COLUMNA DE OPINION

Columna de opinión

 

  

Hasta los mismísimos. Lo siento, pero voy cada vez más envalentonado, y que no se pongan a tiro, que no sé por dónde voy a salir. Muchos lo han descubierto y pregonado: es una ESTAFA, un latrocinio, un robo manipulado… Todo y más. Se mofan de nosotros, les importamos un carajo y pretender seguir perpetuando su dictadura. Ellos y los grandes poderes que los sostienen.

 

El caso es que las consecuencias de lo que estos desalmados sin nombre han creado llegan a todo. Ni tan siquiera aquello que no tiene nada que ver con sus manejes se libra. Suben el IVA, consiguen ahogar a las iniciativas que se mueven en el mundo musical y los directos se resienten, y mucho.

 

Pero es que, además, de un tiempo a esta parte los músicos, para salir adelante ya no pueden contar tampoco con el directo (de la venta de discos mejor no hablamos, claro). Por supuesto, me refiero a los que aquí nos importan, que a los grandes nombres les afectará de otra forma. No hay forma de poder pagar a una banda entera, de poder ofrecer las canciones tal y como fueron registradas o arregladas por un grupo.

 

Ahora se lleva adaptarse a cualquier formato: cuatro, tres, dos, uno (o cero en la mayor parte de las ocasiones, o sea, quedarse en casa). Lo más socorrido es la actuación íntima, en persona, acústica. Lo llaman de muchas formas para presentar lo mismo. Y no, lo siento. Antes tenía su interés asistir a un pase desnudo con voz y guitarra, como algo excepcional, pero ahora ya cansa de tan sobado. No es de recibo ver a Nick Lowe sin sus músicos, a Neil Hannon sin sus arreglos, a Greg Dulli sin la tensión de la electricidad… Y eso que hablamos de gente que sabe cómo defenderse en solitario en el escenario, que lleva miles de kilómetros detrás y domina perfectamente el arte de entretener, porque los novatos aún tienen eso por aprender.

 

 

Cualquiera de las recientes giras y conciertos de este tipo serviría para colmar el vaso. Sé que los promotores y los artistas no tienen mucha responsabilidad en todo esto, pero lo que sí es cierto es que la acumulación de actuaciones acústicas ya tiene delito. Casi prefiero desaparecer de la faz de la tierra antes que tener que saber que no queda otro remedio por lo que han hecho los que encabezan estas líneas, aquellos que aseguran tan hinchados que los demás hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Les deberían dar pases acústicos en rotación continua hasta el fin de sus días y en toda su eternidad.

 

 

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