MENOMENA

Menomena, calle sésamo

 

         En su caso, que no hayan llegado aún a más gente no es más que una cuestión que tiene que ver con el alcance de los sellos discográficos que los han acogido. Su primer disco, I Am The Fun Blame Monster (2003, anagrama de “The first Menomena album”), ópera prima que los reveló como excepcionales y aventureros diseñadores de pop iconoclasta, en la tradición de Talk Talk, Modest Mouse o XTC, fue editado en la pequeña discográfica FILMguerrero tras una primera autoedición.

 

Después llegó la banda sonora para un espectáculo de danza contemporánea de la tropa Monster Quad, lacónicamente titulado Under An Hour (06), pieza instrumental y minimalista en tres largos movimientos que vino a afirmar la extraordinaria versatilidad del trío. Originarios del hervidero cultural que es Portland, Oregón, este trío de compositores y multiinstrumentistas (Justin Harris, Brent Knopf y Danny Seim) presenta ahora Friend And Foe, ya con Barsuk, lo que les va a permitir llegar a un público más amplio. Al habla con Brent.

 

El grupo comenzó en el 2003. ¿Cómo ha ido todo desde vuestro primer disco?

         – Ha sido toda una aventura. Nunca sabemos qué es lo que nos vamos a encontrar a continuación. Por ejemplo, nunca pensamos que nos meteríamos en un avión un día para acabar tocando en lugares como España. Un día compusimos unas canciones, las grabamos de forma casera, acabaron en Internet y la gente se empezó a interesar. Firmamos con un sello local. Tuvimos que aprender cómo era lo de dar conciertos y hacer giras. Después grabamos nuestro primer álbum y seguimos dando conciertos. Grabamos un segundo disco más atípico, con el que no hicimos gira. Este tercer disco lo grabamos nosotros mismos en un cobertizo del padre de Danny. Ha sido todo muy orgánico, mientras íbamos aprendiendo.

 

¿Qué había en vuestro segundo álbum, Under An Hour?

         – Era un disco más instrumental, para una performance de danza actual. Un amigo nuestro, un coreógrafo, nos pidió una canción de 17 minutos y, más tarde, tres canciones de ese tipo. Las interpretamos en vivo en Portland junto con el espectáculo y, al final, pensamos en grabarlas ya que la gente nos decía que quería conseguir la música.


I Am The Fun Blame Monster era un disco más de atmósferas en las canciones. ¿Había la intención de hacer algo diferente en esta ocasión?

         – Aquel disco era más disperso, con canciones más largas y arreglos más sencillos. Ahora nos planteamos el reto de usar técnicas del pop, con canciones más cortas y con más voces. El pop tiene muchas más capas en el sonido como podías encontrar, por ejemplo, en las producciones de los 80. Recuerdo ahora la canción de Bananarama “Cruel Summer”. Es algo que nos inspiró y quisimos hacer algo así.

 

Habéis hablado mucho del proceso de los loops digitales que utilizáis para componer vuestras canciones, hechos con un programa llamado Deeler.

         – Es algo que empleamos en el primer estadio de las canciones. Llegamos con una idea y la grabamos en un ordenador. Hacemos un loop y trabajamos sobre él. Más tarde, incluso siete años en algunos casos, buscamos esos ficheros y empezamos a componer sobre ellos, construyendo la estructura de una canción, haciendo los arreglos… O sea, el trabajo duro. Los loops no son más que el primer paso.

 

Tampoco os importa experimentar con nuevos instrumentos, como el piano de juguete, por ejemplo. ¿Hay algo que hayáis descartado en algún momento?

– En el momento en que le damos forma a las canciones utilizamos cualquier cosa, cualquier instrumento, que pueda sonar bien; no tenemos reglas.

 

Cuando se editó I Am The Fun Blame Monster, Danny comentó que intentaríais que vuestro siguiente disco fuese más fácil de trasladar al directo.

         – Bueno, es algo que nos ha pasado con anterioridad, que teníamos las canciones y después teníamos que enfrentarnos al reto de intentar traducirlas para el directo a través de los instrumentos que llevamos con nosotros. Con este disco hemos intentado simplificar un poco ese proceso para que no sea tan arduo. Así que seguimos aprendiendo sobre la marcha, como te comentaba.


¿Hay alguna canción del nuevo disco que os guste especialmente hacer en directo?

– Cambia cada noche y cada uno tenemos una distinta. A mí, en este momento, me gusta “Evil Bee” porque tiene un gran crescendo al final, que puede ser más despacio o más rápido, pero que es muy intenso.


Creo que el nuevo disco gana con cada escucha.

