JOEL SARAKULA

Joel Sarakula: “Mi banda española me conecta con lo latino”

 

 

El australiano Joel Sarakula, ciudadano del mundo y residente en el Reino Unido desde hace 10 años, es uno de los secretos mejor guardados de la música actual. En esta década ha editado cuatro discos y este viernes se presenta por primera vez en Gran Canaria dentro del Ciclo Eat to the Beat. En el Auditorio Alfredo Kraus sonará especialmente su último disco, Companionship (2020), que bebe del soul, el funk, el jazz o el pop. Joel ha aprovechado este concierto para pasarse venirse unas semanas antes a Gran Canaria, donde disfruta de la playa y se va integrando poco a poco, hasta el punto de haber pensado ya en pasar más tiempo en la isla.

 

En Gran Canaria tocarás con tu banda española, compuesta por dos músicos de la Fundación Tony Manero y uno de Los Retrovisores ¿En qué se diferencian de tu banda habitual o de las bandas con las que tocas en Alemania, Francia u Holanda?

– Es interesante. La gente de cada lugar le proporciona distintos sentimientos a mis canciones. Mi banda española me conecta con lo latino, ya que son músicos que en su vocabulario musical tienen integrados sonidos cubanos, brasileños o la rumba. A mí me gusta especialmente la música brasileña, artistas como Jobim o Sergio Mendes, y recientemente asistí a un concierto de Azymuth. Es bueno tocar con gente que entiende esas músicas y en cada país es distinto lo que ellos me aportan.

 

Aunque hay muchas canciones tranquilas en tu álbum, supongo que tus conciertos en directo son distintos. ¿Será así en Gran Canaria? ¿Alguna versión?

– Sí, claro, aunque cuando compongo y grabo canciones más lentas siempre pienso en el reto de cómo será interpretarlas en directo. En el directo tocaré mis temas más animados, como “In Trouble”, “I’m Still Winning”, “Sunshine Makes Me”… Me estoy comprometiendo ahora y quedará por escrito, así que tendré que tocarlas (risas). Y en este concierto haré una versión de un grupo canario, pero prefiero no dar más detalles, que sea una sorpresa.

 

Como tu nuevo álbum fue escrito hace unos meses, supongo que las canciones no tienen nada que ver con la pandemia. De todos modos, el título, Compañerismo, parece muy apropiado en estos momentos.

– Ha sido una coincidencia y ha resultado muy apropiado, justo en estos meses cuando se nos dice que no nos toquemos y no nos hablemos. El compañerismo ha resultado ser un tema más que interesante. Lo escribí en un tono irónico. Y te sorprendería saber que yo no tuve nada que ver con este virus. No, realmente lo empezamos todo Bill Gates y yo en China. Fue culpa mía, lo siento (risas).

 

¿Sobre querías qué escribir en este álbum? Parece ser más introspectivo que los anteriores, con temas como la soledad, la amistad, el amor…

– Quería hablar de relaciones y, sí, las canciones son más introspectivas y lentas. Son más emocionales, tienen que ver más con mis sentimientos, tienen más alma en ellas.

 

Entonces, ¿estas canciones escritas de antemano tienen nuevos significados para ti ahora?

– Sí, seguro, ha sido interesante revisarlas un par de veces e intentar entender de qué estaba escribiendo en su momento, aquello de lo que no era consciente entonces. Y ahora, en el contexto de la pandemia, resulta curioso hacer ese ejercicio.

 

¿Alguna vez has encontrado un significado oculto en las letras en el que no reparaste cuando las compusiste? Y quienes las escuchan, ¿aportan nuevas interpretaciones?

– Sí, pasa a menudo. La gente suele poner su visión y su vida en las canciones y generalmente resulta ser algo que no imaginaba. De todas formas, nunca los corregiría aunque estuviesen equivocados, ya que es su propia interpretación de las letras. Se trata de un proceso de descubrimiento más que nada, pero tampoco cambia lo que yo siento por mis creaciones y nadie me ha enseñado nada que yo no supiera sobre ellas.

 

¿Qué sonaba en tu tocadiscos mientras escribías y grababas este álbum?

– George Duke, Stanley Clarke, Roy Ayers… Más jazz funk de lo habitual. No lo recuerdo mucho, pero tampoco suelo escuchar mucha música cuando estoy en ese proceso para que no me influya demasiado, ya que el resultado no sería bueno. Me influyen tal vez más otras facetas de la cultura, en especial las películas. Muchas de mis canciones salen después de ver películas. No es que influyan en el punto de vista narrativo pero sí en el visual.

 

Da la impresión de que inviertes bastante tiempo trabajando en los arreglos de las canciones y en la producción.

