PÁJAROS DE VERANO

Pájaros de verano

Cristina Gallego y Ciro Guerra (Bteam)

 

 

Cuando una película se sumerge en las convenciones de un género, en este caso el cine negro, sin duda queda limitada por sus reglas. No es el caso de Pájaros de verano que, aunque parte de los inicios del narcotráfico en Colombia, resulta una de las cintas más embrujadoras de los últimos años y una de las más rompedoras en ese género por dos razones principales.

 

La primera, que no se limita a ello, sino que además incorpora elementos de la tragedia shakesperiana (con las luchas entre los clanes-familias cercanos, dirigidos por el papel de una matrona inolvidable interpretada por Carmiña Martínez), el western o el thriller.

 

Y, la segunda, la más novedosa y cautivadora, que incorpora elementos de la cultura indígena, concretamente de los wayúu, con rasgos etnográficos y un lirismo nada velado que la elevan por encima del resto, contrastando el colorido de una forma de vida ancestral con el blanco desierto de la Península de la Guajira. Todo ello para hablar de formas de vida que se pervierten, generalmente por la injerencia externa, y que acaba afectando a las comunidades locales cuando sucumben a la llamada del dinero, la ambición, el poder y la traición, lo que acaba inexorablemente en una espiral de violencia desatada de la que no hay posible vuelta atrás.

 

 

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