COSTA DA MORTE, GALIZA

Costa da Morte, el golpe de mar en la roca


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Entre Malpica y Fisterra se extiende A Costa da Morte, llamada así por los numerosos naufragios de los que esta costa es mudo testigo y por cultos paganos antiguos relacionados con el tránsito del alma de los muertos. Todo ello le ha puesto una nota de magia y dramatismo al batir del mar en esta costa, dicen que la más hermosa de Galicia y de la Península, debido a la fuerza de la naturaleza, lo salvaje de sus playas y la riqueza y dureza de la pesca.

 

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Sus 60.000 habitantes se dedican a trabajar el campo y a la pesca, y poco de cierto hay de aquellas leyendas de engaños con luces en los cuernos de las vacas y saqueos a los restos de los barcos que llegaban hasta la orilla. A pesar del mito, no toda la costa es tan brava, ni todas las playas tan abiertas y peligrosas. Y, aunque se cuentan unos 150 siniestros y 550 víctimas en 100 años, conviene tener en cuenta que, en parte, se debe al intenso tráfico marítimo que soporta.

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Desde A Coruña, y siguiendo la costa hacia el Sur más occidental de Europa, se puede iniciar un recorrido, perfecto para hacer en bicicleta, que nos llevará hasta el Fin de la Tierra, tal y como lo conocían los romanos. El primer puerto pesquero de la zona, y el más protegido, es Malpica, conocido hace unas décadas por la importancia de la pesca de ballenas. Relativamente cerca están Buño, un pueblo dedicado por entero a la cerámica artesanal, y las Islas Sisargas, llamadas también «Señoras del viento», tres islotes que reúnen la mayor cantidad de aves marinas nidificantes de Galicia y a las que no se puede acceder si no es con la colaboración de algún vecino y sus embarcaciones.

Más adelante está Corme y su pista de 3 kilómetros hasta la Punta Roncudo, plagada de cruces en memoria de los mariscadores que cada año desaparecen en busca del que llaman percebe más sabroso del mundo. Ya en Ponteceso, conviene hacer un alto en la bella casa natal de Eduardo Pondal, autor de la letra del himno gallego y principal responsable de la creación del mito celta en Galicia. En una pequeña incursión hasta el interior se llega hasta el Dolmen de Dombate y el Castro de Borneiro, dos de los ejemplos mejor conservados de monumentos y poblaciones prehistóricas.

 

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Laxe tiene un cierto encanto moro, con sus casas blancas, aunque lo más interesante está saliendo del pueblo: el pazo de Leis y la zona de Traba, con su laguna, dunas y extensa playa, además de los penedos de Traba -un conjunto de formaciones rocosas de caprichosas formas humanas y animales, producidas por la erosión, y que dieron origen a creencias sobre antiguos sacrificios-. 

Camelle fue el lugar elegido por un hippy alemán en los años 60 para establecerse. Desde entonces, vestido todo el año únicamente con un taparrabos, se dedica a pintar y trabajar las rocas que le rodean, dándoles una extraña apariencia. Por veinte duros permite visitar su particular museo, siempre que se le haga un dibujo sobre lo que allí se encuentra y se deje el nombre, la edad y profesión en el papel.

 

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De Arou parte la pista más impresionante de toda la zona. Son 18 kilómetros hasta el Cabo Vilán, muy difíciles para coches y recomendables sobre todo para las bicicletas, que bordean los acantilados y están alejados de toda civilización. Tanto, que fue declarado Sitio Natural de Interés Nacional en el año ¡1.933!  

En su recorrido se encuentra el Cementerio de los Ingleses, en memoria de los 173 desaparecidos en el naufragio del buque escuela inglés Serpent en 1.880, y de los 3 supervivientes que consiguieron llegar hasta la playa para despertar a gritos a los vecinos más próximos. Según dicen, los ingleses, agradecidos por la ayuda prestada a la hora de recuperar los cadáveres, regalaron una escopeta de caza al cura de Xaviña, un reloj de oro al alcalde de Camariñas y un barómetro al Ayuntamiento. 

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Un poco más adelante se pasa bastante cerca del Areal de Trece, un conjunto de tres playas en las que es casi imposible encontrar a alguien. Al final se levanta, como meta, el Faro del Cabo Vilán, el primero en España en funcionar con energía eléctrica, hace ahora un siglo, y que aún conserva un pasadizo subterráneo desde la casa del farero. El parque eólico que han levantado en las inmediaciones durante los últimos años le da al lugar un aspecto aún más surrealista.

