LEE FIELDS

Lee Fields, el caballero sureño

 

 

 

 

 

Vi a Lee Fields en el Southpaw de Brooklyn una noche de diciembre de 2009, en las mismas calles a las que él había llegado muchos años atrás persiguiendo su sueño. Aquel concierto puede simbolizar perfectamente el redescubrimiento de Fields de los últimos años, después de mucho tiempo casi prácticamente en el anonimato.

 

Fue en 1967 cuando un hombre llamado Fred Williams lo vio cantando con 16 años en Tom Woodards, un tugurio de las afueras de Wilson, en Carolina del Norte. Le dio una tarjeta y le dijo que si algún día quería intentarlo en Nueva York, allí le estaría esperando. Meses después, Fields se marchó a la gran ciudad para contactar con aquel tipo al que solo había visto una vez.

 

Llegó con únicamente dos dólares en su bolsillo y dio la casualidad de que Williams se casaba ese mismo día y le podía dejar su apartamento de alquiler. Otro de los invitados a la boda lo llevó a un club, Fields se subió al escenario, empezaron a tirarle dinero y ya no hubo marcha atrás. Su carrera, con bastantes años de oscuridad, llega hasta 2014 con la edición de Emma Jean, su último álbum.

 

¿Cómo querías que fuese este nuevo disco? ¿Buscabas marcar distancias con los anteriores?

– Lo único que queríamos es hacer un buen disco. No había pensado en abrir nuevas vías. Queríamos algo fresco, distinto al disco anterior y con ideas creativas. No teníamos un concepto claro, simplemente que el espíritu nos guiase. Tenemos que hacer buena música, ya que hay mucha gente ahí fuera haciéndola hoy en día. Ahora nos falta ver cómo le va al álbum. A veces los discos son como hijos, que tú los ves de una forma, como si fuesen a ser los más importantes de tu carrera, pero necesitan su tiempo para que confirmen su valía.

 

El nombre de tu madre está en el título. Supongo que querías hacerle un regalo ahora que no está contigo, que querías remarcar lo personal que es.

– Leon Michaels, el responsable del sello Truth & Soul, me sugirió poner en el título algo muy personal, que cada vez que lo escuchara me emocionase profundamente. Pensé en la muerte de mi madre, que nos dejó antes, aunque la de mi padre también fue dolorosa. Sabía que algo así podía pasar aunque hasta entonces solo lo había vivido en otra gente. Cuando realmente sucedió, estuve desolado y muy solo durante un tiempo. Ahora que no puedo darle nada mejor -puedo llevarle flores a su tumba, pero no entregárselas en persona-, no se me ocurre nada mejor que este homenaje. Mi madre era una cantante de góspel, así que de esta forma le regalo un ramo de canciones, buscando la conexión espiritual. Fue algo espontáneo, no premeditado. Además, aparezco en medio de la nieve en la portada, algo que creo que refleja perfectamente la sensación de desolación que sentí cuando mi madre falleció.

 

¿Qué papel se reserva la banda The Expressions en la composición?

– No creo que una sola persona pueda hacerlo todo o ser el responsable. Hablo por experiencia: cuantas más manos involucradas, mejor. Existe un dicho que dice que ‘hay demasiados cocineros en la cocina’. En nuestro caso no es así: Leon Michaels lo coordina todo y los demás contribuimos, dejando nuestros egos en la puerta. Yo intento ser lo más creativo que puedo y la banda también.

 

Cuando escoges una canción, ¿lo haces para ti y si, además le gusta a la gente, te lo tomas como un regalo?

– Sí, hay que buscar e interpretar sentimientos, ver la disposición de ánimo de la gente, aunque eso puede cambiar y no hay una fórmula para ello. Se trata de expresar emociones y sentimientos.

 

Incluyes dos versiones que parece que te conectan con tus raíces sureñas, algo lógico ya que te consideras un caballero sureño.

– Cierto, así es. En estas canciones, al añadirle el steel guitar, y también por su estructura, me dan la posibilidad de presentarme como el caballero sureño que me considero. En este nuevo disco hice varias canciones con la banda. Hay otra canción compuesta por Dan Auerbach, quien también toca en otro tema. En una ocasión hice de telonero de The Black Keys en el festival Terminal Five en Nueva York y él vino y alabó mi voz. Además, Leon Michaels estuvo de gira con ellos durante dos años. Cómo le dio por componer la canción, no lo sé exactamente, pero le estoy agradecido. Me hubiera gustado igual aunque no hubiera sido para mí.

 

Tus textos siempre parecen intentar aportar algo de esperanza y optimismo.

– Canto mucho sobre el amor porque ya hay mucha destrucción en el mundo y muchas canciones sobre las cosas negativas de la vida. Por supuesto que el amor implica pérdida y dolor muchas veces, pero es la experiencia de la vida. Todos tenemos algún amigo de esos siempre preocupado, que cuando lo ves hace que un día soleado se nuble. Bueno, pues hay que intentar ayudar a todo el mundo a superarlo, aunque es cierto que a veces ni la música sirve y esta gente necesita un profesional o acabar en el diván de alguien confesando sus problemas.

 

¿Eres capaz de ver novedades en las canciones de los últimos años?

– Yo diría que las canciones son más melódicas, más introspectivas. Hasta ahora hemos tenido mejores críticas que nunca y hemos llegado a emisoras que nunca nos habían programado. Creo que ahora podemos procesar nuestro sonido y atraer a un mayor número de gente. Estamos ampliando nuestra audiencia al mismo tiempo que mantenemos las características esenciales de nuestra música. Es el ideal para todo artista. La compañía siempre ha creído en que las canciones deben encontrar su público y nunca se ha gastado mucho en la promoción de los discos.

