CHRISTINA ROSENVINGE: La joven Dolores

CHRISTINA ROSENVINGE: La joven Dolores (Warner)

Tu labio superior nos mostró a Christina Rosenvinge encontrando el equilibrio perfecto entre el empuje pop de sus discos de los 90 y la búsqueda, siempre fructífera, de un sonido complejo e intenso que marcó sus discos en inglés de principios de la década pasada. Este segundo acto, sin ser una mera  imitación, sigue esa senda, por suerte para todos: hay estribillos indelebles, dinamismo y fuerza, igual que una sana obsesión por el chispazo eléctrico, la tensión extraña y ese puñado de cosas inasibles que se pueden (se deben) hacer con la música.

 

 

En busca de ese vértigo se ha rodeado Christina de los mismos músicos que la apoyaron en su anterior aventura: Steve Shelley (Sonic Youth) en la batería; Chris Brokaw (ex Come) en guitarras; Jeremy Wilms en bajo y guitarras; su inseparable Charlie Bautista en guitarras y teclado… Se suma al ritual Aurora Aroca de Boat Beam, al violonchelo (ese vibrato en “Eva enamorada”), piano y coros. Y Benjamin Biolay, Georgia Hubley (Yo La Tengo) o el propio Wilms ejercen de contrapunto vocal.


Christina confía igual, si no más, en la palabra que en el sonido. Y si Tu labio superior suponía el feliz reencuentro de su autora con el castellano -desde Mi pequeño animal (1994) no escribía todo un disco en esta lengua-, La joven Dolores confirma el renovado romance, Sus versos pueden leerse como hermosa poesía. Y, en gran parte, como una cuidada revisión de mitos femeninos que durante estos últimos años han interesado a Christina: “Canción del Eco” -con Hubley en el papel de Eco- nos recuerda, en clave folk-pop y con ecos de Ovidio y Valéry, la historia de la ninfa condenada no solo a repetir palabras ajenas, enfrentada ahora a un Narciso contemporáneo; “Eva enamorada” es la historia de una Eva rota y dolorida, reticente a volver a poner un pie en el Edén; y otro tema con resonancias de la Biblia, “Desierto”, tiene como heroína a la mujer de Lot, convertida en sal tras mirar atrás. Son voces de sirena (otro mito femenino) lo que escuchan en el radiante, sinuoso, adictivo estribillo de “Mi vida bajo el agua”.


Son historias antiguas pero reconocibles, de amor, sexo, tentación, fronteras cruzadas, caminos imposibles de vuelta… Como tantas otras que recorren el disco: “Weekend” (“Con el verdadero amor se hacen casas de ladrillo / Con esto que hay entre tú y yo sólo salen estribillos”), “La noche del incendio”, final y definitiva “Debut”… Una guía de supervivencia dentro del amor sin todas las pistas, porque en eso apenas se aprende, para bien o para mal. Otra exploración del paisaje sentimental en forma de canciones pro-intensidad, anti-pasividad. Vivir es dejarse querer, dejarse doler. Estas canciones nos lo recuerdan.

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