MERCEDES PEÓN

Mercedes Peón, cantar de bois

 

 

 

Imponderables del destino. Ante la realidad ya de la edición de un cuarto disco de Mercedes Peón, titulado …—… (o sea, SOS en código Morse, aunque también se preste a otras interpretaciones literales), tocaba una conversación en profundidad con la cantante, intérprete y compositora gallega. Sus tres discos anteriores, su pasado en la recogida de campo durante 20 años de la tradición popular gallega, sus premios, su repercusión internacional, su papel como una de las artistas más desprejuiciadas e inquietas del panorama actual…

                                                                       

 

Todo estaba pensado para hablar con ella cara a cara, pero no pudo ser. En la transición del verano al invierno, otoño por medio, un resfriado pilló a Mercedes Peón y la charla quedó trastocada. No sólo eso, sino que durante varios días tuvo que quedar recluida en cama, suspendiendo los ensayos de su inminente gira y todas las citas de su agenda. Sin embargo, el virus no pudo con todo. No podía ser en persona, pero sí que estaba muy interesada en hablar con Ritmos del Mundo.

 

Y lo que encontramos fue a una mujer muy segura del camino que emprendió hace diez años y, sobre todo, enormemente satisfecha del rumbo que han tomado las cosas en los últimos tiempos. Si en disco se muestra tan libre como siempre, ahora también tiene la suerte de dar rienda suelta a sus inquietudes en los escenarios. Y no nos referimos sólo a que interpreta sus canciones tal y como las ha concebido en el mismo tipo de gira convencional que pueden hacer otros artistas, sino que también lleva a cabo un tipo de espectáculo distinto, más experimental, en el que ella sola en el escenario va creando ambientes a base de samplers, voces e instrumentos.

 

Si durante esta década le han llovido los reconocimientos de la crítica internacional y estatal, ahora también son los programadores los que ven en su propuesta algo único y especial. Hablamos de todo esto Mercedes Peón, quedándonos claro que mejor dejar a un lado las etiquetas de folk, música tradicional o rock.

 

Siguiendo una pauta de más o menos disco nuevo cada tres años, aparece tu nuevo álbum en 2.010. ¿Qué fue lo que te motivó en esta ocasión a componer, lo que te impulsó a escribir nuevas canciones?

– Estoy inmersa desde hace 10 años en un proceso creativo. Todo me lleva a expresarme con mucha más claridad a través de mis composiciones. Me impulsa un gusto por el trance simple y directo. Sensaciones sonoras vividas a través de magnificar sonidos reales en mi cabeza como obras electroacústicas acompañadas de imágenes, como puede ser pasearme por Sao Paulo, con cascos, grabando en tiempo real todos los sonidos que sucedían a mi alrededor. Pensamientos, recuerdos de situaciones vividas, intuiciones del pasado mezclándose como si fueran capas simultáneas que se presentan en el mismo instante… ¡Ah! Y también que es mi manera de ganarme la vida, económicamente hablando.

 

¿Es un disco en el que simplemente se recopilan canciones compuestas durante este tiempo o tiene una unidad pretendida de antemano o encontrada después?

– Es una pregunta muy buena y difícil de contestar. Aunque os parezca contradictorio, son once canciones interrelacionadas entre sí, surgiendo de forma individual, aunque unas provocaciones me llevaron a otras. Este disco se puede escuchar fragmentado, pero os invito a que le deis la oportunidad de tener vida propia y que una tarde, sentados en algún lugar evocador, os dejéis impregnar por esta obra como un todo.

 

Sós: llamada de ayuda, ‘solos’ en gallego, ‘eres’ en Argentina. ¿Cuál te llamaba más la atención para titular el álbum así? ¿Algún significado más que se me escapa o alguno distinto que tú le quieras dar?

– El disco se titula …—… (en código Morse). Es un título sonoro, universal y mecanizado. Parece ser que lleva implícito un grito de socorro, pero para mí no es así. La dignidad de lo singular ya sean pueblos, forma de vida, valores, etc., debería de respetarse per se. Este título es una llamada de atención sonora. Atiende, fíjate en las señales. Paralelamente lo titulé “sós”, por la sensación de separación que tenemos los humanos. ‘Eres’, en argentino, no lo había pensado, pero desde luego ya va a formar parte del imaginario de este disco. Todo convive maravillosamente. Hay una palabra para pedir ayuda en gallego preciosa que es “valédeme” [valede (valer)me].

 

Hay guiños al cha-cha-chá y la música cubana en «Sao Paulo», reggae mestizo en «Anacos», aunque nunca un único estilo marca la canción. ¿Con qué estilo no te atreverías o te impone mucho respeto?

