FUGAZI

Fugazi, poder radical

 

Que si no beben y no fuman. Que si hacen conciertos simples. Que si no conceden demasiadas entrevistas. Que si antes formaban parte de Minor Threat. Que si lo político y lo personal se confunden en sus canciones. Que si son hardcore… Con un buen montón de tópicos cualquier crítico podría firmar un comentario sobre Fugazi, pero mucho nos tememos que tan escaso esfuerzo no sería suficiente.

 

Y es que Fugazi se merecen más que eso. Lo suyo es un furioso e inteligente ataque a los oídos según las convenciones del punk-rock que ha venido influenciando a todo el underground norteamericano de los 90. Si no hubiera sido por la ejemplar manera de controlar todos y cada uno de los aspectos de su carrera y, al mismo tiempo, de hacer accesible su producto a sus seguidores, ¿hubieran sabido Nirvana y, especialmente, Pearl Jam, cómo enfrentarse al negocio musical? ¿Hubieran tenido el suficiente coraje para hacerlo sin caer en sus redes? Más aún: sin la tensa y radical evolución que le han dado al hardcore, ¿hubiera tenido toda una generación de bandas de guitarras la inspiración para ampliar los límites del formato punk en cualquiera de sus actuales mutaciones? Probablemente no.

 

Eso es lo que Fugazi, después de seis discos, han conseguido. End Hits no varía en exceso de esos giros radicales que ya han probado con anterioridad, siendo incluso menos oscuro y duro que In On The Killtaker, del 93, y sin la curiosidad melódica por las estructuras pop -usada está palabra en un sentido relativo- del excelente Red Medicine del 95. Si nunca han sido plato de tu gusto, mucho nos tememos que tampoco ahora lo conseguirán, aunque también estamos seguros que al quinteto le importa un comino.

 

Lo que queda claro esta vez es que el hardcore, el reggae y los experimentos vanguardistas se pueden conectar intuitivamente a través del espacio y la dinámica, y cómo la música acerada, nerviosa y a menudo brutal puede ser no sólo excitante, sino también emocionante. Ahí es justo donde se encuentra el contrapunto exacto entre las voces y las guitarras de Guy Picciotto y Ian MacKaye.

 

De cualquier forma, éste es otro de esos álbumes imprescindibles que le dan una patada en toda la cara a todos esos impostores retro que, repitiendo un acorde, tienen la audacia y la estupidez de proclamar que hacen punk-rock. Y aparentemente End Hits, a pesar de las implicaciones preocupantes de su título, no significa el fin de Fugazi. Más bien todo lo contrario: es un alivio y una prueba poderosa, que sólo ellos, por ahora, podrían firmar.

Xavier Valiño

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