ORISHAS

Orishas, tumbao,  guaguancó y rap

 

        Con puntualidad afrocabalística -cada tres años, un disco-, el trío que colocó en el mapamundi el rap cubano afronta una nueva reválida. Lleva el nombre con el que, de acuerdo al argot de la isla, se conoce el céntimo de la moneda nacional: El Kilo (EMI, 05).   

        Principales responsables de la expansión hacia el Caribe latino del inabarcable universo del ritmo y la rima en su debut, A lo Cubano (Chrysalis-EMI, 99), Roldán, Yotuel y Ruzzo se convirtieron en una de las referencias del hip-hop internacional con Emigrante (EMI, 02).  

        Este fin de semana tendremos ocasión de comprobar cómo su directo se convierte en una máquina perfectamente engrasada que mezcla la tradición del folklore y la vanguardia urbana en Arzúa. Recorriendo la difícil orografía de mercados tan escarpados como Inglaterra o Brasil, Orishas han convertido a su particular santería musical a los grandes festivales europeos, escribiendo su nombre en el cartel junto a los de Manu Chao, George Clinton, Patti Smith, Macy Gray, Alanis Morissette o Tool.  

¿Cómo es este nuevo disco?

– Roldán: Se parece más a A lo cubano que a Emigrante, que fue un disco de transición. Retoma la fuerza del primero, aunque mantiene algo el calor de Emigrante… Nos sitúa en un punto que no sabemos si será definitivo.

– Yotuel: Tiene más intelecto. Y ciertas impresiones. Tiene la ayuda espiritual y musical del productor Andrés Levin, quien nos llevó al límite de nuestro rap, canto, melodías, letra, música… Nos hizo descubrirnos mucho más. Resume seis años de trabajo.

– Ruzzo: Tratamos de dejarlo lo más simple posible eliminando el trabajo de samples, manteniendo un balance entre hip-hop y música tradicional cubana. Se trata de hip-hop simple y sin samples, formulado a partir de ritmos y tumbao, en clave de rumba y guaguancó.  

Parece que hay una fidelidad al estilo del trío, ahorrándoos casi todos los pasos, componiendo, interpretando y grabando en el estudio.

– Ruzzo: Como siempre, de las maquetas al estudio.

– Roldán: Los textos salen directamente ahí. Preferimos naturalidad y frescura a detalle. Si es un día más enérgico, sale la fiesta; si es un día lluvioso, sale algo más introvertido. En los temas, la mujer, la religión, la calle. Ocho compases cada uno, y un refrán.

– Yotuel: ¡Ocho compases y tírate!

¿Representáis la música popular cubana del futuro?

– Ruzzo: No.

– Roldán: Ojalá sí, Ruzzo, ojalá sí.

– Yotuel: Tal vez.

El Kilo es ya vuestro tercer asalto.

– Roldán: La música se ha estancado. Vivimos de recuerdos. Lo moderno no existe ahora mismo. Entre mierda y nuevo, se ha hecho demasiado. Hay que inventar instrumentos nuevos, agregarle dos notas a las siete que hay. Y, como dicen en el boxeo, pesar más de 91 kilos para que apuesten por ti.

– Ruzzo: La cosa no es llegar, es mantenerse.

– Yotuel: Por eso este disco es clave.

¿Qué nos podéis contar de cada una de las canciones de El Kilo?

– “Nací Orishas” recuerda, en efecto, a cualquiera de los momentos más contundentes de A lo cubano, puro changó-flow habanero entre Ruzzo y Yotuel, arbitrado, a bote pronto, por el inconfundible swing sonero de Roldán. “Distinto” es otra cosa: hip-hop suave, sincopado, rico en mensajes líricos, con una espléndida coda de percusión. Enlaza con “Elegante”, donde las trompetas se abren hacia todo lo latino, el ragga y el dub llevan hasta Kingston-Jamaica y el trance conduce a las pistas de baile.

“El Kilo” es puro rhythm & blues latino, con su guitarra acústica y un reparto de papeles vocales que se ponen de acuerdo en un estribillo sobre verdades y mentiras. “Que se bote” es otro tumbao moderno, con una misma rima con tres cabezas. “Reina de la calle” tiene, de nuevo, el timbre privilegiado de Roldán en un tema de obvio destinatario femenino y argumento en metálico. “Tumbando y dando” es otra muestra de contundencia y vuelta a los orígenes. Y con “Al que le guste”, no podía faltar un poco de sentido del humor, ni la clave de guaguancó, ni el tradicional tres, ni un guiño al maestro Rubén Blades.

“Por amor al arte” es uno de los temas más melódicos, con nueva salva timbera que se vuelve tradicional gracias a la sensacional sección de metales y el estribillo pegadizo. “El bombo” lo llamamos electromambo, con reminiscencias de A lo cubano. “La calle” parte de la base de un folclore latino indefinido que sirve para soltar la lenguaraz verborrea sobre latidos digitales, castañuelas, marimba y guitarra. “Stress” es un recordatorio que nunca está de más: vivir el instante. “La vacuna” es un himno a uno de los dioses primigenio, a lo Dr Dre. Y para el broche, “Quién te dijo”, o cómo acallar murmuraciones sobre la dispersión de Orishas. 

Xavier Valiño

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