JOY DIVISION CONTROL

Joy Division, la historia de Control

 

Al igual que ocurre con otras muchas películas, para encontrar la semilla de Control hay que remontarse 10 años, a una visita a una librería en la que el productor Orian Williams compró Touching From a Distance, la narración biográfica de Deborah Curtis sobre la breve vida de su marido, Ian Curtis, el enigmático vocalista de Joy Division.

 

Decades

 

El libro arranca en Macclesfield, una pequeña ciudad a las afueras de Manchester, durante la adolescencia de Ian Curtis. Todos los acontecimientos son narrados siempre desde la perspectiva de Deborah Curtis, quien narra con todo detalle su relación y matrimonio con Ian, a la vez que recuerda la historia de Joy Division. Aunque sólo grabaron dos álbumes de estudio, en 3 años, fueron los líderes del movimiento post-punk que influenció a bandas como The Smiths, U2 y a multitud de grupos actuales como Bloc Party o The Editors.

 

La mayor intriga del libro es la perspicacia con la que se adentra en el alma torturada del vocalista de Joy Division. Poco a poco, vamos viendo las diferentes capas de su grave depresión, el sentimiento de culpabilidad y su débil salud, que le llevaron a suicidarse a los 23 años.

 

“Me compré el libro en 1997, cuando se editó en Estados Unidos”, recuerda Williams. “Lo tuve en el coche durante un par de días y lo puse en una estantería. Un par de semanas después, un amigo mío director, al ver el libro, me preguntó, “¿Qué estás haciendo con este libro? ¡Sería una película increíble!”

 

“Había estado oculto y no pensaba en él, ni siquiera lo había leído”, dice Williams (de Touching From a Distance). Al ser los dos grandes seguidores de Joy Division, de repente lo vieron claro. Williams, que en ese momento estaba ocupado con la producción de La sombra del vampiro, protagonizada por John Malkovich y Willem Dafoe, le dio el libro a su amigo, para que investigara y viera todas sus posibilidades.

 

 

Passover

Con energías renovadas, Williams hizo unas cuantas llamadas. Descubrió que Deborah Curtis ya había aprobado una adaptación cinematográfica que se desarrollaba en Nueva York. El proyecto llevaba 3 años parado. Williams había tratado de involucrarse en su producción antes de que el proyecto se cancelara definitivamente y se disolviera la productora.

Después de hablar con Deborah Curtis y con su hija Natalie, Williams y su por entonces socio en la producción, Todd Eckert, comenzaron un proceso para ganarse su confianza y explicarles cuál era su visión sobre la adaptación que querían llevar a cabo, y que para ellas sería vista como el último recuerdo que tendrían de su marido y padre las futuras generaciones. Este proceso se prolongó durante 8 meses. Con su consentimiento, Williams adquirió los derechos de su libro y comenzó a trabajar en la nueva producción.

Deborah y Natalie Curtis pusieron en contacto a Williams con Tony Wilson, que había fichado a Joy Division para su sello discográfico, Factory Records, y les había conseguido su primera actuación en televisión. Wilson terminaría uniéndose al proyecto como coproductor.  Tomando su libro como punto de partida, Williams había hecho especial hincapié a Deborah que la película estaría elaborada a partir de su historia.

“Quería asegurarme que la película cubriría todos los aspectos de la vida de Ian”, apunta Williams, “y la mujer estaba de acuerdo con eso”. Eso significaba que debería aparecer la historia de Annik Honoré, la mujer que tuvo un romance con Ian Curtis que dio lugar a la desintegración del matrimonio Curtis. “Ian estaba muy apegado a Annik, y nosotros estábamos muy interesados en incluir elementos de su vida, algo de lo que se habla muy poco en Touching From a Distance y que tuvo un papel muy importante dentro de toda la historia”, añade Williams.

Para contar la historia completa, también había que incluir al resto de integrantes de Joy Division; Bernard Sumner, Peter Hook y Stephen Morris, quienes ahora son mucho más conocidos bajo el nombre de New Order. Con el acuerdo y la aprobación de Deborah Curtis, junto con el apoyo y respaldo de los miembros de New Order, comenzó la búsqueda de director.

