M. WARD

M. Ward, días de radio y guerra

 

“Nana + Exilio”

 

Transistor Radio, su anterior disco, era un homenaje a lo que Matt Ward escuchaba de pequeño, a aquellas emisoras de radio en las que los pinchadiscos descubrían para sus seguidores continuamente vinilos de 45 pulgadas y a las canciones que le han hecho ser lo que hoy es: uno de los grandes nombres del rock americano de raíces. Igual que Woody Allen con su película Días de radio, aunque con casi 40 años de diferencia y sonidos distintos en el homenaje, Matt Ward también quiso recuperar aquellas canciones a través del proceso en el estudio de grabación.

Ése fue el homenaje consciente, porque en sus discos siempre ha estado ahí, recuperando los sonidos clásicos y actualizándolos, y con una forma de componer y registrar sus canciones que, aunque hecha hoy en día, no se diferencia gran cosa de lo que se hacía en los 60 y 70.

 

Matt Ward asegura que Post-War es una especie de respuesta a Transistor Radio, pero tampoco nos lo debemos de creer enteramente. Sí, hay una temática distinta, al menos en el título, ahora centrado en la guerra que su país libra en Irak y que a él le gustaría que nunca se hubiera iniciado, pero el contenido sonoro tampoco es tan distinto a sus anteriores álbumes: homenajes no tan velados al surf, a Bob Dylan, a The Everly Brothers…

 

Con Post-War Matt Ward sigue escalando peldaños hacia un reconocimiento mayor. Y si sus seguidores siguen creciendo, entre ellos hay ya también unos cuantos nombres de relumbrón. Norah Jones le ha pedido que cante en su nuevo disco. Meg White lo escogió para abrir la gira de The White Stripes en 2005. Conor Oberst lo llevó de gira en la serie de conciertos acústicos Monsters Of Folk y contó con él como guitarrista de Bright Eyes en la gira organizada por Bruce Springsteen en el 2004, Vote For Change, en la que estuvo al lado de REM, John Fogerty, Pearl Jam… El año pasado produjo el disco Rabbit Fur Coat, el debut de la componente de Rilo Kiley Jenny Lewis, cantando también en la versión de “Handle With Care” de The Traveling Wilburys que se incluía en el disco. Y a principios de 2006 fue invitado a recopilar y producir I Am The Resurrection el disco de versiones de John Fahey.


Y, a pesar de tanta actividad y tantos amigos, Matt Ward tuvo tiempo para regresar una y otra vez a su ático de Portland, donde, durante dos años, grabó el disco que debería consagrarle, Post-War, el mismo del que nos habló tranquilo, educado y con mucho espacio para los silencios, seguro de su obra y engatusando al entrevistador sin proponérselo.


Hace poco estuviste en España, en el Festival Tanned Tin en Castellón. ¿Fue todo como lo imaginabas?

            – Fue estupendo: un escenario hermoso, una audiencia atenta, buena comida… Todo perfecto. La respuesta fue muy buena. Aunque había tocado un par de veces antes en España, en Barcelona y Mallorca, era mi primera vez tocando en esa parte del país, en esa ciudad, y todo el mundo parecía muy entusiasmado por estar allí y ver a todos los grupos.

 

Tu madre es mexicana. ¿Has tocado allí alguna vez? ¿Hablas castellano?

            – Hablo algo de español, no muy bien. Nunca he tocado en México. No se organizan conciertos por allí a menudo. Desde aquí me da la impresión de que hay más interés por conciertos de artistas norteamericanos de rock en España y en otras partes de Europa que en México. En mi caso, la mayoría de los discos que vendo se compran en los EEUU, Canadá, Reino Unido, Francia, Australia… Y es en esos países en los que paso gran parte de mi tiempo de gira. Me gustaría ir de gira por España, pero hasta ahora no ha surgido la oportunidad.

 

¿Es tu guitarra la que escucho de fondo mientras hablamos?

