RADIOHEAD

Las vueltas en círculo de Radiohead

 

     Todo empezó con “Creep”. Una visión nihilista de la propia vida escrita desde la frustración de un desengaño amoroso. Sus cambios de ritmo y la airada voz de Tom Yorke consiguieron lo que otros grupos británicos habían intentado sin éxito los últimos años: la invasión del mercado americano.

 

         Justo en el momento en que triunfaban Nirvana y todo el grunge, lo que pudo ayudar por los parecidos en la composición de aquel “Creep” con lo que entonces demandaban los jovencitos americanos. Puede que ayudara también aquella frase “I’m so fucking special” que, debido a los pudorosos oídos de ambos lados del Atlántico, tuvo una segunda versión más recatada en la que el “fucking” se cambiaba por un simple “very”.

 

         El caso es que Radiohead, desde Oxford, fueron profetas en su tierra entrando por la puerta trasera, desde los EEUU, algo parecido a lo que ocurrió con The Cranberries y, últimamente, con Bush. Tanto que al final, después de ser reeditado el primer disco Pablo Honey, los lectores de varios medios musicales especializados la eligieron la canción del 93.

 

         El éxito no hizo más que aumentar las presiones sobre la banda. A principios del 94 se encerraron durante más de seis semanas para grabar un disco que más tarde acabaron rechazando. Como productor estaba John Leckie, el mismo que había sufrido los cinco años entre los dos discos de los Stone Roses. ¿Serían Radiohead un caso similar?

 

         El caso es que volvieron a la carretera y recuperaron las ganas por tocar y componer. De aquellas sesiones salvaron un single, “My Iron Lung”. Muchos, sin imaginación, vieron un segundo “Creep”, aunque lo cierto es que para encontrar su sentido necesitaba de más temas nuevos que lo arroparan en un disco de los de 33 revoluciones.

 

         Ahí es donde aparece The Bends, a principios de este año. Sólo necesitaron dos semanas para grabarlo y tenían demasiadas historias que contar sobre los agobios y las crisis del éxito y las giras sin fin. Un disco tan inesperado como interesante. Tom Yorke había adivinado que “Blow Out” era lo mejor de Pablo Honey y anunció que por ahí irían los tiros. Más que en el sonido, en la creación de atmósferas.

 

         “Planet Telex”, que abre The Bends, sólo sirve para darle la razón. Otros como “Nice Dream”, “Just” o “Black Star” confirman el trabajo de Radiohead y, sobre todo, lo difícil que debe ser para Tom Yorke aceptar su éxito. Su mejor baza, sus letras.

 

         Por si alguien aún dudaba de su capacidad, a principios del mes de mayo Radiohead hacían su presentación en Madrid. Lo que iba a ser una presentación para los medios de comunicación, algo que normalmente son dos o tres temas en versión acústica, acabó siendo un concierto eléctrico de cerca de hora y media a una hora poco habitual -las dos de la tarde- y en un lugar muy especial -el Círculo de Bellas Artes-. Los escasos 200 afortunados tuvimos la ocasión de descubrir a una banda potente en directo con un Tom Yorke que pone una pasión impensable a sus canciones, a base de espasmódicos movimientos.

 

         A su lado, la verdadera estrella es el guitarrista Jonny Greenwood. Ensimismado en su instrumento, detrás de su largo flequillo, pone en cada canción unas guitarras tan originales como poco convencionales. Los dos son lo que diferencian a Radiohead de un grupo del montón.

 

         ¿Los nuevos U 2? De nuevo la falta de imaginación lleva a una comparación tan fácil como evidente. Por lo de ahora Bono y sus compañeros se conforman con envidiar las canciones de los de Oxford y la posibilidad de tocar en locales pequeños. “Creep” fue sólo un punto de partida y a Radiohead le quedan muchas vueltas por dar.

Xavier Valiño

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