P J HARVEY TO BRING YOU MY LOVE

 

P J HARVEY: To Bring You My Love (Island – Mercury, 95)

 P J HARVEY - To Bring You My Love

            Aún hoy provoca una sonrisa condescendiente pensar que To Bring You  My Love fue presentado por algunos como el álbum accesible de P J Harvey. Sería por su sonido, minimalista pero menos agresivo, porque lo que eran los textos… Ya, ya, así que el primer single “Down By The Water” era una cruda balada sobre una suicidio por ahogamiento. Y el resto del disco no hablaba más que de conductores que buscan prostitutas desde su coche, encuentros satánicos, embarazos escalofriantes, sexo compulsivo, llanto sin fin e imprecaciones suplicantes al Señor que está ahí arriba. 

            Está claro que, al menos, To Bring You My Love no se dedicaba a destrozarnos el sistema nervioso sin respiro tal y como habían hecho sus dos primeros discos, Dry y Rid Of Me –álbum este último que tuvo réplica en la colección de maquetas aún más desnudas 4-Track Demos-, todos ellos discos tan crudos que ni su propia autora podía escuchar seguidos en su integridad. Tampoco conseguía que The Holy Bible de los Manic Street Preachers, uno de los discos más duros jamás grabado, pareciese ligero en comparación como había sucedido con los anteriores. Ni tampoco lograba aniquilar al oyente con napalm a los pocos minutos de empezar su escucha. No, pero nadie puede decir que fuera reconfortante o que mostrase alguna luz al final del camino en el desolador panorama de una discografía imprescindible. 

            El paisaje cáustico y monocromático de Rid Of Me, en el que la autora hacía un relato desolador de la vida en el mismo momento de una ruptura, sin importarle en absoluto lo perturbadoras que pudieran llegar a ser sus imágenes, sugería que P J Harvey estaba llegando a un callejón sin salida. Por suerte, no estaba más que preparando el camino para el siguiente paso. Para su tercer disco auténtico, Polly Jean reclutó a una formación enteramente nueva, y dio el proverbial paso de gigante hacia la grandeza. Todavía seguía siendo ella sin duda alguna –sensible, melódica, abrasiva y encarada-, pero los medios utilizados para conseguir el resultado ampliaron su campo de acción. 

            Sobre su omnipresente voz inmensa y su guitarra serrada, la producción salvaje del disco enviaba los instrumentos agolpados en la mezcla a ángulos insospechados –juega con el botón del balance y lo comprenderás-. Aún así, las canciones parecían haber sido destripadas hasta su mínima esencia, sin emplear a menudo más que un riff de blues esquelético, interpretado tanto a la guitarra como al bajo, y una base de órgano con apariencia de canto fúnebre que ayudaban a componer un ambiente cargado de presentimientos y tensión. Tal vez con la excepción de Kurt Cobain, ningún otro artista de los 90 castigó su psique tanto como P J Harvey en este disco angustioso y, a la vez, hermoso.

Recomendado en una línea similar: 

Rid Of Me de P J Harvey (1993)

 

 

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