PAYO MALO

Payo Malo: «Hay muchas cosas del mundo que me joden»

        «Para tener suerte he de pisar muchas mierdas». Lo dice en una letra Payo Malo. Este granadino que vive desde crío en Terrassa reparte bofetadas de sinceridad entre todo el que quiera escucharlo. Y no sólo en sus canciones. Formó parte de Solo los Solo hasta que en 2001 editó en solitario Con tierra en los bolsillos. Los seguidores del hip hop en castellano ya tenían un disco al que abrazarse. Ahora está presentando en directo su segundo álbum, Equilibrio.

A la Mala Rodríguez le preguntaban en una entrevista por qué se hacía llamar así y ella contestaba: «Porque soy una hija de puta». ¿Usted también?
­ ¿Dijo eso? (se ríe) No, lo de Payo Malo va por otro lado. Los gitanos dicen que son gitanos malos los que visten y viven como  los payos. Yo, que siempre estaba con los gitanos, que era amigo suyo, que escuchaba mucho flamenco, era un payo malo.
Así que es buena gente. Bueno, malos podemos ser todos en cualquier momento. De hecho, no es muy difícil ser malo hoy en día. Pero no, el nombre no tiene nada que ver con eso.

¿Se ha sacudido la tierra de los bolsillos y ha encontrado el equilibrio?
­ No, sigue habiendo tierra pero menos. El equilibrio es algo que buscamos todos. En mi caso tiene mucho que ver con andar en esa cuerda floja que es la música, que también puede ser la vida. Piensas en las metas… buscas el equilibrio e intentas mantenerlo.

En Muzikalia, se dice que usted es «un fiel representante de la España que lleva llorando una eternidad» y que mezcla en sus letras rebeldía e impotencia.
­ Sí, es cierto. Yo hablo de lo que veo aquí, en este país, en el lugar en el que vivo. Hay muchas cosas que me joden y que me gustaría cambiar. Sólo tengo un poder, ése que te da coger un micrófono y tener a gente escuchando lo que dices. Así que mi deber es informar, devolverle un poquito la esencia revolucionaria al hip hop. Los que escuchan los discos son los que tienen el poder de cambiar las cosas. Yo sólo soy un portavoz de lo que veo.

De hecho, todo el mundo coincide en referirse a usted como un cronista de la realidad. ¿Pero esto no debería ser algo común a todos los músicos sea cual sea su estilo? ¿No hablan los demás de la realidad? ¿De qué hablan?
­ Uf, no sé. Hay muchas músicas, mucha gente en esto. Si comparas mi trabajo con el de un cantautor puedes encontrar puntos en común pero si me comparas con… con… A mí no puedes compararme con Dinio por ejemplo. No tiene nada que ver conmigo. No cuenta nada. Ahora bien, si me hablas de Sabina o de alguien parecido sí que encontrarás similitudes porque también hablan de lo que ven. Nombré a Dinio pero me vale cualquier grupo de pop que cante chorradas. Ésa música es sólo un producto creado para vender. Mi música no está hecha simplemente para consumirla o para bailarla. Es para escucharla y entenderla.

¿Le gusta la idea de ver al público casi cara a cara?
­ No me preocupa tener al público a mi altura, todo lo contrario, normalmente acabamos bajando y cantando entre la gente. Lo que sí me preocupa es que no me vea la gente que está detrás.

¿Ha visto la película Ocho millas?
­ Sí, la he visto pero por curiosidad nada más.

¿Le gustó? ¿Tienen algo que ver Terrassa y Detroit?
­ No, nada que ver. Yo creo que ésa es la imagen que quieren que se tenga del hip hop en Estados Unidos y tampoco es eso. Allí el hip hop es como el pop, se usa para hacer dinero. En Europa es distinto, sigue ligado a movimientos contraculturales. ¿Sabes que me recordó la película? A lo que yo hacía con catorce, quince años. Como no había nada de hip hop, nos juntábamos cinco colegas o seis y nos íbamos a ver vídeos de rap en la MTV los sábados por la mañana a una tienda de electrodomésticos, al escaparate. Ahí pillábamos el nombre de los grupos y los que nos molaban los apuntábamos. Luego las tiendas los pedían por catálogo. Y por las noches nos íbamos a un descampado, cinta a piñón y a escuchar y cantar rap entre nosotros. Así empezó todo.

Las cosas han cambiado mucho. El hip hop cuenta en España con estrellas femeninas, a usted le ha dedicado El País de las Tentaciones. La portada…
­Y siendo de una discográfica independiente. Que si eres de una multinacional, la pagas y punto.

Y, por ejemplo, en un sitio tan pequeño como Pontevedra, un local dedicado íntegramente al hip hop hace unos años era impensable. Ahora hay uno, Dogma, siempre lleno de gente.
­ ¿Si? ¿Hay uno? Qué guay. Nos iremos de fiesta allí. Es cierto que esto ha cambiado últimamente pero todo tiene sus subidas y bajadas. Es una moda. Yo he vivido más momentos como éste. Son todos iguales. Es cierto que ahora el rap está más asentado, hay más público, más nombres… pero pasará. Mucha gente desaparecerá y volveremos a quedar los de siempre. Pero bueno, habrá que aprovechar este filón brindado por el éxito de Eminem y su tirón mediático. Si no lo hacemos ahora, a lo mejor no tendremos más oportunidades.

La suerte es un tema recurrente en sus letras: «digan lo que digan no es cuestión de suerte», «la suerte no encaja con mi perfil»… Tampoco le ha ido tan mal, ¿no?
­ Tampoco me ha ido tan bien. Me empieza a ir bien ahora pero yo  llevo 16 años haciendo rap. He dejado los estudios, he dejado trabajos, he dejado chicas… he dejado muchas cosas por el hip hop. Tengo que llegar a algún lado porque si no todo habrá sido una pérdida de tiempo y no me lo podría perdonar. El hip hop no es un hobby para mí, es una forma de vivir. Por eso me entrego en cuerpo y alma a esta mierda.

Belén López

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