 

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A Camariñas todos van por los encajes que las mujeres elaboran a las puertas de sus casas. Es el paso anterior a llegar a Muxía, lugar donde está el santuario más famoso: A Virxe da Barca, una capilla llena de reproducciones a escala de barcos que se ofrendaron por haber escapado de un naufragio casi seguro. En el lugar hay dos piedras de las que se dice tienen extraños poderes. La Pedra dos Cadrís cura los dolores de riñón, siempre que se pase por debajo de ella, y la Pedra de Abalar, que, según se mueva o no en el día de la romería, presagia desgracias o buena suerte. 

Lires y el Cabo Touriñán son otro destino al que casi nadie llega, escondidos en el fondo de una pequeña pero encantadora ría, junto a largos  hórreos -graneros típicos de Galicia levantados por encima del suelo y fabricados con piedra y madera- y las nada frecuentadas playas de Moreira y Nemiña.

 

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Después de pasar Corcubión, se llega hasta Fisterra y su Cabo, el fin del mundo hace unos siglos. Lo cierto es que tanto el Cabo da Nave como el Cabo Touriñán en Galicia, y el Cabo de Roca en Portugal están más al Occidente. Pero es Fisterra el que lleva la fama, sobre todo desde que los romanos, según la tradición, encontraron allí un altar al Sol (Ara Solis). De ahí que las creencias de los pueblos celtas que vivían en  la costa atlántica situaran el Más Allá en una isla próxima, cara a Occidente, a la que llamaban Tierra de la Juventud -la mítica Avalón de los británicos-, ya que allí no se conocían ni la enfermedad ni la muerte. Una vía de escape más que necesaria en una costa tan dura.

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BIBLIOGRAFÍA:

– «Costa da Morte e Fisterra», Colección Galicia Enteira número 1 (Edicións Xerais de Galicia): en gallego, pero fácil de entender. Indispensable y completísima.

– «A Costa da Morte; Tierra, mar y viento». (Diputación de A Coruña). Similar al anterior, con texto en castellano, pero muy difícil de encontrar.

– «El fin de Finisterre; Viaje a Costa da Morte». César Antonio Molina, Xurxo Lobato. (Diputación de A Coruña). Impresionantes fotografías y texto con poemas en una edición de lujo hoy descatalogada.

– «Costa da Morte, Paisaxe viva». Xosé Luís Vázquez-Iglesias. (Xunta de Galicia): Hermosas fotografías y un breve texto.

 

ALOJAMIENTO:

– Campings: 

Os Delfíns (Baldaio)

Baldaio (Baldaio)

Sisargas (Buño)

Lago-Mar (Lago)

Praia Barreira (Leis)

Las Hortensias (Quenlle)

Ruta de Finisterre (Estorde)

 

– Turismo rural: 

Casa de Laxe (Buño)

A Paxariña (Camariñas)

Casa Raúl (Lires)

 

COMER:

– O Burato (Malpica)

– Miramar (Camariñas)

– O Biscoiteiro (Corme)

– Los niños (Ponteceso)

– Beiramar (Laxe)

– Casa Cruz (Baio)

– A Pedra de Abalar (Muxía)

– O Pescador (Corcubión)

– Los tres golpes (Fisterra)

 

LAGUNAS-ZONAS HÚMEDAS:

– Laguna de Baldaio (Baldaio)

– Laguna de Alcaián (Salgueiras de Alcaián)

– Ensenada de Ínsua (Ponteceso)

– Laguna de Traba (Laxe)

 

PLAYAS: (Todas prácticamente desiertas y con difíciles accesos, por lo tanto el nudismo no es nada nuevo)

– Praia de Barrañán (Barrañán, la única realmente concurrida)

– Areal de Baldaio (Baldaio)

– Praia do Morro,  Praia de Niñóns (Corme)

– Areal de Traba (Laxe)

– Areal de Trece (Entre Arou y Cabo Vilán)

– Praias de Reira, Balea y Pedrosa (Cabo Vilán)

– Praia de Arnela (Muxía)

– Praia de Moreira (Cabo Touriñán)

– Praia do Rostro (Duio, Fisterra)

– Praia do Mar de Fora (Fisterra)

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