PRIMAVERA SOUND 2009

Primavera Sound 2009

 

Lo dijo Ezra Furman al principio de su actuación: “Nunca había tocado ante tanta gente”. Y no fue todo: “Me ha dado tiempo a conocer Barcelona y a hacer buenos amigos”. Vacaciones pagadas, un concierto en el festival de sonidos alternativos más importante de Europa, la posibilidad de ver en directo a alguno de tus ídolos y de intimar con tus contemporáneos… Y si esto lo dice uno de los músicos que forman parte del cartel del Festival Primavera Sound, ¿qué no dirán los asistentes?

 

Ahí está, consolidado, con 80.000 asistentes, 171 grupos, entre ellos 60 de nuestro Estado, repartidos entre 6 escenarios, sin una sola cancelación, con el lujo de un recinto como el Auditorio, y repartido también por varios parques y salas de la ciudad. Todo, sin una sola concesión a los gustos del público, sino que los únicos responsables de la línea estilística son sus propios artífices.

 

Phoenix / Ezra Furman & The Harpoons

Curioso el éxito popular cuando la mayoría de las bandas del cartel tocarían en salas pequeñas para poca gente si hiciesen su propia gira, cuando algunas ni tienen disco publicado en España y muchas nunca tendrán una campaña de promoción por aquí. Si esto es el balance en épocas de crisis, el futuro sólo puede presentarse aun más brillante, siempre que el encarecimiento del alquiler del Auditorio no impida disfrutar más de recitales en él.

Neil Young / Bat For Lashes

Neil Young era el reclamo principal en este 2009. Tras muchos años intentando traerle, y gracias a que el cartel de este año le convenció, adelantó su gira europea para estar aquí. Puede que cobrase medio millón de euros (ni la mitad que el año pasado en el Rock In Rio), pero quedaron ampliamente amortizados. Fue El Concierto, con casi 30.000 personas pendientes de su furia escupiendo sus ya clásicos estribillos. “Rockin’ In The Free World” queda como el momento álgido del festival y su frase “rock’n’roll will never die” (“el rock and roll nunca morirá”) como la más coreada.

A las 21:15 del sábado, el resto de los escenarios enmudecieron para que nadie se perdiese su actuación, algo que nunca se había hecho con anterioridad. En 100 minutos hubo fiereza y filo, electricidad y furia, guitarras rotundas… A sus 64 años, tras sufrir un aneurisma cerebral, sus técnicos le tienen que colgar las guitarras, pero, una vez con el arma a cuestas, la fiera se desboca con un repertorio (casi) intachable, rematado por una versión del “A Day In The Life” de The Beatles y las cuerdas arrasadas, en un acople perfecto.

 

 

My Bloody Valentine / La Bien Querida

Sí, ésta fue la edición del decibelio, en algunas ocasiones por encima de lo que debería estar permitido. Y sus máximos exponentes, My Bloody Valentine, la otra gran apuesta, con dos conciertos, al igual que hicieron Portishead el año pasado. Con la entrada, la organización proveía a todos los espectadores de tapones para los oídos. Hubo quien pensó que no eran necesarios, hasta que estalló la tormenta perfecta, un tsunami de distorsión -con algún receso más melódico-, apabullante, intenso y con un Kevin Shields de maestro de ceremonia pidiendo que subieran el volumen.

Si la experiencia física al aire libre fue demoledora, en el Auditorio, al día siguiente, se convirtió en una trampa sin escapatoria: con el volumen más alto, con más potencia, más intenso. Los veinte minutos finales volvieron a sumergir a 2000 privilegiados directamente en algo así como la turbina de un avión a reacción. Por difícil que parezca entenderlo, debajo asomaba una extraña belleza.


Yo La Tengo / Sonic Youth

 

No fueron los únicos embajadores de la distorsión y la tensión como arma de destrucción física. Yo La Tengo la utilizaron también a ratos, aunque se mostraron igualmente inteligentes siendo algo más sutiles que en ocasiones anteriores. Y Sonic Youth cambiaron en esta ocasión el noise por el punk, despachando canciones más cortas, con algo parecido a estrofas y estribillos. Acompañados por el antiguo bajista de Pavement, reciente fichaje, presentaron su inminente The Eternal con un Lee Ranaldo más entregado que nunca, lo que no deja de ser buen síntoma. Y Shellac apabulló por tercer año consecutivo.

