PLAGIOS EN EL ROCK 1

Plagios en el rock: ¿todo parecido es pura coincidencia?

George Harrison

Es difícil ser original cuando la cantidad de acordes son limitados o la inventiva se queda corta. No es algo nuevo: a lo largo de la historia del rock lo de utilizar la música de otros para crear canciones que se firman como propias ha sido, digámoslo así, bastante habitual. Podemos considerarlo influencias u homenajes, en el mejor de los casos, o plagios en el supuesto más común. Eso sin tener en cuenta el tan concurrente sampleado o muestreo signo de los tiempos desde hace ya más de lo que podamos recordar, más difícil de identificar aún. Desde hace tres años, la web similarrock.com se encarga de ponerlos en evidencia. Recogemos aquí alguno de los más señalados en dos entregas, hoy y mañana.

El plagio más conocido tuvo por protagonista a George Harrison. Su “My Sweet Lord” tomaba bastante más que una nota del “He’s So Fine” de The Chiffons (además del “Oh Happy Day” de Edwin Hawkins Singers), quedando en entredicho por una clara condena judicial tras un largo proceso de más de diez años. Durante el mismo, Harrison descubrió que debía pagarle los derechos de autor a su anterior mánager (y no a los compositores de la canción) por cuanto este había comprado la editorial sabiendo que su antiguo representado tenía las de perder. Y, en una jugada maestra de los copiados, The Chiffons editaron en 1975 su propia versión del “My Sweet Lord” del ex Beatle.

Parece que el juicio en marcha no importó a Harrison lo más mínimo, ya que en su haber constan varios casos de parecidos sospechosos más: su “What Is Life” remite a “Keep on Running” de Spencer Davis Group, “Horse to the Water” a “Unchain My Heart” de Ray Charles, “Long, Long, Long” a “Sad Eyed Lady of the Lowlands” de Bob Dylan, y “When We Was Fab” a “Can’t Get It out of My Head” de la E.L.O., aunque en este caso el propio líder de este grupo, Jeff Lynne, tiene que haber sido cómplice interesado, ya que él mismo produjo aquella grabación -además de compartir proyecto con Harrison en The Traveling Wilburys-.

No debemos cebarnos con él: muchos artistas tienen en su haber más de una inspiración en temas de otros. Ya en tiempos de los Beatles se comentaba que “Come Together” le debía mucho a “You Can’t Catch Me” de Chuck Berry. Y en el single de resurrección de los de Liverpool en los 90, “Free As A Bird”, compuesto a partir de una maqueta de John Lennon, quedaba claro que este había escuchado “Remember (Walking in the Sand) de The Shangri-Las’s.

Sus colegas de generación al otro lado del Atlántico, The Beach Boys, le deben un par de canciones a otra gente: “Surfin’ Safari” a “Sweet Little Sixteen”, de Chuck Berry, y “Student Demonstration Time” a “Riot in Cell Block Number 9”, de Leiber y Stoller, popularizada por The Coasters. En la dirección inversa, su “Never Learn Not to Love” tuvo el dudoso honor de inspirar “Cease to Exit” del psicópata Charles Manson, con lo que queda claro que, además, debes tener muy en cuenta las posibles repercusiones en el futuro de lo que compones hoy.

A juicio

Según la jurisprudencia, para declarar que una canción plagia a otra tiene que haber un número mínimo de compases idénticos. Los casos más recordados son aquellos que tienen sentencia judicial por el medio, con lo que la copia se vuelve algo evidente que salpica a su autor para siempre. The Rubinoos, nunca suficientemente compensados por sus jugosas canciones power-pop, vieron como un buen día su balance bancario entraba en positivo después de que Avril Lavigne fusilara su “I Wanna Be Your Boyfriend” en su tema “Girlfriend”. Tommy Dunbar y James Gangwer, sus compositores, llegaron a un acuerdo extrajudicial por una suma que nunca se desveló en enero de 2008, aunque Lavigne no dejó de acusar al grupo señalando que The Rubinoos habían copiado a su vez el “Get off of My Cloud” de los Stones.

