El poder del perro

El poder del perro

Jane Campion (See Saw-Max-Brighstar-Cross City)

 

 

Han tenido que pasar casi 30 años para que la directora neozelandesa recobre el renombre que obtuvo en 1993 con El piano, su cinta más recordada y premiada. De hecho, no firmaba una nueva película desde hace once años con Bright Star (2009), aunque su serie Top of the Lake, más que recomendable, la tuviera parcialmente ocupada la pasada década.

 

El poder del perro resulta una fascinante recuperación de Campion. Probablemente no se haya visto un drama histórico igual desde Pozos de ambición (2007), aunque aquí se revista con el ropaje de un western épico que tiene también trazas de melodrama gótico y de thriller perturbador.

 

Todo se articula en torno a dos hermanos que se separan cuando uno se casa con una viuda de la población. A partir de ese momento, el otro inicia una perversa e inclemente ofensiva para destruirla a ella utilizando a su afeminado hijo. Su forma de relatar esos juegos de poder en el que los personajes viven su masculinidad como una prisión de la que no pueden y no saben salir se sustenta en miradas, gestos y detalles que no se captan en toda su complejidad en un primer momento, y que entroncan directamente con la Campion que conocimos y recordamos desde entonces.

 

 

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