 

 

Heart and Soul

A finales de 2001, meses antes de iniciar sus negociaciones con Deborah Curtis, Williams había mandado un mail al prestigioso fotógrafo Anton Corbijn, animándole a dirigir su primera película y con la esperanza de que ambos pudieran trabajar juntos algún día.

“Le mandé un mail diciéndole que sería una buena idea que hiciera una película”, recuerda Williams. “Me contestó que había estado pensando en dar un giro radical a su vida. Y añadió: “Puesto que me has escrito en este momento, ¿por qué no nos encontramos algún día?”

Anton Corbijn, quien se había dado a conocer como fotógrafo y haciendo trabajos para bandas como U2 o Depeche Mode (además de fotografiando a toda la aristocracia del mundo del rock) lo primero que le dijo a Williams fue que, si hacía una película, no tendría nada que ver con la música. Tiempo después, sin embargo, aceptaría la oferta de Williams para dirigir una película sobre Ian Curtis.

“Estaba leyendo varios guiones, pero no sabía qué dirección tomar”, reconoce Corbijn del tiempo en el que Williams tuvo el primer contacto con él. “Sabía que no quería hacer una película musical, ya que eso parecía muy predecible. En Inglaterra la gente me conoce como fotógrafo del rock”. No lo soy, sólo soy fotógrafo y pensaba que si hacía una película de temática musical, ya sería así conocido para siempre.

Mientras Williams buscaba al director para dirigir la película, nunca perdió el contacto con Corbijn, pensando en poder trabajar con él en el futuro. Un tiempo después, Corbijn le dijo a Williams que se trasladaba a vivir a Los Ángeles y que deberían quedar para comer. Cuando quedaron, Corbijn ya había adquirido los derechos del libro de Deborah Curtis.

“La comida duró dos horas. Durante ese tiempo, me contó su historia personal, sobre cómo había decidido abandonar Holanda para irse a vivir a Londres, y así poder estar más cerca de Joy Division”, recuerda Williams sobre esa comida celebrada en Abril de 2004.

 

En octubre de 1979, con 24 años, Corbijn llegaba a Londres. Tan sólo un par de meses después, asistía al concierto que Joy Division ofreció en el Rainbow Theatre y al día siguiente “tomé la imagen que se ha convertido en un icono de los miembros de la banda bajando al metro. Seis meses después, Ian se suicidó. De repente, esa foto se convirtió en algo muy importante”, puntualiza Corbijn.

Después de la comida, Corbijn le sugirió que se volviera a leer Touching from a Distance. “Secretamente, yo quería que dirigiera la película”, confiesa Williams. “Estaba convencido que su conocimiento del grupo le daría un toque muy especial a la película. Hasta que no me contó lo de su traslado a Londres, no fui consciente de la conexión tan grande que existía entre Corbijn y el grupo. Pronto confirmó mis sospechas, al afirmar que él podría ser la única persona que pudiera dirigir esta película. No de una manera arrogante, sino manifestando su deseo de proteger la historia. Le contesté: “¡Yo también creo que eres la persona que debe dirigir esto! Nunca le vi temeroso al afrontar su primera película”, señala Williams.

La noticia de que Corbijn dirigiría la película se hizo pública el 7 de enero de 2005, en el Radisson Edwardian (anteriormente conocido como Free Trade Hall) de Manchester, lugar en el que tuvo lugar el concierto de los Sex Pistols que daría lugar a la primera conversación de Ian Curtis con Bernard Sumner y Peter Hook sobre la creación de un grupo musical.

La noche anterior a la rueda de prensa, Corbijn pensó que Control sería el título de la película. Al día siguiente explicó que su inspiración era una clara referencia al tema “She´s Lost Control” y “además, porque creo que Ian era una persona que quería controlar su vida, todo aquello que estaba a su alrededor y su destino. Aunque por mucho que se empeñara, la epilepsia era un elemento presente en su día a día que no podía controlar”, relataba Corbijn.

Debbie Curtis, que durante la rueda de prensa estaba sentada al lado de Corbijn y del equipo de producción de Control, anunció su completo apoyo a la película. “Después de todos estos años, me hace mucha ilusión”, reconocía Deborah. “El proyecto para llevar a cabo esta película se ha prolongado durante mucho tiempo. Hubo una época en la que pensaba que era mejor no llevarlo a cabo, pero ahora hemos encontrado a la gente correcta”, afirmaba Deborah Curtis.