            – Sí, estoy cambiando las cuerdas en este mismo momento.

 

Me gustaría saber si ves Post War como una reacción a Transistor Radio.

            – Sí, eso es principalmente lo que es. Quería algo que mirase hacia delante en lugar de hacia atrás; de ahí el título. Y también de ahí vienen una buena parte de las canciones que te puedes encontrar en el disco. En Transistor Radio lo que intenté fue recuperar una parte de mi pasado, en concreto de cuando descubrí la música a través de la radio. Fue un intento de crear algo a partir de recuerdos abstractos.

 

Si escuchabas tanto la radio entonces, ¿hubo algo decisivo que te sirvió para dar el paso y convertirte en músico?

            – Después de hacer mi primer álbum envié una copia del disco a Howe Gelb y a Ira Kaplan de Yo La Tengo. A continuación, Ira me envió una postal y Howe me llamó por teléfono, ambos animándome a seguir. Probablemente eso fue lo que me hizo dejar mi trabajo diario y hacerme músico.

 

¿Te parece que los chavales hoy tienen las mismas oportunidades de acceder a buena música?

            – Creo que aquel realmente interesado siempre estará buscando buena música, de la misma forma que se buscan buenas películas o buenos libros que te transporten a algún lado. Sí que es cierto que la radio está cambiando más que cualquier otro medio y que su futuro es incierto, así como que probablemente ahora la gente se dirija más hacia Internet, algo que no podían hacer antes. Pero supongo que el hecho de perseguir algo que ilumine la vida de la gente no ha cambiado mucho.

 

En esta ocasión has trabajado con un grupo de gente mayor al habitual. No sé si eso ha incidido de alguna forma en el disco, si se ha conseguido un sonido más cohesionado.

            – Por lo general, tenía todas las canciones grabadas en un cuatro pistas, y siempre que me meto en un estudio ya tengo en mente los músicos que quiero que las vistan con sus arreglos. En este caso he utilizado en buena parte a los mismos músicos, por lo que creo que el sonido es más homogéneo. Me gusta mucho el resultado.

 

Además de la guitarra, también tocas el piano. No sé cuál te gusta más para componer y si ves diferencias entre ellos.

            – Paso más tiempo con la guitarra que con el piano, pero he estado haciendo esto desde los 15 años, generalmente sin pensar mucho en ello. No me gusta darle vueltas, ya que soy bastante supersticioso, así que mejor dejarlo así.

 

En tu trayectoria parece haber un antes y un después de Transfiguration Of Vincent. ¿Crees que fue el disco con el que más gente te empezó a valorar?

            – No lo sé, de verdad. En cada sitio ha sido diferente. Es algo complicado para mí decirlo. Lo que es cierto es que con cada disco, con cada gira, la respuesta es mejor y mayor. Pero creo que es así con todos los trabajos: la respuesta que obtienes es proporcional a lo que inviertes en ello. No me puedo quejar del camino que lleva mi carrera. De todas formas, intento centrarme en el hecho de componer música y dejo la repercusión a los demás.

 

En el disco haces una versión de Daniel Johnston (“To Go Home”). ¿Has visto el documental sobre su vida?

            – No, no he visto la película, pero me han comentado que es buena. Creo que Daniel Johnston es uno de los más grandes compositores norteamericanos que han existido y que está totalmente infravalorado. Me parece que es cuestión de tiempo que la gente se entere de ello. Hace tres años hice una gira con él y acabé cantando en el escenario con él varias noches.

 

En su momento hiciste una versión de los Beach Boys (“You Still Believe In Me”) y en tu nuevo disco aparece “Neptune’s Net”, un instrumental con ecos de surf. Supongo que no se puede negar que vienes del Sur de California.

