ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 SPIRITUALIZED

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 SPIRITUALIZED

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 1997


Spiritualized, cimas astrales

 

 

(Ese sonido que se escucha a lo largo de los 69 minutos de Ladies And Gentlemen We Are Floating In Space! Sí, algo así como el sonido de un Brian Wilson joven con sus alucinaciones. ¿Qué es? Pues ni más ni menos que un grupo dispuesto a explorar los abismos más profundos y oscuros del vudú de Nueva Orleans, usando orquestas de jazz cósmicas y coros gospel.

 

Volvamos a la realidad por un momento -y hace falta echarse cubos de agua por toda la cara-. Porque Spiritualized, tal y como te dirán los que están enganchados en el mundo de Jason Pierce desde las andanzas de Spacemen 3 en busca de la prescripción ideal, están tan inclinados hacia las sustancias farmacéuticas que es fácil dejarse llevar por el gran número de conceptos que te lanzan desde sus discos.

 

Una vez claro esto, el álbum. Ya casi con dos años (el bueno de Jason se ha tirado 18 meses vagando por el mundo buscando la mezcla perfecta) y con 58 músicos en nómina, es, simplemente, una hazaña de dimensiones sísmicas. La obra de un hombre que, después de asimilar un abanico exagerado de influencias -de Frank Zappa a Sly Stone, por supuesto, pero también cualquier otra desde Elvis hasta Captain Beefheart, pasando por la última banda alternativa que puedas pensar-, ha conseguido crear un estruendo totalmente nuevo desde las ruinas.

 

 

Y de ruinas es de lo que habla todo el disco: el sonido de una relación no tanto en su momento más bajo sino completamente destrozada. Para ser francos, se trata de escuchar los diarios más privados de su autor convertidos en música. Los nombres reales y los sucesos son irrelevantes (aunque la teclista Kate Radley tiene algo que ver); es el dolor causado lo que importa.

 

La frase que lo abre lo dice todo -"lo que necesito es un poco de amor que se lleve el dolor"-, agitándose como una nana desde las puertas de la redención. El ánimo del disco queda fijado. El amor es la ley y, después de perderlo, nada que no sea el olvido que proporcionan las drogas puede evitar el dolor.

 

En el momento en que uno sale del analgésico gospel "Cool Waves" y de la demoledora colaboración con Dr. John de 16 minutos "Cop Shoot Cop", queda plenamente convencido de que, si existieran las catedrales sónicas, entonces Ladies And Gentlemen We Are Floating In Space sería todas las que hay en Europa fundidas en una sola.

 

Jason Pierce, amante despechado  y alquimista sónico, ha creado su obra maestra definitiva, eso es todo, y si quieres una parte de su genio ciego todo lo que tienes que hacer es encender uno largo, muy largo y dejarte mecer por él…

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 RUIDO, EL ESTADO DE LA ESCENA ESTATAL

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 RUIDO, EL ESTADO DE LA ESCENA ESTATAL

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ARTÍCULOS 1997


¿Mucho Ruido? y pocas nueces?

 

El verdadero estado del pop estatal

 

 

Por supuesto que una compañía tiene todo el derecho a exprimir su catálogo -y parte del de otros afines-  e intentar sacar el máximo rendimiento a su inversión. Máxime tiendo en cuenta que ese sello está siendo el único de los grandes mínimamente preocupado por dar cancha a la creatividad y a las últimas tendencias. Ruido?, ya en su segundo capítulo, el recopilatorio de parte de las bandas más representativas de los últimos meses, es su apuesta y su inversión, así como nuestra excusa para hacer balance de una escena ¿asentada? 

Les intentan colocar la denominación genérica de ‘tercera generación del pop estatal’ y, a fuerza de aceptarlo, van a tener que acabar creyéndoselo. Los lejanos albores de los 60 y la explosión sin precedentes de los primeros 80 les contemplan, aunque tal vez la rebeldía juvenil que se les supone les impida aprender de tal ejemplo o aceptar como propias algunas influencias evidentes y retenidas en el subconsciente -tan sólo Los Planetas, en un extraño alarde de sinceridad, han dejado caer sin demasiada convicción nombres como Mamá-.

