GRETA VAN FLEET

Greta van Fleet, una maleta de experiencias

 

 

Recientemente, Greta van Fleet han editado su segundo álbum, The Battle at Garden’s Gate (Lava/Republic Records), que le da continuación a su debut en 2018, Anthem of the Peaceful Army. The Battle At Garden’s Gate se ha fraguado mayoritariamente en la carretera o en el estudio cuando el éxito obtenido en 2017 con «Highway Tune» llevó a la banda a hacer las maletas y dejar sus casas, deseando absorber nuevas experiencias en un extenso un viaje alrededor del mundo.

 

En estos tres años, Greta Van Fleet -el vocalista Josh Kiszka, el guitarrista Jake Kiszka, el bajista Sam Kiszka y el baterista Danny Wagner- han tocado ante miles de personas en Norteamérica, Europa, Japón, Australia, Sudamérica, Nueva Zelanda y Gran Bretaña. De camino a los conciertos, y siendo la primera vez que viajaban por el mundo, han tenido ocasión de ver panoramas completamente desconocidos, como las favelas de Sao Paulo o la Costa Dorada de Australia y todo lo que hay entre medias, conociendo a seguidores y conversando con ellos, a otros músicos y a personas que les han abierto nuevos mundos. Para culminar un periodo lleno de cambios, el cuarteto se trasladó de Michigan a Nashville, embebiéndose de la rica historia musical de la ciudad.

 

La mezcla de todas estas experiencias les abrió los ojos a mundos nuevos llenos de cultura, historia, filosofía y espiritualidad que cambiaron su perspectiva vital y el modo de abordar su música. Así Greta Van Fleet han volcado todas sus experiencias en las nuevas canciones, e las que reflejan su crecimiento intelectual y espiritual, su mayor conciencia sobre la desigualdad que abunda en el mundo actual y una mayor empatía con los procesos vitales de los demás.

 

«Nos hemos dado cuenta, al evolucionar, de que estamos protegidos por muchas cosas y de que somos inconscientes de otras tantas», dice el baterista Danny Wagner. «Nos hemos visto fuera, en este inmenso mundo y al principio ha supuesto un gran choque cultural. Pero según hemos ido viajando más, al conocer a gente diferente y entrar en contacto con otras culturas, nuestra definición de lo que es ‘normal’ ha cambiado».

 

«Supongo que ha cambiado todo salvo lo que nos trajo aquí en primer lugar», añade el bajista Sam Kiszka. «Todo: nuestra percepción del mundo, de la vida, lo que significa ser artista y formar parte de esta sociedad tan maravillosa. Tenemos una mayor comprensión de por qué estamos todos aquí».

 

 

 

En general, los arreglos del álbum son pausados y espaciosos, le dan a la música una dinámica gentil, mientras la banda acaricia todas las maneras de hacer rock. The Battle at Garden’s Gate es un disco que contiene la energía de la escena de una lucha o la pasión a fuego lento de un protagonista heroico y taciturno solo contra el mundo. La nueva música también muestra como los componentes de la banda cimentan el camino para una nueva generación de músicos, los que utilizarán los cimientos del rock ‘n’ roll para construir un nuevo sello sonoro.

 

El sonido de The Battle at Garden’s Gate es actual. Grabado en Los Ángeles con Greg Kurstin (Foo Fighters, Paul McCartney), el álbum viene marcado por momentos como el segundo single, «Age of Machine» o «My Way, Soon», un tema rock con un estribillo y una letra que hacen borrón y cuenta nueva. Josh explica: «Es muy dinámico, en cuanto a los textos. Eso es la experiencia humana, es mucho más que dolor y miedo, también es belleza. Las personas necesitan otras personas, el amor es importante».

 

Las letras de The Battle at Garden’s Gate meditan sobre la influencia de la tecnología en la vida actual; el rol del conflicto en la esfera global, de la insatisfacción de la riqueza y cuestiones filosóficas sobre la vida, el amor y el poder. «Ha habido mucha evolución personal durante la composición del álbum promovida por las experiencias vividas por todos, ha habido mucha reflexión», dice Josh y Jake añade: «Sobre el mundo que hemos visto y la verdad personal a la que nos conduce. Josh lo plasma muy bien en los textos, contando antiguos cuentos con una perspectiva contemporánea».

 

Para Josh trabajar con Kurstin le ha dado la confianza necesaria para llevar su composición a esa dimensión más vívida. «Siempre dudo de mis habilidades como artista; creo que muchos artistas nos sentimos así», dice. «Pero con Greg rondándome mientras estoy al piano, tomándose interés por lo que hago, ha sido realmente importante para mí».

 

La confianza añadida resulta evidente. La voz de Josh suena en todos los temas, y sus compañeros arriesgan con sus instrumentos. Mientras que una canción tiene un sencillo órgano y riffs acústicos de folk-rock, otra termina con un torrente guitarrero. «Para todos nosotros las actuaciones, y los aspectos de las mismas que quedan reflejados, preservan nuestro momento musical presente,» dice Jake. Josh dice: «Después de esto, hemos crecido de muchas maneras. El álbum nos ha enseñado muchas cosas, sobre la vida en general, sobre nosotros mismos y sobre el mundo en el que vivimos».

 

 

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