KASABIAN 2005

ULTRASÓNICA ENTREVISTA CON VERANO EN LISBOA

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ENTREVISTAS 2005


Kasabian, adiós a las almas perdidas

 

En el mundo de la música, la pasión es algo cada vez menos frecuente, pero en el caso de Kasabian, la tienen a montones. No hacen música para ser famosos, o porque el mundo discográfico vaya a convertirles en millonarios. En su caso, se trata ante todo de una auténtica necesidad, porque llevan la música grabada en las venas. “¿Por qué formamos parte de un grupo?”, pregunta el cantante de Kasabian, Tom Meighan. “Sencillamente porque es lo único que sé hacer, y no hay nada en el mundo que me guste más que la música. Esto es exactamente lo que siempre había soñado hacer desde que tenía cuatro años. Por eso he llegado al lugar donde estoy”.

Kasabian surgió y se formó en Leicester, una ciudad como tantas otras. Se trata de esa clase de sitios donde la gente se pasa la vida escuchando música, jugando al fútbol, emborrachándose y recorriendo las calles por las noches porque no hay nada mejor que hacer.

“Cuando éramos más jóvenes vivimos de cerca los intensos primeros años 90. Se estaba viviendo una auténtica revolución musical”, afirman, “y resultaba una experiencia increíble. En cierto modo fue algo parecido a lo que ocurrió con la compañía Motown Records, salvando las diferencias y centrándonos en el mundo del sonido drum’n’bass, un género que ofrece un ritmo único que se echa de menos en la música independiente, un universo que muchas veces peca de aburrido y poco innovador”.

Kasabian empezaron a tocar juntos en serio cuando tenían 17 años. Tom (vocalista), Sergio Pizzorno (compositor, guitarra principal y teclados) y Chris Edwards (bajo) se conocían desde pequeños. Christopher Karloff (guitarra y teclados) se incorporó al grupo cuando los demás miembros de la banda le conocieron en un pub: “Un día, cuando menos lo esperábamos, vimos a un tipo con unas patillas muy largas y al instante pensamos: ‘Este tío tiene toda la pinta de poder tocar con nosotros’. Se lo propusimos y se unió al grupo. Ni más ni menos”.

Poco después, la explosión del brit-pop les proporcionó la energía necesaria para crear su propio grupo. Lo primero que hicieron fue conseguir su primer teclado. “Era la primera herramienta que necesitábamos para tocar, así que no nos lo pensamos dos veces y nos fuimos a comprarlo”, afirma Tom. “En cuanto tuvimos el teclado empezamos a componer temas de rock. Teníamos un montón de buenas ideas y muchísima creatividad”.

Más tarde, uno de los componentes del grupo estaba leyendo acerca de la historia de Charles Manson, y en el artículo aparecía el nombre de la joven embarazada que ayudó a escapar a aquel grupo de asesinos, Linda Kasabian. En un principio pensaron utilizar aquel nombre en una sola canción, pero finalmente acabaron sintiéndose muy cómodos con el nombre de Kasabian, mucho más cuando se enteraron de que en armenio significa ‘carnicero’, un término muy apropiado para un grupo con un estilo muy ecléctico cuya principal ambición, por otra parte, ha sido siempre crear sin barreras. “Desde el primer día en que creamos el grupo, siempre he estado seguro de que podíamos conseguir cualquier cosa, sin limitación alguna. Sabíamos que podíamos ofrecerle a la gente algo especial”, afirma Tom.

La siguiente parte de la historia del grupo surgió cuando asistieron a una fiesta que se celebraba en una granja en la ciudad de Rutland, a unos 50 kilómetros a las afueras de Leicester. Pasaron un buen rato charlando con el hijo del granjero, y acabaron quedándose allí. La granja, situada junto a un lago artificial, en un lugar aislado y especialmente tranquilo, había sido en otros tiempos un antiguo molino que se utilizaba para proyectos textiles y estaba formado por un gran número de edificios abandonados.  

En cuanto los miembros de Kasabian se instalaron en su nuevo hogar, todos tuvieron muy claro que aquel era el sitio ideal para iniciar su nueva carrera musical. “Teníamos una televisión enorme, montañas de DVDs y videojuegos, un equipo de sonido tan potente que te hacía temblar hasta el último pelo de la cabeza cuando lo escuchabas, y, sobre todo, teníamos suficientes discos como para que aquel enorme aparato tuviera siempre algo que digerir. En la parte de arriba del local, junto a la habitación que compartíamos, creamos un estudio lleno de sintetizadores procedentes de todas las décadas imaginables, y un montón de guitarras e instrumentos de percusión. Sólo teníamos dinero para alquilar dos habitaciones, así que no había más remedio que quedarnos en una habitación”, recuerdan.  

