MUS

Mus, diario atlántico

         Mónica Vacas y Fran Gayo presentan un segundo disco de larga duración, El Naval, mucho más personal y orgánico, lejos de sus escarceos electrónicos. Mus reniegan de los somníferos y reclaman toda nuestra atención.

– ¿Es El naval la continuación de Alma

No: en cierta manera Alma estuvo desde un principio supeditado a El naval, incluso antes de su existencia. Sabíamos que tras Fai necesitábamos un cambio de eje radical, pero sin saltos bruscos, así que necesitábamos un puente entre ambos discos. Cuando estás acostumbrado a grabar todo tú, y dar mínimas explicaciones se te hace cuesta arriba trabajar en términos de terceros, con otra gente. De ahí que primero hiciésemos Alma, para pisar terreno firme, y luego nos involucrásemos en un proyecto más intimo.  

– ¿Os sentís ahora más cómodos como para usar otro tipo de instrumentación?

Antes ya habíamos usado metalófonos, violines o guitarra, además de teclados. Lo único que hemos hecho ahora es volcarnos en una base rítmica mucho más orgánica, bajo más batería, que creemos es la única posible para estas canciones. 

– ¿Cuál ha sido la aportación de los tres colaboradores en este disco?

En líneas generales, en todo momento procuramos que grabasen sin prácticamente referencias, como mucho una claqueta, una guitarra que nunca era la definitiva y en algunos casos ni eso. Desde luego, nunca contaron con la referencia de voz o letra. Digamos que caminaban un poco a oscuras y dando palpos. Luego nosotros cogíamos lo que nos gustaba, lo recortábamos y la canción iba creciendo. Es un método poco ortodoxo, egoísta por nuestra parte, y quizás complicado, pero tienes un tanto por cierto de posibilidades bastante alto de que surja lo inesperado, para bien y para mal.  

– ¿Qué nuevos descubrimientos musicales han impulsado a Mus en esta dirección?

Desde Alma hemos oído poca música, y los descubrimientos que han dado forma a El naval han sido más personales, privados. En los dos últimos años no han dejado de pasarnos cosas, buenas y malas, que están en el disco. 

– Ahora conocemos a Mus con instrumentos convencionales. ¿Es posible una vuelta a los sonidos electrónicos? 

No lo creo. No al menos al concepto de la electrónica en su momento más repeinado, el que coincidió con la edición de Pigaz.  

– Ahora que vuestra música está más apegada a la realidad, ¿ya no hay sitio en Mus para la música tradicional?

Está bien recuperar esos milagros anónimos a los que la SGAE aún no ha podido meter mano, ayudar a que no caigan en el olvido, pero para nosotros es también importante ir aportando cosas para crear una nueva música asturiana. De todos modos, cuando estábamos cerrando el disco dimos con una letra tradicional que posiblemente trabajemos en breve. 

– ¿Qué ecos os llegan de la respuesta en los Estados Unidos -y en otros países- a vuestra música? 

Muy difusos, pero agradables, especialmente por parte de USA. La crítica americana que nosotros conocemos es extremadamente amable y para que pongan peros a una referencia debe estar sobradamente justificado. Da un poco la sensación de que siempre buscan y rebuscan hasta encontrar el lado más pulido de cada trabajo. En nuestro caso todo han sido elogios así que nos tienen contentos. 

– ¿Es Aida vuestro trabajo más experimental? ¿Hay posibilidad de que vea la luz por aquí? 

Eso habría que preguntárselo a los sellos Acuarela y Darla. Sobre lo de la experimentación, posiblemente El naval tenga mucho más de tanteo e incursiones en terrenos nuevos para nosotros que Aida, que tenía un porcentaje mínimo de planteamiento teórico y mucho de juego. 

– ¿Qué apuesta tiene Mus con el asturiano?

No es una apuesta, somos asturianos y hacemos música en asturiano, es lo lógico. 

– ¿Es la señardá el equivalente a la morriña gallega? 

Puede ser. En cualquier caso, es un sentimiento poco sofisticado que tiene más que ver con Manuel Antonio que con Rosalía. En el fondo, es un tipo de sentimiento que posiblemente esté omnipresente en buena parte de la música popular con influencia atlántica.  

– ¿En qué parte de la península tenéis mayor aceptación?

No tenemos ni idea, posiblemente en las capitales culturales, por mucho que nos joda y nos resulte paradójico. 

– ¿Sigue siendo aquello de «canciones para conciliar el sueño” la mejor definición del sonido de Mus?

Ya nunca más: por primera vez pedimos un poco de atención, no se puede dormir y a un tiempo leer un diario ajeno.  

– ¿Sois conscientes de hasta donde podéis llegar con vuestra música, de las cuerdas sensibles que podéis tocar en la gente?

Esperamos que sea así, que se produzca eso que se da en llamar empatía. Para nosotros lo más especial que ha ocurrido con esta grabación es que por primera vez nos hemos conmovido grabando algunos pasajes del disco, antes éramos bastante más cerebrales. Pero ya se sabe, con los años se te van ablandando las carnes y lloras por todo… 

– Vuestra propuesta se ha hecho más apta para el directo. ¿Pensáis hacer algún concierto?

Lo justo. Dimos una actuación en Uvieu hace unos días que estuvo muy bien, una cosa muy íntima, un concierto muy para los de casa. Ya se verá en octubre. Galicia no sería un mal sitio, teóricamente se nos debería entender al menos por la proximidad geográfica, cultural y lingüística. 

Xavier Valiño

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