– No trabajo con estilos determinados. Tampoco me fijo en cómo se produce o se debe arreglar tal tipo de música. Intento transmitir una sensación, una emoción. El tema al que te refieres está lleno de capas que se entremezclan. Imagínate andando por Sao Paulo: coges el metro, sales al centro, las tiendas con música que sobresalen en calle, gente hablando, helicópteros entre rascacielos y esta personita dejándose llevar por esa selva artificial, asfalto, con todos los sonidos que me surgen de mis recuerdos y la emoción que me provoca. Sí hay un chachachá, pero son 10 segundos en un tema de 5 minutos. Es una ensoñación, me atrevería a decir que cinematográfica.

 

Incluyes una nana. ¿Se podría decir que es más personal que otras canciones por eso? ¿Cómo te enfrentas a una canción así para que no suene ‘almibarada’?

– El tema anterior a la “Nana meus” es “Desaparecer”, y la nana es nacer. Para contestarte directamente a la pregunta te diré que todo el disco es personal. Nace de la mas absoluta soledad y del diálogo interno conmigo misma.

 

Desde tu punto de vista, ¿en qué se concretaría tu evolución en este álbum frente a los anteriores?

– En que la vida transcurre y esto que escucháis es lo de ahora. Sin más. La evolución la entiendo como algo lineal. Tal vez, estamos en situaciones más complejas, pasado, presente, vidas paralelas que se entremezclan. El intelecto, saber más, tomar caminos en un mismo sentido, me parece que ya no soy consciente de esto.

 

Con el tiempo, ¿te parece que ha cambiado lo que quieres decir en las canciones o que ha cambiado la forma en la que lo dices?

– No sé psicoanalizarme. Seguro que alguien conocedor de mi transcurrir compositivo puede contestarte mejor que yo.

 

Cuando acabas un disco, ¿cuál es tu relación con él? ¿Cómo te sientes? ¿Es algo que quieres escuchar de nuevo?

– Creo que este disco es el que puedo y quiero escuchar continuamente. No le veo defectos, que los tiene, pero son defectos bellos. Firmo y confirmo el resultado final. Esto es consecuencia de que la producción fue un proceso sin prisas. No tuve que ceder por presiones de tiempo y, con José Puga al lado, un técnico de sonido excepcional, me permitió no dejar cabos sueltos en lo que a la emoción se refiere.

 

 

 

Siempre me ha parecido, ya desde el primer disco, que tu carrera musical sería muy larga. ¿En algún momento llegaste a pensar que tenías un plan para tu vida en la música, un objetivo, una intención? ¿Crees que te defines a ti misma por lo que haces?

– No. Tenía que hacerlo y lo hice. Y cuando no tenga nada que contar, lo dejaré. Tampoco creo que me defina por lo que hago. Creo que no.

 

¿Cuál crees que es la utilidad social de la música?

– La música de creación colectiva, la música que surge de la necesidad de comunicarnos a través de otro nivel de conciencia, la música que nos cura y nos hace formar parte de un todo, es la tradicional. Nunca estática, con evoluciones insensibles, sin liderazgos, que el tiempo, si los hubo, se encarga de borrar. Esta música unida a la danza (también tradicional) es la naturalidad con la que deberíamos de crecer todos. Esa carencia crea frustración. No me refiero a los grupos folclóricos, aunque sus componentes estarían de acuerdo conmigo si tuvieron experiencias con las recogidas de campo. Esa música tiene su función; es la propia vida expresándose con toda la fuerza de la creación.

 

¿Cuál debe ser el papel del artista?

– ¿El papel de los artistas? Yo estoy posicionada en ciertos temas claramente. Pero mis posicionamientos son como artista y como persona. Procuro no arrastrar a nadie conmigo, pero digo lo que siento y ejerzo mi derecho a hacerlo. La responsabilidad de los artistas tiene que ir acompañada de la sociedad en general y no se les puede cargar con cosas que nos pertenecen a todo por igual.

 

¿Sigues haciendo trabajo de campo? ¿Qué recuerdos hay de aquellos años recorriendo los pueblos de Galicia? ¿Hasta qué punto sirvió aquel trabajo? ¿Y en tu música en concreto?

– Fueron 20 años o más. Fue lo que mas me marcó en mi evolución como persona (desde los 13 hasta los 35 años). Valores de respeto, amor por lo singular, entender lo natural por encima de moral… Tener el privilegio de conocer esa creatividad de la que te hablaba anteriormente, su evolución. No tengo palabras para la belleza inmensa que se me mostró ante mis ojos, mis oídos, y finalmente poder participar como una gota mas de esa fuente, las gentes de los pueblos de Galicia, mi gente querida, yo misma. Este sentimiento lo vais a encontrar en el tema “Desaparecer”. Todo eso no me sirve para mi trabajo, sino que forma parte de mí.