Si asumimos a los repescados de la segunda época, su carta de nacimiento estaría fechada en la segunda mitad de los años 80. Precursores aún en activo como  Los Enenmigos, Javier Corcobado o Surfin’ Bichos -estos últimos ahora escindidos  en dos de las propuestas recientes más solventes: Mercromina y Chucho- se adelantaron a su tiempo fijando las bases principales de lo que vendrían a significar sus acólitos en los 90. 

Su principal preocupación es no socavar una serie de principios casi dogmáticos, reducidos a un sólo término: credibilidad. Las garras de las grandes empresas no se han afilado todavía en exceso, pero, ¿cómo hacerlo frente a bandas que nacen todas en la independencia más combativa? Por suerte, hasta ahora han preferido apostar por la opción minoritaria y sin recompensas claras, a base de discos de corta edición, giras vividas desde la furgoneta y pequeñas glosas en los medios especializados.

 

 

Lagartija Nick abrieron el camino del asalto a la multinacional, puede que quemándose en el empeño -y en el de su evidente carga intelectual-, y tan sólo Los Planetas consiguieron ir tras su estela manteniendo su fiel audiencia sin perder un ápice de la tan estimada credibilidad. Los Enemigos son caso aparte, por ser los más veteranos y haber vivido en sus carnes el continuo salto de compañía en compañía.

 

De eso se trata: contar con apoyo y distribución mayoritarias, con las mínimas renuncias y manteniendo el control sobre el producto final. La última avanzadilla ha conseguido lo más difícil: retener la supervisión sobre su trabajo con ediciones independientes y conseguir toda la promoción y el respaldo de la misma compañía multinacional, reservándose ésta un futuro fichaje si llegan a una mínima cantidad de ventas. Por ese camino transitan ya Australian Blonde, Penélope Trip, Nosoträsh, Corn Flakes y El Niño Gusano. De su suerte depende la continuidad y las futuras incorporaciones al modelo.

 

Dentro de esa aparente vocación de marginalidad, y siempre que asimilemos que todo lo que no se cuenta en miles de unidades queda reducido a una mínima repercusión, el idioma parece ser el otro elemento definitivo y el más insalvable, aunque no debería dejar de ser considerado algo accesorio. En una manifestación cultural que tiene al inglés como idioma mayoritario, lo cierto es que parte de los posibles destinatarios no dejan de dar la espalda a quienes no se expresan en castellano.

 

Lo importante deberían ser las canciones, y Maddening Flames, Manta Ray o Australian Blonde las tienen y podrían competir en igualdad de condiciones con sus coetáneos de más allá de las fronteras. Es una lástima pensar que si utilizaran el castellano su suerte podría cambiar radicalmente. Pero ahí volveríamos al capítulo de renuncias que no entran en el guión y, hasta el momento, sólo Paperhouse o My Criminal Psycholovers se han atrevido a traicionar sus planteamientos iniciales.

 

Al menos se ha conseguido un circuito más o menos estable de locales de aforo reducido, receptivas a este tipo de grupos, un fenómeno que siempre ha estado ahí, sobreviviendo con mucha voluntad, aunque reducido a su mínima expresión. Puede que el Norte haya puesto sus señas más evidentes y el centro geográfico de la explosión se ha trasladado de Vigo a Gijón -cantera inagotable del noise en inglés- y Donostia -con su cantera más entrañable y dulce: Le Mans, Family, Daily Planet, El Joven Bryan Superstar, La Buena Vida-.

