RADIOHEAD

Radiohead, romántica oscuridad

 

         Tras el éxito de OK Computer, Radiohead decidieron olvidarse de su libro de estilo y abrazar la experimentación. Ahora, tras Kid A y Amnesiac, regresan con Hail To The Thief, a medio camino entre el primero y los segundos, que ahora presentan en una única actuación en España -Madrid, Plaza de las Ventas-.

Para la grabación de vuestro nuevo disco, ¿había alguna idea predeterminada?

– Antes de empezar pensaba que tendríamos que dar otro paso de gigante en el sonido, cambiar, seguir por delante de los demás. De repente, me pareció un poco tonto hacerlo así, porque nunca fue el objetivo. Simplemente me llevó un rato hacerme a la idea de no esforzarme por ello y dejar que las cosas sucedieran sin más.

Sin embargo, Hail To The Thief se anunciaba como un álbum de guitarras con una clara tendencia pop. En realidad no hay casi nada de eso.

– A partir de Ok Computer, cada nuevo disco fue escrito y pensado así. Parte de nuestro público tiene nostalgia de aquella época, cuando Radiohead hacía canciones pop llenas de guitarras; a muchos le gustaría que eso se repita. Tal vez no se note tanto, pero este álbum resume las innovaciones sonoras que hemos desarrollado en Kid A y Amnesiac. La gran diferencia es que ahora los experimentos están al servicio de unas canciones más directas, más ligeras, como lo eran en los comienzos.

¿La grabación se desarrolló en una atmósfera más tranquila que lo habitual?

– Al principio tuvimos uno de esos períodos en los que grabar resulta fastidioso, casi deprimente. Entonces Ed propuso un plan: ensayaríamos las canciones durante tres meses, las tocaríamos en una gira de verano, la que pasó por España y Portugal, y después las grabaríamos en sólo dos semanas. No nos opusimos demasiado: preferimos hacer las cosas rápidamente para acortar el sufrimiento que implica el estudio. Antes de viajar al estudio de Los Ángeles revisamos las nuevas canciones entre todos, nos replanteamos algunas cosas que habíamos decidido por separado… Queríamos desprendernos de tanta obsesión, estar más tiempo juntos, en grupo.

El estudio Ocean Room es un lugar con mucha historia: ahí tuvieron lugar algunas grabaciones míticas, como las de los Beach Boys…

– Fue la primera vez que grabamos en un lugar tan cargado de historia. Hasta este disco, siempre lo habíamos hecho en estudios nuevos, sólo utilizados por artistas menores. Nunca antes habíamos sentido esta sensación de presencia invisible… Personalmente, me siento más cómodo en un estudio sin pasado.

¿Hasta qué punto los temas estaban terminados antes de entrar al estudio?

– Muchas de las canciones ya habían sido trabajadas desde un año antes; las fuimos probando en vivo durante varios meses. Teníamos todos los elementos de los temas en nuestros ordenadores portátiles. A partir de esos bosquejos, de esas ideas dispersas, probamos  a unirlas tocándolas en vivo. Lo novedoso es que, a diferencia de los dos discos anteriores, dos tercios de las canciones fueron escritas entre todos. Al final de la grabación terminamos por aburrirnos de este método de trabajo: todos juntos con nuestras guitarras, tocando al mismo tiempo… En general nos cansamos muy rápido de esos procedimientos tan tradicionales, es como caer en una rutina.

Entonces aquella gira fue decisiva en el resultado final del disco.

– Tocar en vivo te recuerda lo artificial que es el proceso de grabación. Por muy rápido que grabes, el proceso alarga el tiempo. Obviamente, en un concierto nunca te olvidas de la duración de una canción. Siempre la escuchas en su integridad y te das cuenta de cuando estás siendo aburrido o indulgente.

¿Cómo ha sido ahora con tu voz?

– Volví a disfrutar cantando. No me gustaba el sonido de mi voz tal y como era en los últimos años. Hacía como un eco que me daba la risa, y tenía una profundidad emocional y una carga que me volvían loco. No la sentía como mía.

El éxito de OK Computer os superó y os convirtió en reos de vosotros mismos.

– Últimamente estamos en un punto en el que da igual lo que hagas: te conviertes en un estilo de vida musical. Coldplay es un buen ejemplo ahora mismo. Nadie quiere que sea así, pero siempre pasa si un disco tiene éxito. La gente se identifica con él y acaba por convertirse en una campaña de marketing.

Según se piensa, tu vida se convirtió en un calvario.

– Durante mucho tiempo, todo eso de vender mi personalidad me afectó. Gracias a Dios apareció alguien como Michael Stipe de REM; sus conversaciones durante toda aquella etapa desastrosa me ayudaron hasta que pude enfrentarme a todo lo que estaba sucediendo como si fuera una mierda.

De todas formas, y aunque todo el mundo tiene claro tu vertiente mórbida, ¿sigues pensando que tus canciones son románticas?

– Incluso en el medio de toda la oscuridad de la composición y grabación de Kid A, todavía pensaba que estábamos haciendo canciones pop grandes y románticas. Quiero decir que eso es lo que quiero, de verdad, tocar a la gente a ese nivel.

El título Hail To The Thief  Ave al ladrón– tiene mucho que ver con los resultados de las elecciones en las que Bush ganó por un puñado de votos discutidos. También estáis a favor de la condonación de la deuda al Tercer Mundo. Tanto es así que el editor de No Logo de Naomi Klein piensa que os debería dar una comisión por el libro.

– La verdad es que con el título tratamos de expresar, sin mostrar ira, lo absurdo de todo. No simplemente de una única Administración. Para mí, el título habla de esas personas que están creando un clima de miedo o dolor en los demás mientras creen que están haciendo lo correcto. Les están sacando el alma incluso antes de que mueran. Mi novia es una experta en Dante y me ha dicho que ésa era la teoría de Dante sobre la autoridad. A mí me ha sobrepasado todo este miedo y oscuridad. Y ese miedo es el Ladrón.  

Xavier Valiño

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