LA TROBA KUNG-FU

 

La Troba Kung-Fú, el baile frente al miedo

 


 

Joan Garriga se pone de nuevo en acción. Después de ocho años y tres discos con Dusminguet, el cantante acordeonista de voz carismática y aguda de La Garriga se puso al frente de La Troba Kung-Fú para seguir experimentando con el género poco académico de la rumba catalana y muchos otros ritmos y estilos. Tras Clavell Morenet en el 2006 llega ahora A la Panxa del Bou que este fin de semana presentan en Galicia: el viernes 29 en el Liceum de Porriño, el 30 en el Aturuxo de Bueu y el 31 en el Clavicémbalo de Lugo.

 

¿Qué fue lo que os motivó en esta ocasión a componer, lo que os impulsó a escribir nuevas canciones?

– Desde que nos juntamos se ha intentado mantener una dinámica constante: tocar y componer sin parar a modo de crónicas de lo que nos iba ocurriendo. En todo caso, ha sido el intento, las ganas de contar lo que hemos vivido, los paisajes, los momentos y el cuento que te imaginas de lo vivido.


¿Es un disco en el que simplemente se recopilan canciones compuestas durante este tiempo o tiene una unidad pretendida de antemano o encontrada después?

– Creo que hay varias unidades independientes, a modo de bloques de dos o tres temas que comparten paisaje, maneras o temáticas. Los juntamos primero en bloques de procedencia, en donde se habían inspirado: Nueva York, México, Barcelona, espacios donde habíamos estado juntos algunas semanas, donde se había trabajado en banda y habían surgido las primeras notas… En el disco finalmente juntamos todos los viajes en uno, como en una película donde el espacio y el tiempo se han puesto a disposición del cuento en general, pero sin un hilo cronológico ni argumental, simplemente de feeling musical. Un paisaje nos llevaba al otro por ritmo o palabra o bien por instrumentación. Podría haber varios discos diferentes, seguro, pero no en ese momento; fue el que salió, como lo sentimos.


Hay rap, cumbia, dub, rumba, rock, ranchera, chachachá… ¿Con qué estilo no os atreverías o te impone mucho respeto?

– Con muchos, seguro. Siempre creemos que todos los estilos que dicen o decimos que hacemos no son tantos o quizás se parezcan tanto que no se diferencian. No sé, los estilos necesitan del atrevimiento de intérpretes, si no los estilos mueren y los intérpretes la cagan. ¡Molaría hacer una sardana bien galáctica!


¿Cómo se consiguen integrar todos esos estilos y que el disco no chirríe en absoluto?

– Bueno, se han intentado madurar los temas lo suficiente para tocarlos y cantarlos con intención, que nos sonara lo más natural y suelto que pudiéramos. Los tocamos mucho antes de grabarlos y a nivel de instrumentación intentamos no irnos por los cerros de Úbeda.


¿Se ha compuesto y grabado el disco en distintos lugares? ¿Cómo ha afectado al resultado?

– La primera intención era grabarlo en muchos sitios, donde estuviéramos viajando; eso se convirtió en un buen blog de notas pero insuficiente para un disco. Nos tuvimos que encerrar en el estudio, y la mayor parte está grabada en un par de estudios. Esto retrasó la idea inicial: se perdió material o se desestimó y acabó en un disco que, en un principio, nos pareció corto por todo el tiempo invertido.


Desde vuestro punto de vista, ¿en qué se concretaría la evolución en este álbum frente al anterior o a la etapa Dusminguet?

– Quizás en el tratamiento rítmico y, especialmente, en la respiración de las canciones -creo que están más asentadas, con una respiración más firme- y por la cantidad de material que se ha desestimado.


¿Se puede decir que la aportación de la guitarra eléctrica ha acercado este disco más al rock y que se dejado detrás también parte del sonido electrónico de vuestro anterior disco?

– No tengo mucha perspectiva, pero sí que la guitarra eléctrica ha pillado mucho peso. Lo del sonido electrónico no lo siento mucho así, pero es cierto que se ha buscado un sonido muy de banda, vivo, con dinámica y orgánico. No sé si me explico, pero la idea era que se entendiera la banda bien.


¿Y en los textos, puede ser que lo que se quiere decir se manifiesta menos evidentemente, o que no hay un contenido tan reivindicativo?

– Puede ser, pero mola que se entienda. Hay una reivindicación constante de la fiesta y el baile como herramienta necesaria en nuestra vida, de la risa frente al miedo.

 


Con el tiempo, ¿ha cambiado lo que queréis decir en las canciones o ha cambiado la forma en la que lo decís?

– Seguro que la forma en que nos expresamos va mutando día a día, pero no creo que haya cambiado mucho nuestra visión del mundo.


¿Cuál creéis que es la utilidad social de la música?

– Pues es un lenguaje fantástico que te produce viaje, tranquilidad, euforia y también sopor u horror, y eso cada sociedad lo utiliza como quiere o mejor sabe. Yo prefiero que sirva mejor para bailar con alguien que para que esa persona vaya a pedir un crédito al banco.


¿Y cuál debe ser el papel del artista?

– Hacer flipar a los demás


¿Cómo se os recibe en otros lugares? ¿Alguno más favorable a vuestra música o alguno que la entienda menos?

– Lo que hacemos se entiende bastante bien en cualquier parte. Luego cambia mucho dependiendo de si la gente le apetece o no o si te conocen más o menos; también de si el púbico entiende las letras o parte de ellas o no entiende nada de lo que se canta. Pero creo que en todas partes la esencia del grupo y lo que expresa se entiende rápido.


¿Cómo lleváis vivir de la música en tiempos tan turbulentos?

– Difícil, pero hay que pensar que somos unos privilegiados y que has de currártelo siempre

 

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Cuando empezasteis, el disco era un fin en sí mismo. Hoy se está convirtiendo más en un medio de presentación para dar conciertos. ¿Cómo habéis vivido esos cambios?

– A nivel de creación, es un poco una putada porque hemos crecido con el disco como una unidad bastante definida, un lenguaje para contar cosas, su tiempo, etc. Y eso ahora carece más de sentido porque no llega así al público; además, sigue siendo importante para los medios de comunicación, los promotores, festivales y hasta para el público, aunque casi nadie lo escucha ya entero y mucho menos se compran…


Os llaman, supongo, para festivales de todo tipo. ¿Cuál ha sido el escenario, festival o iniciativa más curiosa en la que habéis
participado?

– Un fin de año que se celebraba en marzo, creo, ¡a lo grande!


¿Cómo se ve la banda en directo presentando este segundo disco? ¿Cómo serán los conciertos gallegos?

– Hemos tenido un buen verano y la banda estaba en mejor forma que nunca, nos lo estábamos pasando muy bien. Para ir a Galicia hemos optado por un formato más pequeño de cuatro en el escenario y el técnico. Hemos hecho alguna actuación en ese formato anteriormente pero hemos tenido que adaptar de nuevo el repertorio; será un poco volver a arrancar pero con kilómetros ya recorridos.

Por último, ¿cuál ha sido la mejor anécdota de estos años en el mundo de la música?

– Tocamos en Bueu, en el Aturuxo, hace dos años, y perdí la voz completamente en el tercer tema y no volvió. El guitarrista intentó cantar las canciones mientras yo le susurraba al oído, pero no me oía y tampoco se las sabía mucho aunque siempre nos había parecido que sí. Creo que la banda se reía para no llorar. Fue muy duro. Lo mejor es que ahora volvemos para tocar ahí y podemos convertir lo de aquel día en una anécdota.


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