INTERPOL LIVE

Interpol en concierto: Daniel… -y Paul-

 

 

 

Preguntado hace poco Daniel Kessler, el guitarrista de Interpol, si tenía intención de grabar en solitario, al igual que hizo su cantante Paul Banks bajo el nombre de Julian Plenti, Kessler contestaba que no, que Interpol acapara toda su energía musical y que no ha pensado en ello -por el momento-. Y se entiende, porque si algo viene a confirmar la gira de su cuarto disco, es que Interpol es ahora, sobre todo, Daniel Kessler.

 

Una vez que Carlos Dengler ha dejado el grupo, la guitarra de Daniel es la protagonista de sus conciertos. Se convierte en el centro de atención, intercalando incluso algunos pasos de baile y echando la cabeza para atrás en pleno éxtasis. Tampoco es tan complicado cuando Banks ni siquiera lo intenta y teniendo en cuenta que el batería Greg Drudy y el teclista Brandon Curtis -refuerzo para esta gira- se ocultan todo el rato en la oscuridad. Si acaso intriga saber cómo David Pajo -con una imagen semejante a de Lol Tolhurst en los inicios de The Cure- se ha acoplado al grupo.

 

Incluso se diría que esa guitarra roba-planos se ha excedido un tanto. El sonido dista de ser perfecto, pero el instrumento de Kessler sí se aprecia en cambio en todo momento por encima de los demás, dejando claro quién lleva ahora el peso del grupo. En todo caso, no se debe olvidar a un Paul Banks perfecto, aunque mucho más comedido, en su papel de vocalista y guitarra rítmica.

 

El resto de su actuación se mueve entre las paradojas que ya parecen algo consustancial al grupo. Sin ir más lejos, la primera se aprecia cuando empieza a sonar “Narc” y, ante la calurosa acogida del público, Paul Banks esboza una sonrisa que, rápidamente, desaparece de su cara para no desmarcarse ni un ápice de la gravedad que se le supone a su música y de su estoica presencia en el escenario.

 

 

Otra contradicción se aprecia en el hecho de que en un concierto que vendió sus 900 entradas en menos de una hora y en el que una parte del público vive cada canción como si fuera la última, aunque sólo en “Evil” se viva una comunión total entre el grupo y su audiencia, nadie pida fervorosamente un bis. Extraño, tanto que a su regreso al escenario el ahora quinteto entra reclamando un mayor apoyo.

 

Más contrasentidos: en una gira en la que presentan un cuarto disco de título homónimo sólo interpreten cuatro de sus canciones (“Success”, “Summer Well”, “Barricade” y “Lights”), recuperando únicamente una del tercero, Our Love to Admire (en concreto, “Rest My Chemistry”), olvidado así de su repertorio actual.

 

Por el contrario, suman seis de cada uno de sus primeros discos: “Say Hello to the Angels”, “Leif Erikson”, “Hands Away”, “Obstacle 1”, “NYC” y “PDA” del primero, Turn on the Bright Lights, y “C’Mere”, “Evil”, “Narc”, “Take You on a Cruise”, “Not Even Jail” y “Slow Hands” del segundo, Antics. Traduciendo: que parece no haber demasiada confianza en este último álbum. Puede que ver a Peter Hook defendiendo con bastante éxito Unknown Pleasures, echando la vista atrás hasta 1979, les haya recordado que en el pasado están por ahora sus mayores logros.

 

 (Sala Capitol, Santiago de Compostela. 1 de octubre de 2010. Público: lleno. Promotor: Sweet Nocturna) 

 

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