CHRISTINA ROSENVINGE

 

Christina Rosenvinge, refinada y visceral

christina rosenvinge

 

         Christina Rosenvinge es hija de una familia de daneses afincada en Madrid. En los años 80 descubre el pop frecuentando los primeros conciertos de los grupos de la movida. Forma su propio grupo mod a los quince años, Ella y los Neumáticos, junto a Lars Mertanen (Décima Víctima), Rodrigo de Lorenzo (Ciudad Jardín) y Edi Clavo (Gabinete Caligari). El grupo se disuelve en el 81 con sólo una maqueta grabada, maqueta que hoy se puede escuchar en su web, christinarosenvinge.com. Después de algunos proyectos oscuros que no salen adelante, conoce a Alex de la Nuez, con el que forma Alex y Christina, grupo de influencia francesa que llegará a tener un enorme éxito con sus dos discos, Alex y Christina (87) y El ángel y el diablo (89).

 

         Tras abandonar el grupo, comienza su propio proyecto, Christina y los Subterráneos, con el que graba dos discos, Que me parta un rayo (92) y Mi pequeño animal (94), de nuevo con gran repercusión, y después otros dos como Christina Rosenvinge, Cerrado (97) y Flores raras (98). En los últimos discos, al hilo de su desarrollo como compositora y arreglista, inicia un camino más personal dentro de su estilo, con el que pierde el éxito masivo, pero se convierte en una figura de culto respetada por la crítica y el público especializado.

 

         En el año 99 Christina se traslada a Nueva York, donde inicia una nueva carrera en el mundo anglosajón. Tras actuar en la capital estadounidense durante unos meses, graba un primer disco, Frozen Pool (01) que se publica en Japón. Foreign Land (02) es su segundo disco mayoritariamente en inglés, y se edita en España dentro de la colección de El Europeo, junto con un libro de imágenes realizadas por el escritor y director de cine Ray Loriga, su pareja.

        Continental 62 es su nuevo álbum y, también, el vuelo que conecta el aeropuerto de Newark, en Nueva York, con Barajas, vuelo que ella conoce tan bien ya que fue el que la trajo de vuelta a España y en el que suelen venir sus músicos a tocar con ella. En este nuevo trabajo de pop vanguardista y canciones de estructura clásica se encuentran conexiones entre el pop intelectual europeo y el underground neoyorquino. De nuevo, como en sus dos discos anteriores, se entretejen la melancolía hermosamente oscura y la infinita fragilidad que caracterizan su sonido en los últimos tiempos. Rudo y delicado. Sofisticado y sencillo. Refinado y visceral.

 

Del pop al rock y, ahora, hacia sonidos más clásicos. ¿Te parece acertada la definición?

         – Yo no diría que son sonidos clásicos lo que hago ahora. Se trata de algo que es más bien experimental, aunque se podría decir que es algo clásico en el sentido de que todas las canciones se apoyan en melodías sólidas.

 

Parece que hay una gran influencia cinematográfica en tus canciones. ¿Es así?

– Sí, hay influencia de compositores cinematográficos como Bernard Herrman, Angelo Badalamenti, Michel Legrand…

 

Del disco me gustan y me sorprenden especialmente “Teclas negras” y “Tok Tok”. ¿Qué nos puedes decir de ellas?

– Ambas canciones son un intento de escribir en español de una manera nueva. “Teclas negras” creo que conecta con el pop italiano de los setenta. Por su parte, “Tok Tok” es un thriller.

 

Por un lado, tu sonido es rudo, pero, por otra parte, sorprende tu delicadeza a la hora de expresarte. ¿Cómo se consigue?

– Ay, eso es tan natural en mí… Vivo entre esos dos extremos a diario.

 

¿Cómo ves hoy la aventura de Ella y los Neumáticos, Alex y Christina y, también, Christina y los Subterráneos?

– Ella y los Neumáticos fue un precioso principio. Con Alex y Christina fuimos comercializados en exceso, y eso nos perjudicó, pero lo cierto es que era pop de calidad y muy sofisticado en ese momento. En cuanto a Christina y los Subterráneos y los discos a mi nombre, sí, se puede seguir mi aprendizaje perfectamente de disco a disco. Ha habido muy buenos hallazgos por el camino

 

¿Te sirvió tu estancia en Nueva York para experimentar sin complejos y sin presiones? ¿Se puede decir que la música que haces hoy no existiría sin haber vivido allí?

– Sí, haberme ido a Nueva York fue una liberación, sin duda. Y probablemente  lo que hago hoy no sería de la misma forma si no hubiera vivido allí un tiempo.

 

¿Cambia en algo tu forma de componer por el hecho de ser madre?

– No, pero tengo menos tiempo para dudar, y eso es bueno.

 

Supongo que tienes algún seguidor entre la gente más joven. ¿Cómo ves su generación?

– En mi opinión, ésta es una generación menos materialista que la anterior.

 

¿Crees que es necesario mantener un cierto grado de frescura e inocencia o te gusta haber llegado a una etapa de confianza y madurez en tus canciones?

– Creo que sigo manteniendo las dos cosas; de hecho, preservarlas es una parte importantísima de este trabajo. Cada día miro el mundo con ojos asombrados y cada día encuentro algo que no sabía que existía antes. Ése es el secreto para que el tiempo juegue a tu favor.

Xavier Valiño

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