 

 

 

 

 

¿Por qué crees que ahora tienes la atención que se te ha negado durante décadas?

– Como artista, lo que debes hacer es intentar hacer buenos discos. Normalmente, la mayoría de artistas trata de intentar hacer canciones siguiendo una moda. Hoy en día me parece que lo que predomina son las ventas a través de la publicidad, y, como consecuencia, al final la gente acaba llegando a las buenas canciones. Eso es lo que hago: canciones melódicas, estructuradas, con emociones y sentimientos.

 

¿Pero crees que esta es la etapa más creativa de tu carrera?

– Sí. De todas formas, no debo olvidarme de otras etapas como cuando estuve con Martin Solveig durante cinco años cantando música house. Tuvimos tres éxitos bajo su nombre aunque era mi voz. No sabía que aquello era lo que la gente quería escuchar pero me vino bien, ya que estuve en sitios como Montecarlo y en otros lugares que nunca hubiera soñado conocer. Es cierto que ahora con Leon y The Expressions es una etapa más creativa, ya que se piensa y se trabaja mucho más cada uno de nuestros pasos. Pero quiero mejorar más y más. Por ejemplo, sé que la gente se sorprenderá al escucharme cantar “Magnolia”. Hay muchas más cosas que me gustaría intentar.

 

Creo que ver a The Beatles y James Brown en televisión marcó tu vida.

– Tenía siete años cuando empecé a cantar en la iglesia empujado por mi madre. Lo cierto es que quería ser un hombre de negocios, pero cuando vi a The Beatles en el programa de televisión de Ed Sullivan quise aprender a tocar la guitarra. Después, otro shock fue ver a James Brown en el T.A.M.I. show, y ahí decidí que quería ser un cantante e intérprete.

 

Tus principios no fueron tan fáciles como se podía haber esperado.

– La primera sesión de grabación para “Bewildered” fue con Kip Anderson y yo no sabía nada de grabar. “Let’s Talk It Over” la hice como unos cinco años después. En aquel momento el r&b clásico ya no estaba de moda, sino que a mediados de los 70 todo estaba cambiado con la música disco. Yo estaba acabado casi antes de empezar.

 

Supongo que los 80 fue la época más complicada para ti. ¿Pensaste en dejarlo?

– Bueno, mi madre me educó en la fe cristiana. Cada vez que se debilitaba mi convencimiento en mi carrera, la fe me hacía más fuerte. Si me vencía el desencanto, el rezar me daba más ánimos para seguir. Fue lo que me mantuvo ahí.

 

Por suerte, la vida os ha dado una segunda oportunidad a gente como tú, Charles Bradley, Sharon Jones, Sonny Knight… ¿Cómo lo vives?

– La escena ha cambiado. Hasta hace poco la gente no había tenido la posibilidad de ver lo que soy capaz de hacer. En el momento en el que me han dejado, he podido expresarme y al final voy obteniendo un reconocimiento. También tuve que esperar unos 40 años para encontrar la banda perfecta, The Expressions. Hice mi primera grabación en 1969 y hace como unos cinco años que grabé mi primer disco con ellos, así que me llevó mucho tiempo encontrarlos.

 

¿Cómo pudiste salir adelante en los años en los que no podías dar a conocer tus canciones? Sabemos que Sharon Jones trabajó como funcionaria de prisiones y que Charles Bradley fue cantante de bodas.

– En esos años me convertí finalmente en un hombre de negocios. Invertí en propiedades inmobiliarias, años antes de que estallara la crisis. Por cierto, Sharon Jones fue corista en mi banda, ya que The Dap-Kings eran antes The Soul Providers y yo era su cantante principal, y Charles Bradley fue conmigo a España la primera vez que tocó ahí. Al final parece que todos hemos encontrado nuestra forma de salir adelante.

 

Con una larga carrera como la tuya, ¿cómo mantienes el interés y la excitación en la música?

– Tengo dos opciones: sentarme en casa, no hacer nada y dejar pasar el tiempo o correr riesgos y esperar que llegue la ola. Debo invertir mi tiempo de la mejor manera posible. Lo mejor que me ha pasado en la vida es la música, así que debo devolvérselo todo. Hago cada concierto, cada noche, como si fuera la actuación más importante de mi vida, como si mi vida dependiera de ello. Puedes estar seguro de que daré lo mejor de mí.

 

¿Cuál ha sido el mayor motivo de orgullo durante estos años?

– Mi matrimonio, ya que llevo casado 40 años con mi mujer Christine. Y mi familia: estaba con mis hijos mientras crecían en los años 80, cuando las cosas iban peor. Si me hubiera sucedido entonces lo que me ha pasado en los últimos años, ahora me estaría arrepintiendo. Me vino bien no estar en la carretera en aquellos años, ya que fueron los momentos de más valor de mi vida personal y los pasé con mi familia.

 

Tengo entendido que llegaste a conocer a uno de tus ídolos, James Brown.

– Cuando lo conocí, yo tenía 23 años.     Él dirigía una emisora en Augusta, la WRDW, y un locutor me llevó para entrevistarme. Entonces me llamaban ‘Little JB’ (Pequeño James Brown) por el parecido de mi música con la suya. Él acababa de llegar de un concierto en Japón y también habló en la emisora. Mientras lo escuchaba, me daba cuenta de que el mundo solo necesitaba un James Brown y me hizo pensar en quién era. Me llevó un tiempo descubrirlo, pero lo cierto es que conocerlo me hizo encontrarme a mí mismo.

 

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