DAVID BYRNE

David Byrne, el declive del imperio americano

 

El hombre renacentista, como fue calificado una vez, y otrora líder de los Talking Heads, está de nuevo por España para presentar su nuevo disco en solitario, Grown Backwards, que tiene lo que siempre le ha gustado: pop, ritmos del mundo y, como novedad, dos arias.

¿De dónde sale el título de tu nuevo disco, Grown Backwards Crecido hacia atrás-?

– Es una frase que saqué de una novela de Flannery O’Connor. En el libro significa algo positivo. No se trata de regresar a la infancia, sino de no ir hacia un sitio en el que no quieres estar.

Hay mucho humor irónico en canciones como “Civilisation” y “I’m Glad”, algo que no sucede mucho en el pop. ¿Por qué crees que es así?

– Creo que en las últimas décadas se ha asumido que el ingenio y la inteligencia están reñidos con la verdad y la autenticidad. Pero no tiene porque ser así. Espero que en esas dos canciones que has mencionado tengan algo de verdad, además de haber sido construidas con destreza.

Como escocés que ha vivido toda su vida en Estados Unidos, ¿qué te parece su postura en los últimos tiempos?

– Es interesante lo que sucede con los imperios. Se hacen con un país y empiezan a temer a los vecinos. Así que, después, también quieren tener una influencia sobre esos países. Y, muy pronto, el imperio se gasta toda su energía y dólares en controlar esos vastos territorios. Empiezan diciendo que necesitan ese pequeño lugar por su interés estratégico y, después, siguen y siguen. Una vez que empiezan, no pueden parar. Al final todo acaba por colapsarse porque no se puede sostener. Le ha pasado a todos los imperios a lo largo de la historia. Espero que se comprendan canciones como “Empire”, que es un himno irónico sobre el imperio americano y que muestra cuán terrible se puede volver cuando muestra su verdadero color.

Tu sello, Luaka Bop, trabajó con WEA y, después, con Virgin/EMI y no funcionó con ninguna compañía. ¿Crees que eso habla de la falta de imaginación de las multinacionales?

– Ahora tengo mucho menos que ver con el sello, aunque sigue en activo. Pero no me voy a quejar de las grandes compañías porque es demasiado fácil. Creo que nuestro problema fue que tratamos de comportarnos como un pequeño sello completamente autónomo y aventurero. Y, cuando algo tenía éxito, le decíamos a la compañía grande que nos respaldaba que nos iba bien y que nos dieran dinero para una gira o para hacer un vídeo. A veces incluso sonábamos en las radios. Lo que significa es que, además de sacar buenos discos y sobrevivir, tienes que mantener la política en estas relaciones delicadas. Me di cuenta de que ésa era la mitad del trabajo, y no era la que a mí me gustaba precisamente.

Recientemente has escrito un libro titulado Envisioning Emotions And Epistemological Information. ¿Puedes decirnos de qué va?

 – Se trata del programa de Microsoft PowerPoint, que es una aplicación de negocios, y de cómo se puede utilizar de una forma artística o creativa. Me lo pasé muy bien y lo hice en un libro con una presentación en tamaño grande y con un DVD precioso.

En este disco que ahora presentas cantas dos arias, una de Bizet y otra de Verdi, aunque sin intentar poner una voz operística. ¿Cuál era la idea?

– Escuché La Traviata en una gira por Australia y me quedé con ella. Pensaba que era una canción pop. No creo que la hubiera escuchado antes, pero tiene ritmo y, hacia el final, sabes cómo va la melodía. Quería cantar cosas que tuvieran una vertiente grandiosa y emocional, y cantar algo de otra persona es una buena oportunidad de hacer algo así. Así que las canté como si fueran canciones pop.

¿Cuánto tiene un álbum en solitario de proceso de colaboración y cuánto de ocupación solitaria?

– Tiene de ambos. Algunas partes son totalmente en colaboración porque todos los músicos reflejan su personalidad en lo que tocan. Stephen Barber, que hizo los arreglos de cuerda, tuvo una influencia clara en este disco. Habíamos trabajado juntos antes y hablamos de qué dirección tomar, pero me gusta su trabajo y le pido que me sorprenda. También hay un trabajo en soledad en todo el proceso. La composición inicial es en solitario, y después llega el proceso de escribir las palabras solo.

Xavier Valiño

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