Por supuesto, también contaban con todo el tiempo que fuera necesario para hacer con él lo que les diera la gana. Claro, tampoco faltaban las fiestas. “En 2003 organizamos un mini-festival al que invitamos a un montón de amigos, los cuales instalaron sus tiendas de campaña alrededor de la granja, mientras tocábamos en directo en uno de los edificios industriales abandonados que formaban parte del complejo en el que se encontraba la granja”. 

Sin embargo, como la mayoría de sus amigos vivían a más 100 kilómetros de distancia del grupo, también pasaron largas etapas en las que podían trabajar sin interrupciones ni distracciones de ningún tipo. Tenían tiempo para dormir, para pasear, para tocar o para ver películas durante todo el día, y después se pasaban las noches enteras trabajando. “Es el momento ideal, cuando surgen las mejores ideas”, afirma Karloff. “En lo que se refiere a la inspiración, es como si absorbiéramos toda la música imaginable y después la escupiéramos convertida en algo mucho más fresco e innovador”.  

“La buena música se encuentra en cualquier sitio. Incluso una canción que aparentemente es una porquería puede incluir algún pequeño detalle interesante”, afirman. Entre los ingredientes que dan forma a los temas del grupo se encuentra una mezcla explosiva formada por influencias de Los Beatles, The Doors y los Rolling Stones, es decir, los discos que formaban parte de las colecciones de sus padres. A todo ello se une la pasión de la madre de Tom hacia el sonido Motown, la afición que Karloff siente hacia el cine y las bandas sonoras (una actitud que heredó de su padre), la sensación de libertad que surge cuando te pasas la noche bailando al aire libre en pleno campo, junto con una mezcla de influencias rave y hip hop con elementos del brit-pop y algunos toques de la música de Chuck Berry, Roy Orbison, The Tour Tops, The Supremes, The Ronettes, Ennio Morricone, la primera etapa de Pink Floyd, el álbum de Brian Eno Music For Airports, Donna Summer, Joy Division, Eminem y un montón de artistas más, de ayer, de hoy y de mañana. Es decir, prácticamente de todo.

“Al principio, las ideas surgen como algo muy pequeño y, después, a medida que pasan los meses se van convirtiendo en algo cada vez más grande”, afirma Sergio. “Para preparar algunos temas necesitábamos un monitor del tamaño de una pantalla de cine. Con este disco hemos sentido algo muy especial, la alegría que surge cuando creas música por el simple placer de hacerlo”.  

Por si no tuvieran bastante con la tranquilidad y la inspiración que han disfrutado trabajando en la granja, lo cual les ha aportado toda la libertad que necesitaban para explorar nuevos retos, también han sido suficientemente inteligentes como para echar la vista atrás de vez en cuando y someterse a la disciplina de crear canciones que no superaran los tres minutos de duración. A Kasabian les gustan los temas que incluyen un buen estribillo, con melodías que enganchan fácilmente con el público y que, además, ofrecen una música llena de energía que Sergio define como “una experiencia que te empuja a luchar y que te ofrece un subidón de adrenalina”.

Sin embargo, lo que realmente marca una gran diferencia entre Kasabian y el resto de grupos es su actitud: “Cada vez es más difícil encontrar bandas con verdadera personalidad, la mayoría son bastante grises y poco atractivas”, afirma Sergio. “En muchos casos, la música actual es aburrida, no tiene alma, ni ritmo, nadie se arriesga, y eso hace que ya no sea algo divertido. Nosotros, en cambio, nos tomamos la música muy en serio, pero también queremos pasárnoslo bien con ella. Para nosotros esto no es un trabajo”, añade Tom. “Necesitábamos grabar este álbum, y ahora necesitamos irnos de gira. Tenemos muy claro que tenemos una vida alucinante, y estamos haciendo exactamente lo que nos gusta. Si no disfrutásemos tanto con la música seríamos como almas perdidas. Creo que la música necesita de gente como nosotros. La música británica necesita a alguien que le dé una patada en el trasero y, en ese sentido, Inglaterra necesita contar con un grupo que pueda volver a ilusionar al público. Eso es algo que ahora mismo no está haciendo nadie más. Parece como si la música hubiera pasado a mejor vida, y no queremos que la gente le dé la espalda. La gran serpiente de la música va a resurgir de nuevo del fondo de los mares y va a asustar a todos los piratas que asolan los mares…”

Xavier Valiño
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