 

 

Joe Henry / Spiritualized

Clásico, aunque con la canción con mayúsculas como bandera, Joe Henry vino a ser este año lo que Billy Bragg y Nick Lowe en ediciones anteriores. Rock, country y pop tocado por tres tipos excelsos, comandados por un Henry que tanto al piano como con la guitarra sentó cátedra durante una hora, siendo muy consciente de lo que se trae entre manos. Tras el “Stop” que su cuñada Madonna llevó al éxito como “Don’t Tell Me”, remató la faena con una increíble versión de “I’ve Got You Under My Skin”.

 

 

También clásicos son ya Spiritualized, recuperados tras la enfermedad que le hizo ver la muerte -y la luz- muy de cerca a Jason Pierce y después de sus últimas actuaciones en clave gospel. En esta ocasión, un Pierce de blanco se enfrentó musical y literalmente en el escenario a sus tres colegas de riguroso negro. Triunfo con sus rotundas “Soul On Fire” o “Come Together”.

 


Herman Düne / Deerhunter

En racha también Herman Düne, recambio para cuando Jonathan Richman no esté, Deerhunter, entre el mejor indie norteamericano de la actualidad, o The Drones, con su garage infatigable. Ezra Furman & The Harpoons (su “Take Off Your Sunglasses” puede ser en esta temporada el equivalente del “Time To Pretend” de MGMT del año pasado) y Phoenix (un repertorio plagado ya de éxitos) recordaron que también con el pop se pueden hacer grandes cosas, incluso en directo.

 

The Pains Of Being Pure At Heart / Kitty, Daisy & Lewis

 

Entre los debutantes, The Pains Of Being Pure At Heart se revelaron como un gran grupo, dejando claro que además de estribillos radiantes, también tienen el directo. Lo mejor de la presentación de Bat For Lashes es que debería llevar a reconsiderar la escasa atención que sus discos han tenido. Y los jovencitos hermanos Kitty, Daisy & Lewis -acompañados por su padre a la guitarra y su madre al contrabajo; todo en familia- recuperaron el clásico sonido rockabilly evitando el cliché.

 

Throwing Muses / Saint Etienne


Un año más, hubo espacio para recuperar a grandes nombres de la escena independiente de los últimos lustros. The Throwing Muses, con Kristin Hersh al frente, fueron los que mejor defendieron su pasado, mientras que The Vaselines, que se reencontraban después de un tiempo separados, tardaron un rato en sentirse cómodos. Saint Etienne venían a reinterpretar su Foxbase Alpha y la cosa no pintaba mal, aunque luego acabaron tirando de sus grandes éxitos sin la banda a la que nos tenían acostumbrados últimamente.

 

Dan Deacon / The Jayhawks

No pintaba mal lo de Saint Etienne hasta que la sorpresa saltó a la misma hora en el escenario de enfrente, el promovido por la influyente publicación cibernética Pitchfork, y hubo que olvidarse de Sarah Cracknell. El responsable: Dan Deacon y su particular Ensemble. Con sus melodías imposibles, sus cachivaches sonoros y una banda con tres baterías, cuatro teclistas, un bailarín desquiciado y no se sabe cuántos músicos más tocando sabe Dios qué instrumentos, Deacon puso patas arriba el escenario paseándose entre la gente y montando túneles entre el público. Una calavera verde presidía su particular altar, el mismo que asistió a un concierto pasado de revoluciones que se recordará mucho tiempo.

 

Jarvis Cocker / Andrew Bird

Pero en una propuesta de riesgo y con tantos artistas, también hubo sus decepciones. A unos The Jayhawks sin mucha alma o a Magnolia Electric Co. tocar a una hora temprana no les sentó demasiado bien. Andrew Bird, queriéndolo hacer todo él, acaba por cansar aferrado a su violín. La psicodelia de Spectrum pareció reiterativa y aburrida, con un Peter Kember que dejó acabar la cosa a sus músicos. Jeremy Jay desafinó todo lo que quiso a la luz del día, no como en su reciente gira por teatros. Y lo de Jarvis Cocker reinventado en rockero intrascendente invita a reconsiderar a la baja su pasado.

Esto fue 2009 en el Parc del Forum, entre indie norteamericano de ahora y del pasado, la reivindicación de los 90, los decibelios y los amplificadores de guitarra como señas de identidad. ¿Y para el próximo año? Dicen los organizadores que quieren crecer en espacios por la ciudad. Seguramente sea así, pero lo que importa es que se mantenga el criterio que hasta hoy ha hecho del Primavera Sound un festival único. Tal vez sirva saber que Thom Yorke estuvo con su familia invitado por la organización los tres días del certamen. Eso quiere decir que se le intenta convencer con los mejores argumentos para que en el 2010 Radiohead sea el gran nombre. Al tiempo.

 

(Más fotos en: http://picasaweb.google.es/wampush)

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