Michael Jackson lo vivió al menos en tres ocasiones. Por “Wanna Be Starting Something” tuvo que pagarle derechos de autor a Manu Dibango: “Soul Makossa”, una de las canciones africanas más rítmicas, era la canción plagiada. Con “You Are Not Alone” fue condenado por copiar “If We Can Start All over” de los belgas Danny y Eddie Van Passel. Más extraño aún es dónde buscó la inspiración para otra de sus creaciones: según un juez italiano, “Will You Be There” es una copia de “I cigni di balaka” de… ¡Albano y Romina Power!

El mayor éxito de Radiohead, “Creep” estaba basado en “The Air that I Breathe” de The Hollies, que había sido escrita por Albert Hammond y Mike Hazlewood en 1972. Poco después de su edición, Johnny Greenwood, el guitarrista de Radiohead, manifestó en una entrevista que Thom Yorke le había comentado mientras la componía que le pareció que sonaba a la canción de The Hollies y, aun así, siguió adelante tomándoselo como una broma. Tras su éxito, el parecido se volvió tan evidente que tuvieron que acabar acreditando a los autores del tema de The Hollies, por lo que ahora consta como escrita por Yorke, Hammond y Hazlewood.

No fueron los únicos en sacar tajada. En los últimos tiempos, k d Lang consiguió suculentos derechos de autor por considerar su señoría que “Has Anybody Seen My Baby” de los Rolling Stones era idéntica a su “Constant Craving”, algo que según Keith Richards descubrió cuando su hija le puso la canción de la canadiense.

Bien conocido es también el caso de uno de los mayores éxitos del rap comercial, “Ice Ice Baby” de Vanilla Ice, que sampleaba directamente la canción de 1980 de Queen y David Bowie “Under Pressure”, aunque sin haber solicitado autorización para hacerlo ni acreditarlos como autores. Brian May, el guitarrista de Queen, se llevó una sorpresa mayúscula cuando la escuchó en una discoteca alemana. Le preguntó al DJ qué era aquello y este le dijo que el tema en cuestión había llegado al número 1 en los Estados Unidos en esos días.

A continuación, los representantes de Queen y David Bowie amenazaron con una demanda a Vanilla Ice. Este se defendió añadiendo -por increíble que parezca- que su canción era distinta porque le había añadido una nota a la melodía original. Finalmente tuvo que ceder y no le quedó más remedio que reconocerlos como autores y pagarles una cantidad que, de nuevo, no fue revelada.

En evidencia

Hay otros casos que son también indiscutibles, o al menos eso piensa una inmensa mayoría, aunque, que sepamos, no han llegado a denunciarse. Tal vez los plagiados estaban demasiado ocupados o no quisieran poner en aprietos a sus pupilos, o puede incluso que creyeran que ya tenían bastante con los derechos del tema original. Viene de antiguo: ya Tommy Roe hizo de “Sheila” un segundo “Peggy Sue”, de Buddy Holly, Isley Brothers recreó la mítica “La Bamba”, famosa gracias a Richie Valens, en su “Twist & Shout” y Steve Miller hizo lo propio en su “Rockin’ Me” con “All Right Now” de Free.

Lo que no se explica es cómo el parecido de “Start” de The Jam con “Taxman” de The Beatles, compuesta por George Harrison, no motivara ninguna acción legal en su contra. No fue la única vez que Paul Weller tuvo bien presentes otras canciones, aunque las otras no fuesen tan comentadas: al frente de The Jam recuperó un oscuro éxito del northern soul, “So Is Love” de World Column, como “Transglobal Express”, mientras que ya en solitario reconvirtió “10538 Overture” de la E.L.O. en su “Changing Man”.

Por su parte, el esqueleto melódico y los acordes de “Effigy” de Creedence Clearwater Revival le deben bastante a “Hey Joe”, tema popularizado por Jimi Hendrix. En este caso, el grupo no tuvo ningún problema: como nadie ha registrado nunca “Hey Joe” como suya, se considera como ‘tradicional’, lo que significa que cualquiera puede grabarla sin tener que pagar derechos de autor por ello.

Oasis

Desapercibidos

En otros casos, el parecido es meno conocidos, puede que por la menor relevancia de alguna de las dos canciones, pero el caso es que escuchadas con atención se descubre el verdadero origen de algunas. “Wish You Were Here” puede haber sido la canción que acercó a Pink Floyd a las mayorías, aunque el mérito habría que otorgárselo a “Almost Independence Day” de Van Morrison, editada tres años antes, y con la que guarda bastantes semejanzas.

