Ha sido durante los últimos tiempos la gran estrella del hip-hop. Con su primer disco le llovieron los Grammy, un regalo extraño por cuanto provenía de académicos de edad que se supone no estaban muy puestos en este estilo. Pero es que Kanye West parte del soul clásico para darle forma a su rap, por lo que no es tanto de extrañar su éxito.
No han sido los primeros, pero sí aquellos a quienes se recordará por colgar su nuevo disco en la red y pedir que cada uno pague por él lo que le parezca. Revolucionarios o simplemente oportunos, lo que cuenta es la música. In Rainbows es, cuando menos, el disco más accesible de los de Oxford desde OK Computer, lo cual tampoco quiere decir que se hayan convertido precisamente en unos U2.
Son los más madrugadores de este 2008. Tras editar su nuevo disco en España, los canadienses se vienen a principios de febrero en una gira que tocará seis ciudades de nuestro Estado. Llevan desde 1998 trabajándose una personalidad distintiva, con variaciones sutiles en su fórmula, ese tan apetitoso plato con elementos sureños a lo Johnny Cash, un galopar con Ennio Morricone de fondo, folk psicodélico para después del Apocalipsis, el eco de Sun Records encontrándose con Easy Rider, el autoanálisis de The Byrds, las raíces de The Band, el surf que pone a Tarantino…
GOSSIP: Standing In The Way Of Control (Kill Rock Stars-Green Ufos)
Digámoslo cuanto antes para poder centrarnos en lo que importa. Standing In The Way Of Control es un disco de protesta contra las leyes que impiden los matrimonios de parejas del mismo sexo en los EEUU. Beth Ditto, su cantante, es lesbiana, y pesa unas cuatro veces más que Karen O, por poner un ejemplo. Así, a algunos les parece que se cubren de gloria al considerarla ‘cool’ por todo ello. Y ahora, al tajo: Standing In The Way Of Control es el álbum de disco-punk que muchos deberían escuchar; sin ir más lejos, todos aquellos que no permiten que su refinado gusto vaya más allá de Le Tigre, o todos aquellos que siguen ciegamente a The Bellrays. Beth Ditto canta cada tema como si estuviera en una competición en la que tuviera que quedar claro quién pone más volumen y soul. Pero si en bastantes momentos recuerda a las cantantes de Motown sobre ritmos imparables y sintetizadores de blues rock de Detroit, en los que es imposible mantener los pies quietos, es en los momentos más reposados en los que su talento es más evidente, como en “Coal To Diamonds” -¿no recuerda a Peggy Lee?- o “Listen Up!” -¿será la hija joven de Donna Summer?-. Y en una era en la que muchos discos se hacen eternos, aquí sus 35 minutos -si no contamos la remezcla final- se quedan cortos.