ELVIS COSTELLO DIANA KRALL LIVE

Elvis Costello & Diana Krall en concierto

 

 

En el Quijote, los dos personajes protagonistas van sufriendo una evolución que los lleva, al final, a estar más cerca el uno del otro, contagiados, contaminados, hasta casi invertir los papeles. En el caso de Elvis Costello y Diana Krall, las cosas no han llegado tan lejos, pero tampoco hace tanto tiempo que comparten casa y cama. De lo visto en su concierto en Compostela, parece que ya han iniciado una parte de ese largo y lento camino.

 

Si hasta ahora la hierática Diana Krall aburría en sus conciertos, pensados para lucirse sin desmelenarse lo más mínimo, cultivando ese cliché de la chica fría del Norte, ahora parece que le ha insuflado cierta vida a su directo. Sigue siendo, por su actitud antes y durante el concierto, la diva que perdona la vida al público por no estar a su altura, pero al menos se permite ya ciertas licencias, todavía controladas, aunque antes impensables.

 

A diferencia de otras actuaciones de esta gira por España, Krall se olvidó en esta ocasión de sus planas y recientes lecturas de la música brasileña para dejarse llevar con desprejuiciadas versiones de Irving Berlin como “Let’s Face the Music and Dance” o “Cheek to Cheek”, que con la aparente desgana con la que la interpretó, gana más que ciñéndose al original, al contrario de lo habitual en ella. Si permite expectativas por un futuro por encima de su intrascendente pasado, éste se creció aún más con la presencia de Costello sobre el escenario para cantar con ella “Clap Hands” de Tom Waits. Eso sí, por ahora sus músicos la ensombrecen desde, nunca mejor dicho, la sombra a la que los relega.

 

 

Lo de Costello con una banda de bluegrass-folk-country no se sabe si tiene más que ver con su señora o con la crisis que lleva a gente como Bruce Springsteen -la banda en escena recordaba y mucho a la Seeger Sessions Band- o Jorge Ilegal a echar la vista atrás hacia sus raíces y hacia sonidos más añejos al acercarse a los 60. El caso es que esta encarnación no le sienta especialmente bien a Costello.

 

Tiene Elvis una voz única para el rock, pero al llevarla a este otro tipo de sonidos no luce como cuando acomete su repertorio con ira, como si fuera la última vez. Aquí tiene que estar más contenido, y sus canciones no salen todas iguales del envite: “New Amsterdam”, fundida con “You’ve Got to Hide Your Love Away” de los Beatles nació como vals al que le sientan bien estos cambios, “(The Angels Wanna Wear My) Red Shoes” podría pasar una vez pero “Everyday I Write The Book” no tiene maldita gracia con este nuevo vestido.

 

 

Sí, “Good Year For The Roses” ya nació country, “The Delivery Man” tiene raíces americanas y el resto de este repertorio también tiene que ver con su segundo país de adopción, como “I Am a Pilgrim” -apropiada elección en el final del Camino- o el inédito que estrenó en la Plaza de A Quintana, “Jimmie Standing In The Rain”. Pero ninguna de ellas provoca la misma emoción o crispación de antaño.

 

Y ya no digamos cuando su mujer le acompaña, incómoda en el escenario, leyendo de un atril las letras, en “Wide River to Cross” de Buddy Miller, “It Had to Be You”, “Simple Twist of Fate” de Dylan o la desangelada interpretación del hasta ahora siempre brillante “(What’s So Funny ‘Bout) Peace, Love & Understanding”. Más curioso es que del repertorio programado nos escamoteara cinco canciones en el bis: “Allison”, la versión del “Happy” de los Stones, “I Want You”, “Leave My Kitten Alone” y “That’s Not the Part of Him You’re Leaving”.

 

Quedará para el recuerdo el “Mystery Train” que abrió el concierto y, sobre todo, su versión de Jerry García -descendiente de gallegos- “Friend of the Devil”, en una eléctrica y fiera lectura, para dejar claro que el Costello rock es harina de otro costal, preferible a esta encarnación, aunque él, como ha hecho muchas veces con la clásica, la ópera el easy listening o Nueva Orleáns, tenga todo el derecho a no aburrirse. Esperemos que ésa sea la verdadera explicación y que no suceda lo del Quijote.

 

(Plaza da Quintana, Santiago de Compostela. 27 de julio de 2010. Promotor: Xacobeo. Público: lleno -5.000 espectadores-)

 

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