 

Atmosphere

Tomando el libro de Deborah Curtis como base, la tarea de escribir el guión recayó en Matt Greenhalgh, nacido y criado en Salford. Los productores siempre habían querido que alguien familiarizado con las costumbres y peculiaridades de la zona de Manchester adaptara el libro, para evitar que la película se llenara de artificios propios de Hollywood.

“Ian es un Dios en su ciudad. Realizar una biografía suya es probablemente el sueño de cualquier joven de Manchester”, afirmaba Greenhalgh, en el transcurso de la rueda de prensa. Touching from a Distance está magistralmente escrito y el guión tiene que estar a su altura. Hay mucha gente a la que satisfacer, que conocen perfectamente todos los acontecimientos”.

Además de pedirle a Deborah Curtis una mayor aportación, Greenhaghl llevó a cabo una meticulosa investigación. Para ello realizó numerosas entrevistas a personas que habían tenido relación directa con la historia. Al igual que a aquellos que estaban realizando un apoyo activo o estaban involucrados de alguna manera en el proyecto, como Tony Wilson y los miembros de New Order, Greenhalgh mantuvo además un par de conversaciones, cara a cara, con Annik Honoré en la casa que ésta tenía en Bruselas, hasta donde viajó para conocer su historia de primera mano.

En el momento de conocer a la banda, Honoré era una joven periodista belga. Al hacerles una entrevista, sintió un flechazo instantáneo por Ian. Ian y Annik comenzaron una relación que duró hasta que Ian puso fin a su vida. Esta relación aceleró la desintegración del matrimonio Curtis. La principal objeción a la película era la de humanizarla demasiado, puesto que, después de todo, era la mujer por la que Ian Curtis arriesgó todo.

A pesar de sus conversaciones con Greenhalgh, Honoré sólo autorizó que utilizaran su nombre. “Honestamente, me costó mucho que nos permitiera usar su nombre”, reconoce el guionista. Corbijn insinúa que posiblemente Honoré tenía algunas reservas, al no saber cómo se trasladaría el guión a la gran pantalla.

El director afirma que “a veces es complicado explicarle a las personas que, aunque sobre el papel algo te parezca un poco cursi, el modo de filmar las cosas y la manera de decir sus diálogos los actores pueden convertirlo en algo totalmente diferente. La atmósfera es lo que hace creíbles a las escenas”.

Corbijn visitó a los tres supervivientes de Joy Division en sus casas para enseñarles el guión. “Fue muy interesante: algunos miraban los hechos, otros los sentimientos”, confiesa el director. “Stephen, por ejemplo, quería asegurarse que Rob Gretton, el último manager de la banda, era bien tratado en la película”. La implicación de Corbijn había hecho que los tres supervivientes de Joy Division dieran su consentimiento al proyecto. A pesar de apoyar la película, habían demostrado un escaso interés.

Al enseñarles el guión, una de las cosas más sorprendentes fue ver cómo diferían los recuerdos que cada uno tenía. “Todo ocurrió hace mucho tiempo atrás y era una época en la que había muchas drogas y confusión”, reflexiona Corbijn. “Pero incluso cuando se produce un accidente de coche y hay varios testigos, una hora después cada uno cuenta la historia de una manera diferente”.

“El hecho de que fuera Anton quien estaba al mando del proyecto les producía un sentimiento de seguridad de que el resultado sería bueno”, reconoce Williams. Irónicamente, aunque los productores deseaban mantener toda la esencia y hacer un retrato lo más fiel posible de Manchester, las imágenes más importantes no podían filmarse en el zona de Manchester que deseaban.

“Queríamos rodar en Manchester para estar lo más cerca posible del lugar en el que todo tuvo lugar, pero visualmente la ciudad ha cambiado tanto que ya no se parece al Manchester de los 70”, afirma Williams. “Ahora, apuntes donde apuntes con tu cámara, aparece algo moderno”.

