos años 150.000 niños han muerto de enfermedades curables, que tiene más veterinarios que médicos y que está tomada por 50.000 soldados del Ejército mexicano. Mientras estuvo viviendo en estos poblados, la principal misión de Zach de la Rocha era recoger información sobre los movimientos de las tropas, tratar de calcular el número de soldados y contárselo a los comités clandestinos de los indígenas revolucionarios. En total fueron tres meses, durmiendo en donde les hacían un sitio, escuchando a los perros ladrar cada vez que se acercaban los soldados y sintiendo el mismo temor que la gente del lugar. Eso sí que es acción directa. 

 

No hay que olvidar que hay cientos de organizaciones que matarían por alguna de las oportunidades que Rage Against The Machine tienen ahora como banda mayoritaria que utiliza los medios de comunicación para llegar a todo el  mundo. El orgullo por el extremismo permanece intacto. No se puede prescribir medicación moderada para enfermedades extremas, y ésa sigue siendo la principal motivación del grupo desde el principio.

 

Una vez más los inteligentes periodistas les preguntarán cómo se puede criticar al sistema y editar los discos en una multinacional japonesa. Una vez más Rage Against The Machine tendrán que explicar que no hay tal contradicción: se trata de una situación de explotación mutua en la que lo verdaderamente importante es el mensaje que llega a la gente usando a la Sony como plataforma. Y ten por seguro que lo están consiguiendo. 

Xavier Valiño

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