GOOD VIBRATIONS

Good Vibrations

Lisa Barros D’Sa y Glenn Leyburn (Canderblinks/Revolution)

 

 

Los olvidados de la historia siempre tienen un relato más sustancioso detrás. Terri Hooley es uno de ellos: montó una tienda de discos a finales de los 70 en el kilómetro más bombardeado de Europa (en Belfast) y un sello discográfico sin la más mínima idea, solo movido por su pasión.

 

Sus discos nunca llegaron al Top 40 pero siempre demostró puro amor por la música, especificado aquí en frases lapidarias. “¿Has tenido relaciones con el mundo de la música?”, le pregunta a un camello. “Eso es como preguntar a un veterinario si ha metido la mano en el culo de una vaca”. Más: “Cuando se trata de punk, Nueva York tiene los peinados, Londres los pantalones y… ¡Belfast tiene la razón!”

 

Hipotecando su casa y abandonando a su mujer embarazada para grabar discos, nunca hubo un perdedor más épico que él, alguien capaz de producir la mejor canción de la historia según John Peel (“Teenage Kicks” de The Undertones) y no ver un duro, de aupar y hundir la carrera de Rudi & The Outcasts y de abarrotar salas de conciertos para terminar en bancarrota. Entre  bombardeos y odios religiosos, el punk hizo posible que viviese intensamente un momento especial y glorioso, y a nosotros a disfrutarlo en este film.

 

Obligado su visionado para todo amante del punk –o más bien, del rock en general–, esta sembrada comedia solo decae en la relación del protagonista con su mujer. “Good Vibrations no es una tienda de discos, no es una etiqueta, ¡es una forma de vida!”, sería su glorioso resumen en otra de sus sentencias inapelables.

 

 

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