– Me gusta el trabajo de la producción de un disco y, también, trabajar con los arreglos. Suelo dedicarle bastante tiempo. En el mundo de la fusión jazz, los arreglos son la parte más importante.

 

No obstante, si hay un elemento claro en tu música, esa sería la melodía.

– Las melodías me salen fáciles, son simples estructuras de armonías. Es algo que he tenido desde pequeño, cuando tocaba jazz al piano, cuando iba a clases de música clásica. Me gustan artistas como Debussy, Ravel y compositores de principios del siglo XX como Profófiev o Rostropóvich. Ya no los escucho a menudo pero de todos ellos recibí información sobre armonías. Ya de adolescente, como a los 13 años, fue cuando descubrí el rock con The Beatles, The Beach Boys, y eso me llevó a un nivel emocional distinto. Me gusta especialmente el White Album de The Beatles, aunque no sea perfecto. Hay cosas en ese disco que no salieron del todo bien, lo que lo hace más encantador. Fue entonces cuando empecé con un grupo mod, aunque éramos bastante malos. Espero que no lean esto en Australia (risas).

 

El segundo elemento característico de tu música son los sentimientos positivos, con los que consigues la empatía de los oyentes. ¿Cuál es la reacción habitual a tu música?

– Lo habitual es una reacción muy abierta, como que la gente baile y cante las canciones si conoce la letra, disfrutándolo. Mi música es animada. Por supuesto, tiene que haber sitio para la música más oscura, que sea catártica para la gente, como puede ser el caso de Nick Cave. Ese no soy yo, nunca me he sentido inspirado para escribir algo así, no cojo un bolígrafo si me siento mal; de hecho, no he escrito nada desde marzo de este año. Pero mis canciones representan igualmente sentimientos que yo he vivido, estados de ánimo por los que he pasado, son reales.

 

 

Puedo ver la conexión entre tus canciones y artistas como Bart Davenport, Josh Rouse, Dan Croll, Ron Sexsmith, Thundercat… ¿Sientes alguna afinidad especial con alguno de ellos?

– Con Josh Rouse puede haber alguna similitud con las armonías, pero él es más pop-country. Me gusta Ron Sexsmith como compositor, pero no es precisamente funky. He escuchado hablar de Dan Croll, pero no lo conozco. Me encanta Thundercat, ha hecho de todo, ha tocado en muchos discos e introduce elementos electrónicos de una forma muy interesante en su música.

 

Llamas a tu música soft rock soul, incluso yatch rock. Está claro que tienes un vínculo especial con la música de los 70 y principios de los 80. Daryl Hall & John Oates, Steely Dan, Boz Scaggs, Todd Rundgren, Billy Joel, Curtis Mayfield…

– Va cambiando. Algunas veces parece que me acerco más a los 60, en otras a los 70… En algún momento haré un disco que sonará como si fuese de 2020, probablemente en 20 años (risas). Entonces también será considerado retro.

 

¿Cómo haces que esos sonidos suenes frescos y atractivos?

– ¿Lo consigo de verdad? (Risas). Hay que actualizarlo de alguna forma. Mis letras son muy de ahora, no se podrían cantar en los 70. Mis producciones son también muy modernas, gracias a los trucos que utilizo y a la forma en la que trato mi voz.

 

Sé que descubriste la música de los 70 a través de la colección de discos de tus padres

– Sí, tenían muchos discos de gente como Simon & Garfunkel, Don McLean, Billy Joel, Joni Mitchell, Elton John, David Ackles, Bob Dylan, Carole King, Neil Young… Todos cantautores. Era lo relevante entonces.

 

¿Cuál fue el momento en el que decidiste ser músico y dejar atrás tus estudios de informática?

– Siempre estuvo ahí. Desde adolescente. Empecé a tocar en un club de golf a los 15 años, me pagaban bien por interpretar clásicos, melodías conocidas. Era una buena forma de probarme a mí mismo. Y cuando te pagan, piensas que puedes hacer esto toda tu vida. Después, en 2003, empecé a viajar, vivía en la carretera e iba tocando en cruceros, en islas del Caribe… Era el hombre del piano tocando versiones, pero no composiciones mías. También hice de pinchadiscos. He pasado mi vida practicando y ahora estoy esperando a dar el gran salto (risas).

 

Y desde hace 10 años vives en Inglaterra.

