LORI MEYERS 2008

Lori Meyers, aprendiendo a volar

 

Tres discos de pop resplandeciente que miran de tú a tú al rock americano de toda la vida -y también al de ahora mismo- han hecho de Lori Meyers uno de los grupos referencia en nuestro Estado en poco tiempo. Tras el pertinente salto a una multinacional, el grupo edita Cronolánea, un álbum en el que se agrupan las mejores virtudes de sus dos discos precedentes. En plena gira, iniciada hace unas semanas, Alejandro (guitarrista y, ahora, también compositor) nos cuenta cómo les va.

Son ya diez años juntos. ¿Empieza una nueva etapa con Cronolánea?

– Más que una nueva etapa, se trata de una nueva situación de la que se deriva el álbum. Teníamos muy claro que Cronolánea debía ser un disco compacto y directo, y por ello decidimos tomarnos el tiempo necesario para que el proceso de creación fuera natural, sin nada de prisas. Pero musicalmente sí que es verdad que hay varias novedades que creo que sirven como precedente para el futuro.

 

¿Cómo acabó la relación con la anterior discográfica y por qué?

– Acabo regular por llamarlo de alguna manera. Al final de nuestra 'relación' las cosas iban de mal en peor: tú me jodes, yo a ti más… Pero el motivo real de nuestra salida fue las pésimas condiciones contractuales que teníamos y la poca predisposición por parte de ellos de mejorarlas. La imposición de la portada de Hostal Pimodán fue la gota que colmó al vaso.

 

¿Qué sentido tenía la reedición de Hostal Pimodán y cómo fue?

– La idea era ver el trabajo finalizado tal y como nosotros lo habíamos previsto. La portada que se impuso no definía la idea de Hostal Pimodán y por ello nos vimos forzados a hacerlo de nuevo. Sabíamos que la gente iba a pensar mal y decidimos dar un incentivo para que vieran que lo hacíamos de buena voluntad, con canciones extra, edición doble, precio asequible, etc.
Al final estamos muy contentos de cómo se desenvolvió todo.

 

De todas formas, ha pasado bastante tiempo desde el anterior disco. Supongo que no es lo que pretendíais.

– Cuando trabajas en compañías más grandes siempre es más difícil ponerse de acuerdo y plantear el proceso de gestación de un disco. Aun así, ya dije que queríamos hacer las cosas despacito y con buena letra, y por ello nos tomamos un respiro, quizá demasiado. No pretendíamos que pasara tanto tiempo pero hay asuntos que no solo dependen de ti.

 

¿Hay diferencias entre los primeros Lori Meyers y los de ahora?

– Seguro que sí; como a cualquier persona, el paso del tiempo hace que la perspectiva que tienes sobre lo que te rodea cambie. Nosotros comenzamos a tocar muy jóvenes y, por lo tanto, teníamos un alto grado de ingenuidad e inmadurez. Ahora que han pasado unos cuantos años, tenemos un nivel medio de ingenuidad e inmadurez, ja, ja… Lo que está claro es que ya conocemos mejor cómo funciona todo y eso te da más herramientas para desenvolverte.

 

¿Es el título Cronolánea una combinación de las palabras 'cronología' y 'miscelánea'? ¿Por qué os gustaba esa combinación?

– Sí, es algo por el estilo. Creemos que en este disco ha sido muy importante el paso del tiempo así como la obsesión por él, de ahí lo de crono, y la palabra miscelánea nos atraía mucho por lo que nos identificaba: un compendio de puntos de vista y de influencias propias del grupo en conjunto que es lo que define el álbum.

 

¿Habéis conseguido en el disco el sonido que teníais en la cabeza antes de entrar a grabar?

– Nunca se llega tan cerca de lo que tienes pensado, pero eso no es malo. Debido a todo el tiempo que tuvimos para crear canciones, también aparecieron vicios con ellas, y quizá era bueno para el disco que gente ajena, como los productores, con la mente limpia, le dieran el último empujón que necesitaban. Estamos muy orgullosos del resultado final del disco.

 

¿Se puede decir que es un disco con la energía de Viaje de estudios y los arreglos y atmósferas de Hostal Pimodán?

– Teníamos en mente coger lo más interesante de ambos discos: por un lado, la frescura de Viaje de estudios y, por otro, el preciosismo de Hostal Pimodán, el carácter dinámico del primero y el reflexivo y estático del segundo. De todos modos, tampoco es una mezcla de los dos; este disco tiene muchas cosas nuevas que aportar el sonido Lori Meyers.