 

En su momento fuiste una de las imágenes más reconocibles de la Televisión Gallega. ¿Fue todo aprovechable para dar a conocer la música popular, para impulsar tu despegue, o hubo algún aspecto que no recuerdas con agrado, que no repetirías, que no recomiendas?

– La televisión no tuvo ningún tipo de relevancia en mi carrera musical. El disco Isué fue visto por la crítica europea e internacional como uno de los discos mejores del panorama musical del momento. Las radios asociadas a la BBC3 no tenían ni idea de mis trabajos paralelos de antropología o discurso teórico que desarrollaba desde hacía años en mi tierra, ni de conferencias que estaba dando por universidades, ni tampoco de mis trabajos en asociaciones intentando que no se perdiera el acervo cultura de mi tierra. La televisión como medio impactante para esta sociedad moderna aportó luz, autoestima y trascendió la relación preciosa que se estableció entre las personas que llevé a ese programa (278 pueblos de toda Galicia) conmigo. Fue importante para nosotros, para nuestro auto reconocimiento como pueblo singular y maravilloso.

 

¿Cómo se te recibe en otros lugares? ¿Alguno más favorable a tu música o alguno que la entienda menos?

– El mundo de las programaciones acertadas tiene que ver más con ‘el / a programadora’ que con ‘el / la artista’. Mi música es universal, el caso es saber comunicar. A día de hoy he participado en más de 300 festivales internacionales. Me programan como world music, folk, fusión, rock, etc. También convivo con otra propuesta musical, performática, totalmente sola en el escenario, creando un ambiente íntimo pero duro, lleno de ruidos, gritos, dulzura, reivindicaciones. Voy construyendo a través de samplers, semi-batería, clarinetes, voz, gaita, etc., mi mundo sonoro. Mucho más experimental, programada en escenas contemporáneas. Esta propuesta se podrá ver en la programación oficial del Womex. Propuesta arriesgada, pero es que el mundo de la música, de la creación, está tomando rumbos nuevos, como la vida misma, y los mejores programadores y programadoras tienen que estar a la última para saber qué está pasando en cada momento.

 

Tu forma de entender la música de raíz es muy abierta. ¿En algún momento has sentido aquello que Bob Dylan sintió cuando le llamaron «Judas» o la confrontación que sufren los ‘nuevos flamencos’ por parte de los guardianes de la tradición?

– Creo que el problema es la falta de conocimiento. Yo no hago música tradicional. La música tradicional no se hace, sino que se vive, se pertenece a ella. Es evolutiva. Es como una flor silvestre que sólo nace si todo el ecosistema está en armonía y le es propicio, y si el ecosistema desaparece o se agrede, muere. Si el ecosistema cambia, todo cambia, y ningún músico, aunque esté imitando lo que leyó en un cancionero, lo puede revivir. Ésta se mueve en comunidad y armonía con todo lo que la rodea. Lo estático es tradicionalismo. Tampoco confundáis mis palabras pensado que los grupos que se suben a un escenario no están evolucionando nada. Ése es otro tema. Mucho menos una creativa que trabaja sola en su casa, con 50 o 55 pistas de sonidos distintas, donde todo sale de mi laboratorio personal. En fin, nunca tuve ningún problema; más bien creo que soy una persona muy valorada, hasta el punto de recibir el premio nacional en el apartado de música en el 2008. Soy una gran conocedora de mi tierra, pero también lo era Bob Marley y nadie dice que él hiciera world music ni que estuviera haciendo no se qué con la tradición de Jamaica.

 

Es curioso, pero quienes más optan por ensanchar los límites de la tradición no suelen tener reconocimiento tan pronto, algunos ni siquiera en vida. En tu caso, sin embargo, desde el principio te han acompañado los premios. ¿A qué crees que se debe?

– Los premios que conocéis no son por hacer música tradicional. Son premios de música de autora. Las personas que trabajan duramente por intentar cambiar ciertos clichés y ese ahogo que tienen las culturas minorizadas pasan sin pena ni gloria para los grandes estados, grandes medios de comunicación, y no forman parte de los intereses globales.

 

 

 

Hace unos años decías que la música tradicional está en peligro de extinción. Me da la impresión de que la situación no ha cambiado nada. ¿Qué deben o pueden hacer el artista, el público y las instituciones para evitarlo?

– El tema da para una conferencia. Los artistas poco pueden hacer. Son personas que se ganan la vida con su arte y para hacer algo hay que desarrollar un trabajo profundo, singular, sustentarlo en cada lugar donde se pretenda ver qué ocurre e incentivar o simplemente no arruinar el ecosistema que sustenta esa maravilla que somos nosotros mismos en nuestra relación con la naturaleza.

