IVÁN FERREIRO: Cena recalentada

IVÁN FERREIRO: Cena recalentada (Warner)

 

 

Aunque no es una rara avis en el mundo del pop, son escasas las recreaciones de un álbum entero de un artista por otro. Sin embargo, y aún a temor a equivocarnos, no recordamos de ningún otro caso en el que un artista haya recreado la obra entera de otro. Eso es justo lo que hace Iván Ferrreiro en su nuevo álbum que se edita hoy mismo, Cena recalentada, con la obra del influyente grupo Golpes Bajos, quienes tuvieron una breve carrera (tres cortos discos en escasos tres años) deshaciéndose en el pico más alto de su creatividad.

 

Debemos entender este trabajo como un verdadera ‘obra de amor’ de alguien que siempre ha manifestado en público y en privado que Golpes Bajos era uno de sus grupos favoritos, aquel que le demostró que se podía hacer música desde Vigo, desde la esquina atlántica de la Península, una música que fuera propia y, también, de todos.

 

El origen más directo de este disco tiene que ver con el concierto que ofreció Ferreiro en el Festival Portamérica en 2014, tocando el repertorio íntegro de Golpes Bajos aunque en orden inverso a cómo habían sido publicadas las canciones. Lo preparó junto a Pablo Novoa, guitarrista y teclista de Golpes Bajos, con quien trabaja desde hace una década, y contó también con el bajista del grupo, Luis García, además de su hermano Amaro y Martiño Villariño (quien se hace llamar Marta Toro).

 

Los mismos músicos son los que ahora participan en Cena recalentada, a los que se suman Fiz Novoa (hijo de Pablo) a las percusiones, Martí Perarnau IV en los sintetizadores y Tony Molina y ‘Pirata’ en los metales, más en la producción y las programaciones. Juntos recrean 19 canciones de Golpes Bajos, todas excepto el instrumental y breve “Prólogo” que abría Devocionario.

 

Gran parte del mérito del éxito de esta recreación lo tiene Pablo Novoa, quien ha sabido respetar la complejidad de las armonías de piano, la energía de las canciones, la dureza en las cajas de ritmo, las guitarras endiabladas de canciones como “La reclusa”, la dureza de ciertos arreglos y sus velocidades, sin que se haya perdido la esencia de Golpes Bajos.

 

Además, Novoa y Ferreiro han contado una vez más con el trabajo del siempre espectacular bajista Luis García (¡cómo lo hemos echado de menos estos años!) y, para cuadrar el círculo, han conseguido involucrar a Teo Cardalda, de forma que participan los tres componentes del grupo que siguen vivos, en su caso poniendo un solo de guitarra, esta vez eléctrico y rabioso, en “Escenas olvidadas”, tal vez el momento más deslumbrante de esta nueva recreación.

 

El papel más complicado le ha tocado a Iván Ferreiro. No es fácil ponerse en el papel de Germán Coppini, y está claro que Ferreiro ha tenido que hacer un esfuerzo mayor al habitual en el para mostrarse tan versátil como lo hace aquí, llegando a registros atípicos, a veces intentando cuadrar las frases en un espacio de tempo musical reducido, lo que pone en evidencia el fraseo casi iemposible y el genio del cantante de Golpes Bajos.

 

Revestido el álbum con un espectacular diseño con partes de los textos de las canciones, el orden de las canciones sí se ve alterado. No se corresponde con el de los discos originales ni, tampoco, con el orden que le dieron en Portamerica. Es lógica la apertura con “Cena recalentada”, que da título al disco, y el cierre con “Tendré que salir algún día”, que es la que más se presta a ello al estar interpretada solo al piano. Las más representativas del grupo están en las caras A de los cuatro fragmentos en los que han dividido el disco, djeando para las caras B el resto de los temas, igualmente destacables pero puede que menos conocidos por el gran público.

 

Para quienes crecieron con ellos, aunque encontrarárn momentos como “Malos tiempos para la lírica” que parecen inalterados, descubrirán múltiples detalles nuevos que vale la pena ir saboreando poco a poco21: el final levemente modificado y repetitivo de “No mires a los ojos de la gente”, la repetición obsesiva en los coros de “Estoy enfermo”, los metales ahora reales de canciones que antes no los tenían (“Travesuras de Till” y en “Colecciono moscas”), el interludio de la muy conseguida “Fiesta de los maniquíes”, detalles de sintetizadores que se van colando por aquí y por allá (“Desconocido”, “Escenas olvidadas”, “Hazme un nueve”) o el solo de guitarra ya comentado.

 

Cena recalentada respeta la esencia de esas canciones clásicas del pop español y las adapta a la actualidad. Esos temas aún suenan vigentes hoy en su interpretación original, y en manos de Iván Ferreiro, al que sigue un público más joven que puede que no las viviera en su momento, seguro que atraen a la causa a nuevas generaciones. Como seguidor devoto y confeso de Golpes Bajos, he de reconocer no me siento en absoluto traicionado por este trabajo, sino más todo lo contrario, y, además, me siento agradecido por la reivindicación al devolver a la actualidad más de 30 años después al grupo. Homenaje y reto cumplido, y de qué manera.

 

 

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