– En 2008 volví a Australia. Edité allí dos álbumes y, en 2010, me mudé a Inglaterra. Desde entonces vivo allí. Está mucho mejor comunicado para ir a otros lugares. Y desde que vivo allí he conocido a otros músicos como Ray Davies, Paul McCartney, Jack White…

 

Joel Sarakula: “Mi banda española me conecta con lo latino”

 

El australiano Joel Sarakula, ciudadano del mundo y residente en el Reino Unido desde hace 10 años, es uno de los secretos mejor guardados de la música actual. En esta década ha editado cuatro discos y este viernes se presenta por primera vez en Gran Canaria dentro del Ciclo Eat to the Beat. En el Auditorio Alfredo Kraus sonará especialmente su último disco, Companionship (2020), que bebe del soul, el funk, el jazz o el pop. Joel ha aprovechado este concierto para pasarse venirse unas semanas antes a Gran Canaria, donde disfruta de la playa y se va integrando poco a poco, hasta el punto de haber pensado ya en pasar más tiempo en la isla.

 

Xavier Valiño

 

En Gran Canaria tocarás con tu banda española, compuesta por dos músicos de la Fundación Tony Manero y uno de Los Retrovisores ¿En qué se diferencian de tu banda habitual o de las bandas con las que tocas en Alemania, Francia u Holanda?

– Es interesante. La gente de cada lugar le proporciona distintos sentimientos a mis canciones. Mi banda española me conecta con lo latino, ya que son músicos que en su vocabulario musical tienen integrados sonidos cubanos, brasileños o la rumba. A mí me gusta especialmente la música brasileña, artistas como Jobim o Sergio Mendes, y recientemente asistí a un concierto de Azymuth. Es bueno tocar con gente que entiende esas músicas y en cada país es distinto lo que ellos me aportan.

 

Aunque hay muchas canciones tranquilas en tu álbum, supongo que tus conciertos en directo son distintos. ¿Será así en Gran Canaria? ¿Alguna versión?

– Sí, claro, aunque cuando compongo y grabo canciones más lentas siempre pienso en el reto de cómo será interpretarlas en directo. En el directo tocaré mis temas más animados, como “In Trouble”, “I’m Still Winning”, “Sunshine Makes Me”… Me estoy comprometiendo ahora y quedará por escrito, así que tendré que tocarlas (risas). Y en este concierto haré una versión de un grupo canario, pero prefiero no dar más detalles, que sea una sorpresa.

 

Como tu nuevo álbum fue escrito hace unos meses, supongo que las canciones no tienen nada que ver con la pandemia. De todos modos, el título, Compañerismo, parece muy apropiado en estos momentos.

– Ha sido una coincidencia y ha resultado muy apropiado, justo en estos meses cuando se nos dice que no nos toquemos y no nos hablemos. El compañerismo ha resultado ser un tema más que interesante. Lo escribí en un tono irónico. Y te sorprendería saber que yo no tuve nada que ver con este virus. No, realmente lo empezamos todo Bill Gates y yo en China. Fue culpa mía, lo siento (risas).

 

¿Sobre querías qué escribir en este álbum? Parece ser más introspectivo que los anteriores, con temas como la soledad, la amistad, el amor…

– Quería hablar de relaciones y, sí, las canciones son más introspectivas y lentas. Son más emocionales, tienen que ver más con mis sentimientos, tienen más alma en ellas.

 

Entonces, ¿estas canciones escritas de antemano tienen nuevos significados para ti ahora?

– Sí, seguro, ha sido interesante revisarlas un par de veces e intentar entender de qué estaba escribiendo en su momento, aquello de lo que no era consciente entonces. Y ahora, en el contexto de la pandemia, resulta curioso hacer ese ejercicio.

 

¿Alguna vez has encontrado un significado oculto en las letras en el que no reparaste cuando las compusiste? Y quienes las escuchan, ¿aportan nuevas interpretaciones?

– Sí, pasa a menudo. La gente suele poner su visión y su vida en las canciones y generalmente resulta ser algo que no imaginaba. De todas formas, nunca los corregiría aunque estuviesen equivocados, ya que es su propia interpretación de las letras. Se trata de un proceso de descubrimiento más que nada, pero tampoco cambia lo que yo siento por mis creaciones y nadie me ha enseñado nada que yo no supiera sobre ellas.

 

¿Qué sonaba en tu tocadiscos mientras escribías y grababas este álbum?

– George Duke, Stanley Clarke, Roy Ayers… Más jazz funk de lo habitual. No lo recuerdo mucho, pero tampoco suelo escuchar mucha música cuando estoy en ese proceso para que no me influya demasiado, ya que el resultado no sería bueno. Me influyen tal vez más otras facetas de la cultura, en especial las películas. Muchas de mis canciones salen después de ver películas. No es que influyan en el punto de vista narrativo pero sí en el visual.

 

Da la impresión de que inviertes bastante tiempo trabajando en los arreglos de las canciones y en la producción.