El paisaje de la ciudad que Ian Curtis conoció ha cambiado drásticamente. La reconstrucción tras el atentado del IRA en 1996 y la modernización llevada a cabo con motivo de la celebración de los juegos de la Commonwealth de 2002, han sido las causas principales de su gran transformación. Peter Heslop encontró en Nottingham un lugar que se parecía muchísimo al Manchester de los años 70.

“Al descubrir el campus de la Universidad de Nottingham fue cuando nos decidimos. Había algunos estudios antiguos de televisión, con dos platós. Era como si los hubieran puesto allí para nosotros, además podíamos instalar ahí nuestra oficina de producción, era perfecto”, apunta Williams. Sin embargo, en exteriores emblemáticos de Manchester íntimamente relacionados con la historia, tales como la casa en la que Ian y Deborah vivieron, en Macclesfield, sí que se filmó.

 

Leaders of Men

Durante los preparativos de la película se fue muy minucioso con todo, pero lo que preocupaba a la hora de mantener la autenticidad era el casting para el personaje de Ian Curtis. Aunque el director nunca pretendió hacer simplemente una biografía cinematográfica, el actor elegido no sólo tendría que parecerse físicamente, sino también tener el mismo espíritu que Ian Curtis. A pesar de que los libros más recientes y las cientos de páginas de Internet han engrandecido el halo enigmático y místico de Ian, su encanto no ha desaparecido.

La búsqueda del actor perfecto era como un círculo vicioso: si elegían a un cantante famoso para dar vida a Ian Curtis, el proyecto conseguiría rápidamente la luz verde para llevarse a cabo, aunque eso elevaría notablemente el presupuesto, y haría pasar desapercibida su interpretación. Después de hacer castings en Londres, la búsqueda se expandió hasta el norte de Inglaterra y Manchester.

Aunque durante su juventud Sam Riley mostró cierto interés por la televisión y el teatro, pronto todas sus energías se centraron en la música. La banda que lideraba, 10.000 Things, consiguió firmar un contrato con un sello discográfico importante para editar su primer álbum. Tras un año sufriendo las consecuencias de la política de la multinacional, y sin poder editar su disco, terminaron perdiendo su contrato. Esto llevó a Riley a aceptar un trabajo en un almacén en Leeds. Totalmente desilusionado con su fracaso en el mundo de la música, Sam decidió volver a probar suerte en la interpretación.

“Lo primero que hice fueron audiciones para papeles en televisión. Eso me producía cierto malestar porque yo me sentía un músico y no veía cómo dos cosas tan diferentes podían encajar”, afirma Riley. “Decidí llamar a mi antiguo agente y Control fue lo primero que apareció; eso sí que era increíble”.

Riley ríe al recordar como fue su primera audición para el papel de Curtis en Manchester: “Cuando llevaba unos minutos en la habitación, Anton me preguntó: ¿Puedo ver cómo te mueves?”, recuerda Riley. El director tenía ganas de ver si podía imitar los característicos y desenfadados movimientos de Ian sobre el escenario. “Sabía que me lo iba a pedir, porque había visto al chico que hizo la prueba antes que yo. Me fui al baño y practiqué delante del espejo un par de veces. Me pusieron un Ipod en el brazo, y Anton hizo un juego de pies para ayudarme”, recuerda Sam.

Después de una segunda audición, Riley supuso que tenía posibilidades de conseguir el papel cuando Corbijn le dijo que no se cortara el pelo, para interpretar a un adolescente Curtis al principio de la película. Meses después, con su pelo ya bastante largo, Riley recibió la noticia de que había sido elegido para interpretar a Ian Curtis. La noticia llegaba el mismo día de su cumpleaños, el mismo día que Elvis Presley y David Bowie.

Unos años antes, Riley había realizado un casting para el papel de Stephen Morris, batería de Joy Division, para 24 Hour Party People, antes de llegar a conseguir finalmente el papel de Mark E Smith, líder de The Fall, en la película, papel que más tarde fue eliminado en el montaje final de la película. Esta experiencia en una película ambientada en el mismo periodo del legado musical de Manchester no le sirvió mucho como preparación para Control, puesto que a la película de Corbijn no le interesaba demasiado mitificar este periodo.