Nick Lowe y Dave Edmunds no engañaban a nadie cuando, hablando de su grupo Rockpile, reconocían la influencia de los primeros tiempos del rock’n’roll. Su “I Knew The Bride When She Used to Rock and Roll” le debe su existencia a “You Never Can Tell” de Chuck Berry. Don Dixon, reputado músico del nuevo rock americano de los 80, también conocía bien su tradición musical: para su “Southside Girl” hizo uso y abuso de “Needles & Pins” de The Searchers.

Reincidentes

A algunos homenajear o copiar no les parece suficiente. Más bien, una vez que han tomado una canción de otro sin acreditarlo, ¿para qué esconderse? Así que deciden que no tienen ni que cambiarle el título a la canción, pensando que los originales son tan poco conocidos que nadie los descubrirá. ZZ Top titularon “Thunderbird” a una canción homónima de The Nightcaps que, por si no quedara claro, calcaron nota por nota, aunque sin acreditar a sus autores. No fue la primera vez, aunque al menos con “La Grange” habían tenido el detalle de renombrar otra de sus copias, en este caso del “Boogie Chillen” de John Lee Hooker.

Algo similar sucedió cuando The Isley Brothers descubrió que “Love Is A Wonderful Thing” de Michael Bolton no sólo tenía el mismo título que un antiguo tema suyo, sino que eran idénticas. The Alarm hicieron lo propio con “The Bells of Rhymney”, que había escrito Idis Davies y popularizado The Byrds; en su caso la justificación fue mucho más simple: se habían olvidado de poner los nombres de los autores reales.

En este tipo de plagios, hay incluso quien tropieza dos veces en la misma piedra. En dos ocasiones distintas tomaron The Rolling Stones canciones diferentes de Robert Johnson, “Love In Vain” y “Stop Breakin’ Down”, y las firmaron como suyas. Años después se justificaron aludiendo que creían que se trataba de canciones tradicionales del blues. No fue la última ocasión: en los 80 titularon “She’s So Cold” a una canción firmada como suya y que era idéntica a la que antes había editado Willie Nile con el mismo título.

Por su parte, el grupo seminal argentino Almendra se inspiró dos veces en The Beatles: su “Laura va” tomó como modelo “She’s Leaving Home” mientras que “Espejada” se creó a partir de “Because”. Su compatriota Fito Páez tuvo a Stevie Wonder como inspiración en “Isn’t She Lovely” para su “Rey sol” y “That Girl” para “Polaroid de locura ordinaria”. Por aquí, Los Secretos miraron en un par de ocasiones hacia The Byrds: “Ojos de gata” tiene mucho que ver con “Drug Store Truck Drivin’ Man” mientras que “No digas que no”, acreditada a Enrique Urquijo, parece una versión de “Hickory Wind”.

Ida y vuelta

Algunos entendieron la copia de otros artistas como una afrenta y se tomaron la revancha en cuanto pudieron. “Don and Dewey” de It’s a Beautiful Day se parece mucho a “Wring that Neck”, el segundo corte del segundo álbum del grupo Deep Purple, Book of Taliesyn (1968). Ambas son instrumentales, pero si en la de Deep Purple la melodía la marca la guitarra de Ritchie Blackmore, en la de It’s a Beautiful Day es el violín de David LaFlamme quien guía al resto del grupo. It’s a Beautiful Day nunca ocultaron que se trataba de una copia: según ellos, lo hicieron porque Deep Purple les habían plagiado antes a ellos su tema “Bombay Calling” para “Child in Time” del disco Deep Purple in Rock, algo que el propio vocalista de Deep Purple, Ian Gillan, acabó reconociendo en una entrevista con el diario Mid-Day de Bombay en 2002.

La relación de préstamos entre The Cure y New Order está más que acreditada. El ejemplo más claro puede que sea “In Between Days”, tema de The Cure que tomaba buena parte de “Dreams Never End”, el corte que abría el álbum del debut de New Order, Movement. Según reconoció en una entrevista Robert Smith, la parte de guitarra de “Dreams Never End” le gustó tanto que decidió tomarla prestada para su canción. Además, aseguró que prefirió hacer eso que demandar a New Order cuando descubrió que “Sunrise” de estos últimos era muy parecida a “A Forest” que él había compuesto.

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