– Me gusta el trabajo de la producción de un disco y, también, trabajar con los arreglos. Suelo dedicarle bastante tiempo. En el mundo de la fusión jazz, los arreglos son la parte más importante.

 

No obstante, si hay un elemento claro en tu música, esa sería la melodía.

– Las melodías me salen fáciles, son simples estructuras de armonías. Es algo que he tenido desde pequeño, cuando tocaba jazz al piano, cuando iba a clases de música clásica. Me gustan artistas como Debussy, Ravel y compositores de principios del siglo XX como Profófiev o Rostropóvich. Ya no los escucho a menudo pero de todos ellos recibí información sobre armonías. Ya de adolescente, como a los 13 años, fue cuando descubrí el rock con The Beatles, The Beach Boys, y eso me llevó a un nivel emocional distinto. Me gusta especialmente el White Album de The Beatles, aunque no sea perfecto. Hay cosas en ese disco que no salieron del todo bien, lo que lo hace más encantador. Fue entonces cuando empecé con un grupo mod, aunque éramos bastante malos. Espero que no lean esto en Australia (risas).

 

El segundo elemento característico de tu música son los sentimientos positivos, con los que consigues la empatía de los oyentes. ¿Cuál es la reacción habitual a tu música?

– Lo habitual es una reacción muy abierta, como que la gente baile y cante las canciones si conoce la letra, disfrutándolo. Mi música es animada. Por supuesto, tiene que haber sitio para la música más oscura, que sea catártica para la gente, como puede ser el caso de Nick Cave. Ese no soy yo, nunca me he sentido inspirado para escribir algo así, no cojo un bolígrafo si me siento mal; de hecho, no he escrito nada desde marzo de este año. Pero mis canciones representan igualmente sentimientos que yo he vivido, estados de ánimo por los que he pasado, son reales.

 

Puedo ver la conexión entre tus canciones y artistas como Bart Davenport, Josh Rouse, Dan Croll, Ron Sexsmith, Thundercat… ¿Sientes alguna afinidad especial con alguno de ellos?

– Con Josh Rouse puede haber alguna similitud con las armonías, pero él es más pop-country. Me gusta Ron Sexsmith como compositor, pero no es precisamente funky. He escuchado hablar de Dan Croll, pero no lo conozco. Me encanta Thundercat, ha hecho de todo, ha tocado en muchos discos e introduce elementos electrónicos de una forma muy interesante en su música.

 

Llamas a tu música soft rock soul, incluso yatch rock. Está claro que tienes un vínculo especial con la música de los 70 y principios de los 80. Daryl Hall & John Oates, Steely Dan, Boz Scaggs, Todd Rundgren, Billy Joel, Curtis Mayfield…

– Va cambiando. Algunas veces parece que me acerco más a los 60, en otras a los 70… En algún momento haré un disco que sonará como si fuese de 2020, probablemente en 20 años (risas). Entonces también será considerado retro.

 

¿Cómo haces que esos sonidos suenes frescos y atractivos?

– ¿Lo consigo de verdad? (Risas). Hay que actualizarlo de alguna forma. Mis letras son muy de ahora, no se podrían cantar en los 70. Mis producciones son también muy modernas, gracias a los trucos que utilizo y a la forma en la que trato mi voz.

 

Sé que descubriste la música de los 70 a través de la colección de discos de tus padres

– Sí, tenían muchos discos de gente como Simon & Garfunkel, Don McLean, Billy Joel, Joni Mitchell, Elton John, David Ackles, Bob Dylan, Carole King, Neil Young… Todos cantautores. Era lo relevante entonces.

 

¿Cuál fue el momento en el que decidiste ser músico y dejar atrás tus estudios de informática?

– Siempre estuvo ahí. Desde adolescente. Empecé a tocar en un club de golf a los 15 años, me pagaban bien por interpretar clásicos, melodías conocidas. Era una buena forma de probarme a mí mismo. Y cuando te pagan, piensas que puedes hacer esto toda tu vida. Después, en 2003, empecé a viajar, vivía en la carretera e iba tocando en cruceros, en islas del Caribe… Era el hombre del piano tocando versiones, pero no composiciones mías. También hice de pinchadiscos. He pasado mi vida practicando y ahora estoy esperando a dar el gran salto (risas).

 

Y desde hace 10 años vives en Inglaterra.

– En 2008 volví a Australia. Edité allí dos álbumes y, en 2010, me mudé a Inglaterra. Desde entonces vivo allí. Está mucho mejor comunicado para ir a otros lugares. Y desde que vivo allí he conocido a otros músicos como Ray Davies, Paul McCartney, Jack White…

 

 

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