 

 

Ya no cabe tampoco la excusa de los medios. Sigue sin leerse prensa especializada, pero hoy, más que nunca, la escena tiende a infiltrarse en los medios generalistas, sobre todo los escritos. Y no es porque los grupos hayan tenido un arrebato lúcido y vayan solicitando su hueco, sino que los grandes imperios de la comunicación necesitan renovar su clientela y van directamente a la yugular de lo juvenil e impactante, mostrando en el diseño, por otra parte, su desorientación y desconocimiento.

 

Mientras unos se alían con el pasado tipo Byrds -Los Valendas, Cocrodiles, Pribata Idaho- otros hacen del noise profesión de fe -El Inquilino Comunista, Cancer Moon-, y ya hay quien ha derivado de este camino al otro -Parkinson DC-. Justo en el momento en que la mayoría empieza a comprender que el mimetismo con un sonido tipo Pixies-Sonic Youth ha sufrido un uso y abuso que llevaba sin remisión al callejón sin salida más lúgubre.

 

Falta ambición y ganas de traspasar el reducido ámbito que ha dado carácter a la escena. Oasis es un ejemplo tan evidente de la misma situación -aunque en otras latitudes- que parece mentira que nadie se haya decidido a seguirlo todavía. Tal y como están las cosas, Los Planetas son los únicos con las ideas lo suficientemente claras como para seguir ese modelo y salir triunfantes. Cuentan con el beneficio de la duda y la falta de competencia directa.

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 ROLLING STONES

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 ROLLING STONES

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ARTÍCULOS 1997


Rolling Stones, los caminos babilónicos

 

 

 

La insistencia de los Stones en seguir haciendo discos notables viene impulsada, a la vez, por lo que parecen ser talentos diferentes, o sea el instintivo sentido para la música de Keith y el estudiado dominio del mercado de Mick. Si éste no estuviera ahí para actualizar la imagen del grupo e inyectar una dosis de contemporaneidad al sucio blues-rock cada poco, Keith podría haber acabado tocando el mismo riff una y otra vez. Incluso a veces lo parece pero, )qué importa si lo hace realmente bien? Y si Keith no estuviera ahí para mantenerse fiel a la base de Chuck Berry, Muddy Waters y sus antecesores en el reino del blues, Mick estaría seguramente saltando de un estilo a otro con resultados peores. Y no hay más que ver sus discos en solitario.

 

Lo más curioso de Bridges To Babylon es que, aunque Mick convenció a Keith y a su productor ejecutivo Don Was para traer a productores de sonido mucho más actual, como The Dust Brothers, Babyface -colaboración que no llegó a entrar en el disco- o Danny Saber -más conocido por su trabajo con Black Grape-, el resultado es puro Rolling Stones.

 

Al final, poco ha llegado del sonido moderno al disco: un sampler poco representativo de Biz Markie al final del single “Anybody Seen My Baby” -melodía robada del “Constant Craving” de k d Lang y no muy lejana tampoco de su “Beast Of Burden”-, unos sintetizadores en “Might As Well Get Juiced”, que demuestran que los Stones nunca pudieron entender los teclados, y el trabajo de Danny Saber en “Gunface”, escondiendo bajo la producción una melodía que no debía ser ya demasiado buena en su origen.

 


 

Por lo tanto, la esencia de los Stones permanece inalterable en nueve de los trece cortes del álbum. Por ejemplo, “Low Down”, empujada por la fuerza elemental del riff de guitarra de cinco cuerdas de Keith y la efectiva percusión de Charlie Watts -no hay máquina que lo pueda hacer tan simple como el viejo Charlie-. O “Already Over Me”, la clásica balada con piano y guitarra acústica en la que Mick se muestra insuperable, recordando a “You Can’t Always Get What You Want”.

 

Algunas canciones como “Saint Of Me” sugieren que lo que tienen los Stones no es tanto un nostálgico lazo con el pasado como un código o un idioma semi-secreto para construir sus discos. Algunos lo llaman experiencia y otros sabiduría. Tal vez la próxima vez, que seguro que la habrá, los Stones sean lo suficientemente valientes como para retomarlo donde “How Can I Stop” lo deja y preocuparse un poco menos de sonar actuales y sí un poco más por sonar atemporales.

