NADA SURF 2008

Nada Surf, aura de héroes

 

 


Perseverancia, constancia, fe en sí mismos… A Nada Surf no se lo han regalado. Sólo tenían sus canciones y una decidida idea de no dejarlo fácilmente. Tras su anterior álbum, The Weight Is A Gift, el grupo estuvo recientemente en España para dar tres conciertos, entre ellos uno en Vigo. Pero, además, estos conciertos tenían una sorpresa incluida: su nuevo disco incluido en el precio de la entrada.

Con esta mini-gira, Nada Surf regresa a España. No lo hacían desde que dieron un concierto en el Festival Internacional de Benicassim de 2006. En este tiempo han estado preparando nuevas canciones y dando forma a lo que es su quinto disco, Lucky,  que en estos días presentan en directo en tres ciudades del Estado: Madrid, Bilbao y Vigo.

 

Pero Matthew Caws, Daniel Lorca e Ira Elliot no quieren que estos tres conciertos sean lo típico, sino que esconden un as en la manga: con la entrada al concierto regalan el disco. Un disco que, por cierto, no estará a la venta en tiendas. Ellos han decido no hacerlo de la manera tradicional y, curiosamente, España es el único país donde se produce esto. Hablamos con Daniel Lorca, el componente español de este grupo con base en Nueva York.

 

¿Por qué habéis dado este paso?

En España hemos tenido relaciones con casi todos los sellos, ya sean multinacionales o independientes. Han sido generalmente situaciones bastante malas y, aunque hemos tenido similares problemas en otros países europeos, en Suecia, por ejemplo, no tengo a familia o amigos que me llaman al móvil para quejarse de que no encuentran el disco por ningún lado, o que no lo pueden pedir porque no figura en los catálogos de su tienda. Así que aunque les tengamos mucho cariño a las independientes españolas, la realidad es que el compacto es un dinosaurio en vías de extinción y la mayoría de la gente se va a bajar el disco o se lo copiara a alguien.

 

¿Os podéis permitir regalar este quinto disco, Lucky?

– Como los realmente independientes somos nosotros, podemos permitirnos simplemente regalar el disco a cada persona que venga al concierto, dándoles además la ocasión de comprar más copias en la sala, pero por cinco euros, o quizás incluso menos. Yo creo que sabiendo que lo que están comprando viene directamente del grupo, y que se les ofrece con cariño y sobre todo respeto, la gente nos apoyará y al final habrá mas copias ‘legítimas’ circulando.

 

¿El público os trata de distinta forma en Europa?

            – La cosa ha ido bastante pareja. Es cierto que en algunos países hemos tenido una trayectoria más continua, y no en los Estados Unidos, debido a que nuestra compañía, Electra, no quiso publicar nuestro segundo disco durante dos años y medio. Con Let Go encontramos seguidores nuevos que ni sabían que teníamos dos discos antes. Lo que tenemos es una especie de aura de héroes de la música, de gente que consiguió superar los obstáculos de la industria. Nosotros seguimos adelante y, por ejemplo, Electra ya no existe. También tuvimos la mala suerte de que los únicos sellos que nos ofrecían contrato entonces eran las multinacionales. No somos un grupo de un único país; queremos llegar a todos lados, por lo que así nos va mucho mejor. De la otra forma, la división local de la multinacional podía decir que no le apetecía sacar el disco y no nos quedaba más que aguantar.

 

¿Se puede decir que vuestros discos van logrando un sonido más clásico, con más melodías?

            – Sí, aunque no ha sido fácil llegar aquí: hay que tener en cuenta que nadie en el grupo quería cantar al principio, que incluso llegamos a poner anuncios para buscar cantante. Ahora nos fijamos mucho en las melodías y en las armonías.

 

Mirando atrás, ¿fue vuestro tercer disco, Let Go, la expresión definitiva de vuestro sonido, lo que andabais buscando con los dos primeros discos?

            – También con Proximity pensamos que era así. Por suerte, evolucionamos, y nunca nos hemos catalogado, lo que hace que se puedan esperar cosas distintas de nosotros. A la hora de hacer un disco, es todo un lujo no tener ninguna hoja de ruta. Al contrario que nosotros, otros grupos que me gustan ya sabes cómo van a sonar y lo que la gente espera de ellos. Con Let Go descubrimos que podíamos tocar más lento, nos soltamos, y eso hay que tenerlo muy en cuenta, porque se entiende lo que dices y la gente le puede prestar más atención.

 

¿Fue difícil darle continuidad a Let Go?

– Siempre cuesta, máxime teniendo en cuenta que, en nuestro caso, no vamos directamente a por un disco, sino que nos dedicamos a juntar canciones, descartar unas, grabar otras… No hay nada preconcebido. Cuando las unimos en un disco, algunas llevan media hora y otras, años. Para nuestro anterior disco habíamos grabado casi 30 canciones, aunque juntamos las once que nos apeteció más acabar. Como estuvimos muy metidos en los detalles, es muy difícil saber cómo lo ve la gente desde fuera. Cuando lo escuchamos con algún amigo, es cuando sabemos si estamos ante un buen disco o no. En el caso de Let Go nos dimos cuenta tres meses después de editarlo.

 

Supongo que en algún momento pensasteis en dejarlo. ¿Cuál fue el instante crítico?

            – Nunca lo pensamos. El momento crítico podría haber sido cuando nuestro sello se negó a editar el segundo disco, pero, por narices, nos empeñamos a seguir. Ellos no iban a acabar con nosotros. Ya sabes cómo funcionan: prefieren matar a un grupo que dejar que les vaya bien con otra compañía.

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