JAVIER BECERRA: La música no es lo más importante

JAVIER BECERRA: La música no es lo más importante (libros.com)

 

 

Coincide el final de la lectura de este libro con el de un editorial de Ignacio Julià en una de las escasísimas publicaciones musicales en papel que quedan en este país. Al final, en un ejercicio insospechado en una revista de ideario y principios rock bien marcados, Julià, uno de los dos o tres nombres imprescindibles y de referencia en el periodismo musical español, se desmarca asumiendo sus placeres culpables o dulces pecados –‘placeres con remordimientos’, los llama él-, algo que, sin duda, será considerado como una traición en toda regla o una salida del armario musical. La confesión incluye “Mandy” de Barry Manilow, “La carretera” de Julio Iglesias, “Back for Good” de Take That, “La soledad” de Laura Pausini, “Believe” de Cher, “Sevilla” de Miguel Bosé, “Sacrifice” de Elton John o “Prospettiva Nevski” de Franco Battiato.

 

Además de una coincidencia temporal, parece que Julià ha leído también -y de ahí seguro que ha llegado un pequeño empujón a la confesión- el tercer libro de Javier Becerra, periodista conocido por su trabajo en La Voz de Galicia y con otros dos libros musicales publicados anteriormente: Los Eskizos, electricidad a contracorriente y ¡Esto es pop! En su caso, más que hablar de placeres culpables, Becerra viene a concluir que los melómanos deberían dejar atrás sus prejuicios para abrazar abiertamente y sin esconderse de aquello con lo que disfruten, venga de donde venga.

 

Lo hace impulsado por las reflexiones que fueron surgiendo en su cabeza durante la pandemia y, también, por los cambios que ha ido descubriendo en relación con su pasión en los últimos años, marcados por su evolución personal y otros factores como su trabajo en un diario donde tiene que cubrir todo lo que sucede en su ciudad, A Coruña, sean estos conciertos de David Bisbal o The Jesus & Mary Chain, y, también, por los imponderables de la vida de un adulto con responsabilidades familiares que tiene que tener claras sus prioridades.

 

Todo aquel que se sumerja en sus páginas se va a ver reflejado en uno u otro momento, cuando no en varios, asumiendo como suyas las mismas contradicciones por las que el autor ha transitado ya, y que tienen uno de sus momentos clave en un concierto de The Chemical Brothers en Benicassim. Becerra las expresa con total claridad y, además, ha conseguido armar un discurso en el que también ofrece sus conclusiones a todo lo planteado. Por supuesto, el lector puede compartirlas o no, pero verse reflejado en ese espejo plantea cuestiones a las que no puede -o no debería- escapar, y ese es su gran mérito. Al final, todos descubrimos que los prejuicios han estado y siguen estando ahí, queramos verlos o no, y que puede que sea cierto que la música no es lo más importante, algo que el autor repite varias veces, aunque sin dejar de cuestionarlo en algún momento en el que la pasión lo devora de nuevo.

 

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