 

Supongo que ser fiel a uno mismo es imprescindible. Recuerdo otra frase tuya: «Mi música siempre está rodeada de mis valores éticos y de mis vivencias más profundas». Supongo también que, siendo local, es la mejor forma de llegar a ser global, de que te entienda más gente, ¿no?

– Como dice el tema “Falar mellor”, la periferia me queda lejos. Cuestión de actitud y de no creerte los clichés.

 

¿Qué pasa por tu cabeza cuando te ves en las portadas de revistas musicales, especialmente en otros países?

– Lo normal de una promoción.

 

Hace unas semanas me pidieron que concretase las cinco canciones que más me gustan de la música gallega, y entre ellas está «Nordés», el tema que hiciste con Os Diplomáticos de Monte-Alto. ¿Qué te parece la canción? ¿Qué recuerdos te trae?

            – Muy buenos.

 

Ya que estamos, ¿qué cinco canciones de la música galega (folk, rock…) te vienen así a la memoria rápidamente como las que más te emocionan?

– Voy a deciros algo que no os va a gustar nada. No me gusta demasiado el folk y el rock no es mi preferido. Empecé a componer porque en su momento no me llenaba la música que me rodeaba. También es cierto que escucho muy poca música. Te puedo hablar de Xosé Manuel Budiño, gran compositor y amigo, de Carlos Núñez, gran intérprete, de Susana Seivane, de Cristina Pato, de Rosa Cedrón, de Berrogüeto, Dios Ke Te Crew, Luar na Lubre, etc., y que me perdonen los que se me olvidan. Todos y todas tan distintos, todos y todas con propuestas estupendas, pero de mundos diferentes. Rompamos clichés: por hacer música en gallego no es folk.

 

¿Cómo llevas vivir de la música en tiempos tan turbulentos?

– Pues sigo en ello.

 

Cuando empezaste, el disco era un fin en sí mismo. Hoy se está convirtiendo más en un medio de presentación para dar conciertos. ¿Cómo has vivido esos cambios?

– Parece ser que sigo siendo rentable. Con eso quiero decir que sigo poniendo las mismas condiciones económicas que al principio, solo que miro más la letra pequeña. La experiencia tiene que valer de algo.

 

¿Te ha afectado de alguna forma la revolución provocada por Internet?

– Creo que no. Pero soy un desastre con esas cosas. Vivo en mi mundo y por lo de ahora no se desmorona.

 

Tu primer disco apareció justo cuando la explosión del folk gallego estaba empezando a decaer. ¿Crees que eso fue beneficioso en lugar de suponer un obstáculo?

– No rivalizo con los grupos, y menos con los de mi tierra. En el mundo internacional te escuchan críticos musicales que ven algo en tu propuesta musical o no.

 

¿En qué consistió exactamente el espectáculo audiovisual del jueves 9 de septiembre en Santiago de Compostela para la Oficina Internacional de Libros para los Jóvenes? ¿Seguirás con ese espectáculo?

– Es la propuesta de la que te hablaba anteriormente. Llevo cinco años trabajando en ella y ahora está en plena expansión. Estuvo en Croacia, Eslovenia, Italia, Cataluña, Francia, Galicia, Cádiz, Portugal, etc. La acaban de seleccionar como una de las propuestas internacionales más interesantes por los programadores que conforman el jurado del Womex entre más de 800 propuestas de todo el mundo.

 

Te llaman, supongo, para festivales de todo tipo. ¿Cuál ha sido el escenario, festival o iniciativa más curiosa en la que has participado?

– Las propuestas más atractivas y diferentes las he realizado en los últimos tres anos. Compuse la banda sonora del largometraje documental Liste, pronunciado Lister de la autora Margarita Ledo Andión (2008). Compuse y realicé en directo el espacio sonoro del Kiosco das almas perdidas del coreógrafo Roberto Oliván (2008). También hice una composición electroacústica y el asesoramiento técnico sonoro para el colectivo Entremáns llamado Concerto desconcerto (2009). Y, por último, mía es la composición para la compañía de danza Solo dos (2010).

 

Por último, ¿cuál ha sido la mejor anécdota de estos años en el mundo de la música?

– Más que anécdota, fue una emoción y una situación tremenda. Me tocó estar en el primer homenaje que se les hacia a las mujeres encarceladas en la guerra civil de Galicia. Estaban allí, mujeres que les habían rapado la cabeza para humillarlas, maltratadas; en fin, un horror. Mujeres mayorcísimas que si echabas cuentas solo tenían trece o catorce años cuando les ocurrió aquella situación de terror. Me armé de valor y salí a cantar.

 

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