            – Siempre me ha interesado ese sonido de la guitarra. Crecí escuchando un montón de música surf, así que supongo que siempre ha estado ahí. La canción que mencionas es, seguramente, la primera vez que empleo ese sonido en un instrumental, aunque lo había utilizado antes en otros temas cantados. Creo que está entre el surf y lo que yo escucho en las películas de Ennio Morricone. Me parecía un reto intentar construir un puente entre ambos sonidos.

 

Por su parte, “Magic Trick” recuerda a The Everly Brothers.

            – Sí, la producción fue inspirada por una canción de The Everly Brothers, “When Will I Be Loved?”, especialmente el trabajo de la percusión.

 

Creo recordar que tanto Rockpile, con Dave Edmunds y Nick Lowe, como Sandy Denny y hasta Manfred Mann hicieron su versión de ese tema.

            – Probablemente. La que yo recuerdo siempre es la de Linda Rondstadt.

 

“Chinese Translantion” recuerda a “Another Travelin’ Song” de Bright Eyes, y ambas a “Lily, Rosemary & The Jack Of Hearts” de Bob Dylan.

            – Estupendo. Me encantan esas canciones que citas. Creo que todas comparten el mismo ritmo y, en mi caso, creo que viene de escuchar todos aquellos discos viejos de Johnny Cash.

 

Hemos hablado de un montón de referencias clásicas. ¿Es lo que más escuchas?

            – No, también escucho un montón de música actual, pero la mayor parte son cosas viejas. Es más interesante para mí y tiene un valor extra y un significado especial intentar traducir estas viejas ideas con las cosas que tengo por casa. Siempre consigues algo diferente si intentas imitar aquellos asombrosos discos con, por ejemplo, un pequeño teclado que haya por ahí o un micrófono barato que tenga un sonido o un ambiente especial.

 

Hablábamos antes de Bright Eyes. Conor Oberst contó contigo como guitarrista en la gira “Vota por el cambio” del 2004. Y en el mismo año que Neil Young edita Living With War (Viviendo con la guerra) tú titulas tu disco Post-War. ¿Has pensado que el título del disco puede cobrar un nuevo significado tras las elecciones norteamericanas recientes?

            – No lo he pensado demasiado, pero me gustaba pensar cuando grababa el disco que sería el primer álbum de una era posterior a la guerra. Era una idea alocada pensar que la guerra se habría acabado en el verano. Era más un deseo de que fuera así. Supongo que parte de mi trabajo es mantener todas esas ilusiones activas. De todas formas, si alguna vez estuvo más cerca, ese momento es ahora, cuando parece que algún pequeño atisbo de sentido común se puede ver en la Casa Blanca por primera vez en este conflicto.

 

Me gustaría saber, en cuanto a tu forma de componer, cómo te sientes cuando acabas una canción.

            – Plenamente satisfecho. Cuando acabo una canción, en un primer momento siento una cierta euforia. Después la escucho unos días más tarde y me doy cuenta de que no es una canción tan buena. Pero cuando dejo que pase más tiempo, algo así como un año, si la canción sigue siendo satisfactoria, entonces sé que ha llegado el momento de prestarle una atención especial y grabarla en un estudio más grande.

 

¿Necesitas algo especial para componer?

            – Paz y tranquilidad. No hay fórmula. Todo el proceso es un completo misterio para mí. Lo único constante en mi caso es grabar las canciones previamente en un cuatro pistas.

 

Y si no llegas a grabarla, ¿qué relevancia tiene?

            – Sigue siendo igual de importante, pero es diferente porque puede que al grabarla se convierta en algo distinto. Siempre trabajo con muchas canciones al mismo tiempo, así que es algo que nunca acaba.

 

Por último, ¿qué queda hoy del joven que empezó en el grupo Rodriguez?

            – Buena pregunta. Supongo que siento lo mismo que sentía cuando tenía 15 o 16 años: quiero seguir centrado en mi trabajo, experimentar con sonidos e ideas e intentar hacerlo de la mejor manera que me sea posible, bloqueando todo excepto el hecho de experimentar.

 

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