EL VIAJANTE

El viajante

Ashgar Farhadi (Golem)

 

 

Por si a alguien le quedan dudas sobre el director iraní Ashgar Farhadi (segundo Óscar a la mejor película extranjera con esta cinta), no hay más que recordar que en esta película, como en la otra que cimentó su reputación internacional (Nader y Simin, una separación), el hecho que  precipita la trama nunca se muestra ni tampoco se llega a aclarar. Es el espectador el que debe ir reconstruyéndolo todo a partir de la información que se le va proporcionando, siempre inesperada, como si se tratase de un puzle.

 

Y ese no es el mayor mérito de este film. Aquí, de nuevo ante un escenario de una crisis conyugal que atañe a la mujer, pero en la que el hombre deberá posicionarse, se presenta un dilema moral complejo que nos coloca frente al espejo, en el que nadie puede tener la seguridad de que las decisiones tomadas u obviadas son las más correctas.

 

La película se mueve entre el thriller y el melodrama, con unos personajes trastocados por una experiencia con la que tendrán que aprender a convivir aunque no puedan comunicarse, y a la que se enfrentan mediatizados por unos valores sociales y un entorno sociopolítico que propone venganza y violencia frente a la humillación. Es lo que muestra un tramo final intenso, medido, creíble y perfectamente resuelto, la lógica conclusión a la evolución de los protagonistas a lo largo de la cinta. Solo la representación teatral de Muerte de un viajante no acaba de encajar del todo.

 

 

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