         – Gracias. Ése era el objetivo, realmente, y es algo que comenté en algunas entrevistas antes de entrar a grabarlo. Es algo que me pasa con mis discos favoritos de todos los tiempos. Al principio, cuando estábamos grabándolo, se lo dimos a algunos amigos y no les gustó; les parecía muy triste. A otros les parecía divertido. Así que teníamos reacciones diversas. Después, nos dimos cuenta de que lo empezaban a apreciar más cuanto más lo escuchaban, y querían escucharlo más veces.

 

¿Estáis contentos con el trabajo de Craig Thompson para la portada? Va muy bien con el disco.

         – Gracias. Hemos tenido la gran suerte de contar con él para el disco. De hecho, esta noche tocamos en Barcelona y él es nuestro invitado especial en el concierto. En este viaje comparto la habitación de hotel con él. Tomó nuestras ideas, trabajó con ellas e hizo algo mucho más profundo y mejor. La gente debería intentar buscar todos los detalles que él ha puesto ahí. Vale la pena.

 

¿Cómo fue la sesión de fotos de promoción en la bañera?

         – Todos tomamos un baño juntos todas las mañanas y los paparazzi intentan sacarnos fotos. Ese día en concreto pusimos a los guardaespaldas a trabajar duro y cerramos las puertas, pero, por mala suerte, hicieron la foto antes de que tuviéramos tiempo a reaccionar, je, je. 


¿Hay algún productor con el que os gustaría trabajar?

         – Sí, pero no voy a citar sus nombres porque son demasiado famosos y, si algún día tuviéramos la oportunidad de trabajar con ellos, puede que ya no les interesase. En parte de mis discos favoritos hay una cierta línea de trabajo que ha logrado un productor en concreto, y es conseguir que el artista sea más fiel a lo que realmente es ese artista.

 

¿Cuáles fueron vuestras primeras influencias al formar el grupo?

         – Bueno, citaré dos discos que han sido grabados por ese productor: Violator de Depeche Mode y To Bring You My Love de P J Harvey. No creo que nunca lleguemos a trabajar con un productor tan bueno como él.

 

Entonces sé de quién estás hablando (Flood). ¿Has escuchado el nuevo disco de P J Harvey, White Chalk? Él también está ahí produciendo.

         – ¿Lo has oído? ¿Es bueno? ¿Sí? Estoy impaciente por escucharlo. No he podido comprarlo aún, por estar de viaje últimamente. Ella es una de mis artistas favoritas y siempre me sorprende.

 

¿Dónde encuentras música nueva y qué escuchas últimamente?

         – Menomena es un grupo complicado en ese asunto. Danny siempre está investigando los sonidos nuevos, los grupos más interesantes y especiales de ahora mismo. A mí me gusta mucho todo el pop, incluso el más comercial. En mi caso, siempre he ido hacia atrás, descubriendo primero a Talking Heads, después a Roxy Music, a continuación a T. Rex y Led Zeppelin, posteriormente a los Beach Boys y los Beatles, más tarde a Frank Sinatra y Tom Jobim… Pero ahora hay también grupos increíbles, como Arcade Fire; creo que se merecen toda la atención que están consiguiendo.

 

Entonces, ¿grabará Menomena un disco comercial?

         – No lo sé. Lo que intentaremos siempre es que sea un reflejo fiel del grupo, que sea todo lo bueno que podamos y que le llegue a la gente. Que sea pop o comercial está fuera de nuestras manos.

 

¿De verdad tomasteis vuestro nombre de aquella canción de Barrio Sésamo, “Mah Na Mah Na”, que, curiosamente, había sido compuesta por un italiano, Piero Umiliani, para un documental sobre porno en Suecia –Svezia, inferno e paradiso-?

– Sí, je, je. Próxima pregunta, por favor.


¿Y la mejor anécdota hasta ahora para el grupo?

– Danny y Justin son tan creativos que tenemos muchas anécdotas. Para nuestra primera gira no teníamos furgoneta, así que nos compramos una autocaravana de 1977 y ésa fue la peor decisión que tomamos nunca. El coche se estropeó, se incendió un par de ocasiones, las ruedas se pinchaban continuamente, no tenía cinturones de seguridad, se le caía el tubo de escape, los retrovisores… El recuerdo más memorable es estar en medio del desierto, con el coche perdiendo aceite y gasolina, camino de un concierto al que llegábamos tarde, sentados al borde de la carretera sin nadie que pasase, llorando sin saber qué hacer y Justin pegando celo en los agujeros para que no se nos acabase la gasolina… Todo un comienzo para nuestra vida en la carretera.

Xavier Valiño

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