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 ROCK INDIANA

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 ROCK INDIANA

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ARTÍCULOS 1997


Rock Indiana, el pop de guitarras

 

 

Decía Elvis Costello, hace unos cinco años, que "la nueva ola nunca existió: fue un invento de la prensa". Por si fuera poco, hay quien no quiere quitarle la razón al señor Costello y para ello se han puesto durante bastantes meses a la labor de darle forma escrita a aquello que él no vio, aunque formara parte de su lanzamiento.

 

Rock Indiana -Territorio Independiente- es una pequeña editorial que se encuentra en proceso de cambios importantes y que consigue con la edición de la Guía esencial del punk y la nueva ola un salto cualitativo de los que conviene tener en cuenta. Más que nada por la auténtica voluntad enciclopédica del trabajo, que bien podría competir con la Enciclopedia Británica en exhaustividad, aunque el objeto de sus trabajos sea bien distinto.

 

¿De qué trata esta Guía esencial del punk y la nueva ola? Ya desde el título queda bien claro, aunque conviene recalcar que el trabajo es de los que asustan por su envergadura. Tres personas se han encargado del trabajo (Fito Feijoó, Pablo Carrero y Pepe Palau), con la colaboración de Ángel Snap en la parte mod. En resumen, 114 páginas con tres columnas cada una y letra bastante pequeña, repletas de información sobre las bandas que comenzaron a partir del 76 y tomaron las guitarras como arma principal, muchas de las cuales ni sabíamos que habían existido.

 

Cada ficha, en riguroso orden alfabético, se ocupa de glosar las aventuras y desventuras de los grupos, con su historia, atinados comentarios críticos, reseñas, discografía, trabajos recomendados y selección de reediciones, explicando cuáles están aún disponibles, así como alguna ilustración gráfica de sus portadas. Puede que haya algún que otro error, algo que no sería nada extraño en una recopilación tan completa, aunque para encontrarlo hay que pasarse horas.

 

La parte final del volumen está dedicada a los sellos independientes de aquellos años, algunos tan decisivos como Chiswick, Demon, Factory, Stiff o Two Tone. Hay también un capítulo dedicado al precedente más directo de la escena, el pub-rock -representado por bandas como Eddie & The Hot Rods, Doctor Feelgood, Brinsley Scharz, Rockpile…- y otro consagrado al revival mod, parándose en bandas desconocidas pero lo suficientemente interesantes.

 

Con el libro no termina el trabajo. Hace unos meses Rock Indiana había editado un compacto titulado Any Time, Any Wave, con quince temas clásicos del pop de los últimos años setenta y de principios de los ochenta, interpretados por bandas del pop estatal de ahora mismo. En aquel disco grupos como Protones, Los Hermanos Dalton, Berracos, Vancouvers, Radio 77 o Shock Treatment se dedicaban a repasar el legado de Graham Parker, The Clash, The Knack, Elvis Costello, Plimsouls, Jam, Squeeze, Nick Lowe, Paul Collin’s Beat…

 

 

Así que la jugada vuelve a repetirse. Para esta ocasión, la Guía esencial del punk y la nueva ola se vende con el compacto Any Time Any Wave II por 2395 pesetas. En este caso, hay grupos del Estado, de los EEUU, Suecia, Finlandia, Francia y Australia haciendo versiones de temas de Boomtown Rats, Buzzcocks, Damned, The Nerves, The Police y hasta incluso de la francesa Lio.

 

Hasta ahora la editorial Rock Indiana era conocida por sus fanzines, de los que llevan publicados 8 números, dedicados casi exclusivamente al rock and roll de guitarras en el más amplio sentido de la palabra: beat, power-pop, rhythm and blues, garage, punk-rock, etc. Si hay algo que sorprende es lo cuidado de su edición, con portadas de lujo, buena reproducción de fotografías y excelente maquetación.