 

“Lo primero que todos me preguntaban era cómo llevaba eso de interpretar a un icono”, comenta Riley. “Es cierto, pero yo no quería pensar en él en ese sentido. No puedes interpretar a un icono sin tomar prestado un poco de la pomposidad del personaje. Él era sólo un chico normal. Fue su anticipada muerte la que siempre fascinó a la gente”.

Además de llevar a cabo la preparación necesaria para interpretar el papel, leyendo y visionando todo el material audiovisual, una de las cosas que primero hizo Riley fue tratar de comprender mejor la epilepsia que afectó a Ian Curtis durante la última parte de su vida. Riley tenía algún conocimiento sobre la enfermedad, puesto que el guitarrista de su grupo también la padecía. Para ello, Sam pasó un día entero en la Sociedad Nacional de Epilepsia en Londres.

“Me reuní con los neurólogos, que tuvieron la amabilidad de responder a todas mis preguntas y mostrarme cómo se comporta el cuerpo durante un ataque”, recuerda Riley. “Vi a varias personas mientras sufrían los ataques. Fue una experiencia bastante dura, porque nadie quiere presenciar algo así, pero ésa era la razón por la que yo estaba allí”.

Ian Curtis sufrió su primer ataque constatado a los 21 años, en el coche, cuando regresaba de dar un concierto en Londres. Se desconoce sí anteriormente había tenido ataques. “Creo que durante su adolescencia mostró algunos signos de epilepsia, pero nunca con convulsiones”, dice Riley, lleno de dudas sobre el verdadero inicio de la enfermedad de Curtis. “Esto es algo que le puede pasar a los adolescentes: parecen curados al llegar a los veinte, y años más tarde los síntomas vuelven a reaparecer”.

Así como tenía un parecido físico claro con Curtis, algo para lo que no tuvo que ensayar, Riley también intentó tratar de comprender cómo la epilepsia de Curtis afectó su estado mental, para así ayudarse en la parte final de su interpretación en la película. Además de recrear los efectos físicos, cosa que hizo sin ensayos, Riley también debía captar cómo la epilepsia afectaba a su estado mental, para construir su personaje en la última parte de la película.

“Se trataba de apreciar cómo una persona sana iba a vivir en este estado constante de temor. Sabes que un ataque puede matarte, así como provocarte daños físicos. También puede resultar humillante, porque puedes llegar a perder el control de tus funciones corporales, y mucha gente no sabe cómo reaccionar ante tu enfermedad”, puntualiza Riley.

Aunque Riley tiene una estructura física muy similar a la de Ian, el único obstáculo para que pudiera clavar a Ian Curtis en la pantalla, era que no tenía sus distintivos y evocadores ojos. “Durante un tiempo pensaban que mis ojos iban a ser un problema”, apunta Riley. “Probamos con lentillas, pero con ellas las pupilas no se movían, y me hacían parecer un androide. Un día, estaba con Alexandra Maria Lara en maquillaje mientras me las colocaban, y al mirarla su cara me lo dijo todo. Como nunca había usado lentillas, me las ponía un par de horas durante los ensayos. La gente del equipo estaba convencida de que debía llevarlas. ¡No tengo los ojos de Ian, pero es que tampoco soy Ian!”, confiesa Riley.

Debido a su inexperiencia en la interpretación, las dos semanas de ensayos ayudaron a Riley, a sentirse cómodo y a aumentar su confianza. Mientras que por las tardes se dedicaba a ensayar con los actores que interpretaban a los otros miembros de Joy Division, por las mañanas pasaba una semana con cada una de las actrices que darían vida a las dos mujeres importantes en su vida: Samantha Morton (Deborah Curtis) y Alexandra Maria Lara (Annik Honoré). Para ayudarles a crear la relación entre sus personajes, los actores iniciaron un viaje al corazón de la historia de Control, que va mucho más allá de la leyenda de Ian Curtis y Joy Division.

“Anton ha mantenido siempre que el quid de la cuestión y lo más importante dentro de la película era el amor juvenil y la vida familiar”, concluye Riley. “Puede que me equivoque, pero creo que Anton quería que Joy Division fueran algo supeditado a esto, algo secundario dentro del argumento de su película.”

 

 

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