 

Siempre habéis contado con productores extranjeros. ¿Por alguna razón especial?

– Creemos que los productores americanos tienen en la sangre el rock, es su cultura por excelencia y son los que hacen fácil lo difícil. Además, hay que decir que el 80 por ciento de la música que escuchamos es americana y, entonces, es lógico pensar que ellos son los más adecuados para nosotros.

 

¿Cómo fue en esta ocasión con Ken Coomer y su ingeniero Charlie Brocco?

– Han sabido sacar la máxima fuerza y garra de todas las canciones tal y como se haría en un concierto. Un placer conocerles y trabajar con ellos. Ken ha tocado con Wilco y Uncle Tupelo, y Charlie, bueno, ha trabajado con George Harrison, Jeff Lyne… En fin, todo un honor compartir nuestras vidas y aprender con ellos.

 

¿Y que hay del trabajo de las mezclas en Nashville?

– Fue una idea de los mismos productores. Puesto que tenían un estudio en Nashville que conocían a la perfección, era beneficioso aprovecharse de ello. Allí disponen de aparatos muy buenos para hacer que suene el sonido grande. Después se masterizó en Nueva York en otro gran estudio en el que ya se le dio el ‘barniz’.

 

Parece que a vuestro pop con influencias de los 60 se le añade ahora algo del pop orquestal de gente como Sufjan Stevens. ¿Era la idea?

– Somos grandes fans de Sufjan y adoramos su música. Esta claro que ese tipo de música nos influye mucho en la actualidad y este disco bebe bastante de esas fuentes. Siempre nos gustó adornar las canciones con sus arreglos preciosistas e, incluso, a veces se nos va la mano.

 

¿Alguna referencia en el sonido a la hora de grabar este disco? Creo que Tom Petty es uno de esos nombres, ¿no?

– Lo de Tom Petty era un ejemplo que pusimos en referencia a la facilidad con la que los productores emulaban los sonidos americanos, por ejemplo el de Petty. Yo creo que en general el sonido es muy americano, a veces puede recordar a Tom Petty y otras a los Beach Boys. Ahí está un poco la mezcla.

 

Me gusta especialmente “Intromisión”, que avisa que el disco que se va a escuchar no es lo habitual o lo que se espera. ¿Qué os parece?

– Nos encanta como quedó esta canción. No era un tema habitual y por ello nos atraía bastante utilizarla como introducción en el disco. Hace un poco referencia al mayor interés que tenemos ahora en el revestimiento de canciones, a las texturas sonoras y a la mayor complejidad formal.

 

Una de las novedades más importantes es tu participación como compositor. ¿Ha sido natural la mayor presencia de canciones suyas?

– Ha sido totalmente natural. Ha habido mucho tiempo para componer y cada uno ha aportado lo mejor. Noni tenía como unas 20 canciones para este álbum y yo unas 7, se ensayaron todas y las que más nos convencieron se llevaron al estudio para grabar.

 

En algún momento tus canciones recuerdan a Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, algo nada habitual en el pop español. ¿Casualidad, reconocimiento?

– He de decir que es casualidad porque no estoy muy puesto en sus canciones. Lo que sí sé es que sus influencias y su estilo son muy parecidas a las que me gustan a mí, según lo que me han dicho, algo más folky, ¿no?

 

¿Seríais capaces de decir en algún momento qué canciones os han servido de inspiración para alguna de las vuestras? 

            – “God Only Knows” de The Beach Boys, “Come On Feel The Illinois” de Sufjan Stevens, “Soul Meets Body” de Death Cab For Cutie, “Our House” de Crosby, Stills and Nash, por ejemplo…

 

¿Habéis conseguido ya vivir de la música?

– Hemos conseguido medio vivir de ella. Una vez que cambiamos de sello, las cosas empezaron a ir mejor, pero tampoco es para tirar cohetes…

 

¿Sabéis que hay otro grupo mexicano con el mismo nombre?

– Sí, y de hecho somos amigos suyos en myspace, ja, ja.

 

¿Cuál ha sido la mejor anécdota en estos años en la música?

– Enseñarle todos a dos guardias civiles los mismísimos en una autovía dirección a no sé dónde en un control de estupefacientes.

 

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