 

En esos 8 números puedes encontrar entrevistas o reportajes sobre Paul Collins, Madenning Flames, Only Ones, Valendas, Posies, Redd Kross, Ross, Matthew Sweet, Dover, Blondie… Y cada uno de los números lleva un EP de 3 o 4 canciones de algunos de los mejores grupos de guitarras de por aquí: Protones, Berracos, The Heartbeats, Monotors, The Crepitos, Happy Losers…

 

También cuentan con actividad discográfica propia al margen del fanzine, editando referencias del pop más clásico, vitalista, directo, energético y sencillo, convertidos en uno de los sellos más especializados del Estado. Entre los grupos de su catálogo están todos los citados en el párrafo anterior más The Dayfriends, The Wakes, Los Brujos y Aneurol 50.

 

CONTACTO:

Rock Indiana

Apdo. 150.257

28080 Madrid

Tel: 91- 5615371

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 RADIOHEAD

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 RADIOHEAD

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ARTÍCULOS 1997


Radiohead, el concepto y la miseria

 

 

 

A pesar de las miles de horas que me he tirado al lado del tocadiscos, tengo que admitir que me asusto cada vez que escucho aquello del álbum conceptual y lo del rock progresivo. Nunca he podido con ellos. Por suerte, aún queda algo de esperanza para todos los que sienten algo parecido gracias a OK Computer de Radiohead.

 

Inconscientemente, Radiohead han caído en ello. Cada uno de los doce cortes de OK Computer viene marcado por una sensación de impotencia con el mundo que nos rodea. Lógico: a menos que seas un superhéroe de ficción o tengas a una multinacional a tu servicio, no hay nada que hacer para cambiar esta sociedad.

 

Pero es la desmedida ambición lírica y la exploración musical sin límites lo que distancia a Radiohead de esos conceptos y de caer en los errores tipo U2 -la sombra de la comparación que siempre les ha acompañado y que sigo sin ver-. Sólo ellos -y, tal vez, Spiritualized y The Verve- han conseguido construir la música más nueva e interesante de este año y dejar profunda huella.

 

Después de "Creep", la perfecta canción pop que todos buscan superar y que es aún su mayor éxito, su primer disco Pablo Honey fue prácticamente ignorado por el gran público. Se convirtieron en el grupo en boca de todos pero que nadie había oído. Después de encerrarse con sus ideas regresaron con The Bends en el 95, demostrando que había un crecimiento musical tan inesperado como sorprendente. Aunque nada podría habernos preparado para lo que estaba por venir.

 


 

OK Computer muestra que Radiohead ya no atiende de ninguna manera a las demandas de la música popular. Quemados por el éxito de "Creep", Radiohead ya han cumplido con los medios. Ahora, liberados tras su penitencia, se dedican a explorar y expandir su sonido, convirtiendo sus canciones en experimentos sónicos que desafían todas las convenciones pop. Lo único que permanece inalterable, y aún más evidente, es el deprimente mundo interior de Thom Yorke.

 

Algo que comparte con los que son sus teloneros en esta gira, Sparklehorse, quienes en el 96 editaron uno de los discos más aclamados del año y de título más complicado Vivadixiesubmarinetransmissionplot. El líder de este quinteto de Virginia, Mark Linkous, vive atado a una silla de ruedas desde que sufrió un accidente provocado por anti-depresivos.

 

Su voz, la más triste que puedas escuchar en un disco, se regodea en su propia miseria y se arrastra por cada canción hasta conseguir arrancar una sonrisa. En otras ocasiones se acelera y canta al placer de calarse hasta los huesos -"Rainmaker"- o de  dejar a su chica tirada en la autopista por no compartir su punto de vista -"Someday I Will Treat You Good"-. ¿Referencias? Neil Young, Flaming Lips, Johnny Cash, Kurt Cobain, Mark Eitzel, Palace, Lambchop…  

 

Xavier Valiño
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