CAMPUS GALICIA ARTICULO SIMON AND GARFUNKEL

ARTÍCULOS 2004

Simon & Garfunkel, pulcro folk-rock

Old Friends, Live On Stage

El dúo folk-rock más famoso de los 60, Paul Simon y Art Garfunkel, firmó una serie de discos imprescindibles de aquellos años, empapados de armonías agradables y entonadas guitarras acústicas y eléctricas que se combinaban con la aguda pluma de Paul Simon. Siempre habitaron el extremo más pulido del espectro del folk-rock y, por ello, fueron a veces criticados por su falta de sustancia. Muchos incluso creen que Paul Simon, tanto como cantante como compositor, no llegó a florecer verdaderamente hasta que comenzó su exitosa carrera en solitario en los años 70.

Lo mejor de la producción de Simon & Garfunkel puede situarse tranquilamente al lado de lo mejor de Paul Simon, y está claro que el dúo fue progresando musicalmente a lo largo de sus cinco discos, desde las más limitadas producciones folk-rock de sus comienzos hasta los arreglos de influencias latinas y gospel que no eran más que un anticipo del eclecticismo de Simon en sus álbumes en solitario.

Evidentemente, una carrera se construye avanzando sobre un pasado, que, en el caso de Simon & Garfunkel, poco podía aventurar lo que llegarían a ser. Una década antes de su primer disco, lo que hacían no era más que emular a los Everly Brothers -ahora homenajeados con su presencia en el concierto que recoje este disco en directo-, con una actitud más juvenil si cabe aún, convirtiendo en algo más asequible los logros ya conseguidos por estos con anterioridad. Y no es que los Everly Brothers fueran la imagen de la revolución o de la experimentación.

Como Tom y Jerry tuvieron un pequeño éxito, “Hey Schoolgirl”, producto de la época en la que fue grabado, justo cuando los imitadores de Elvis Presley dirigidos a un público adolescente se hacían con el mercado.

Sus sucesivos intentos no llegaron a ninguna parte. Incluso se separaron, y Paul Simon lo intentó como compositor y ocasional intérprete bajo distintas encarnaciones. En el momento en que retomaron su colaboración, ambos estaban ya bajo la influencia del folk -muy en boga entonces gracias a, sobre todo, Bob Dylan-, aunque conservaban el instinto pop de Simon.

Su primer disco con el nombre de Simon y Garfunkel, Wednesday Morning 3 A.M., del 64, pasó desapercibido. Fue el también productor de Bob Dylan, Tom Wilson, que había sido decisivo en la reconversión eléctrica del bardo de Minessota, el que retomó una canción de aquel debut, “Sounds Of Silence” para embellecerla con guitarra eléctrica, bajo y batería.

A partir de ahí, con el single encaramándose a las listas, meses después de haber renunciado a seguir juntos, Simon & Garfunkel decidieron continuar y vivieron sus cuatro años de celebridad, siendo visitantes asiduos de las listas de éxitos con algunas de las mejores canciones folk-rock de la época, incluyendo “Homeward Bound”, “I’m A Rock” o “A Hazy Shade Of Winter”.

Los primeros discos del dúo eran un tanto erráticos, pero fueron ganando entidad al tiempo que Paul Simon agudizaba sus composiciones y al mismo tiempo que ambos se fueron aventurando y encontrando más cómodos en el estudio. Su ejecución de las canciones era tan pulcra que les costó encontrar su lugar en la era psicodélica, justo los años en los que editaron sus cinco discos.

No eran el grupo más rebelde, pero consiguieron hallar un camino para que sus canciones llegaran a diferentes segmentos de la audiencia pop y rock y a varios grupos de edad, no únicamente a los adolescentes, sin comprometer en absoluto su música. Parsley, Sage, Rosemary and Thyme, a finales del 66, fue su primer disco consistente. Bookends, en el 68, que combinaba singles previos con material nuevo, reflejaba su creciente madurez. Una de sus canciones, “Mrs. Robinson”, se convirtió en uno de los emblemas de la recordada generación de aquel año, debido sobre todo a la repercusión alcanzada por ser incluida en la banda sonora de la película El graduado.

La sorpresa llegó cuando la colaboración entre ambos empezó a decaer a finales de la década. Nada extraño si tenemos en cuenta que habían permanecido juntos la mayor parte de sus carreras y que ya habían disfrutado con anterioridad de periodos en solitario para explorar sus propios límites. Paul Simon se sentía limitado al trabajar siempre con el mismo colaborador y Art Garfunkel, que no escribía prácticamente nada del material en común -aunque hay que tener en cuenta que parte del atractivo del dúo estaba en su voz de tenor alto-, se sentía ensombrecido por el talento compositor de su compañero.

Su último álbum en estudio, Bridge Over Troubled Waters, además de ser su mayor éxito, se mostraba como el más ambicioso musicalmente de toda su trayectoria: por allí se dejaban caer percusiones tormentosas, arreglos orquestales diseñados con gusto en cortes como “The Boxer” o “El Condor Pasa” y los primeros pasos en el territorio de los ritmos latinos en “Cecilia”.

Desde entonces, tan sólo reuniones como el single de 1975 “My Little Town”, el concierto de 1981 en Central Park o la más reciente gira del 2003, la que sirve de base al material recogido en este doble compacto Old Friends, Live On Stage, ayudan a recordar aquellas canciones y a hacer más evidente que parte de su mérito estuvo en haber recogido como pocos el tenor reflexivo de aquellos años.

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA ARTÍCULO ELVIS PRESLEY ALOHA FROM HAWAII

ULTRASÓNICA ARTÍCULO ELVIS PRESLEY ALOHA FROM HAWAII

ULTRASÓNICA

ARTÍCULOS 2004


Elvis: Aloha From Hawaii

 

         Se acaba de editar en DVD el mítico especial televisivo de 1973, Elvis: Aloha From Hawaii. Elvis estaba ya en los últimos años de su carrera, pero aún mantenía su magnetismo. ¿Recuerdas la historia del rey del rock?  

Elvis Aaron Presley, conocido en todo el mundo sencillamente como Elvis, está considerado una de las figuras más importantes de la música y la cultura del siglo XX. Cambió para siempre el panorama musical norteamericano con un sonido y un estilo que combinaban diversas influencias artísticas muy diferentes entre si, convirtiéndose además en una auténtica revolución musical que dio paso a una transformación cultural de dimensiones mundiales.  

Elvis era un apasionado de una amplia variedad de ritmos y estilos. Sus influencias incluían desde baladas pop a la música country que se hacía en su época, pasando por las composiciones gospel que solía escuchar en la iglesia (de las que solía ser testigo en sesiones que se prolongaban durante toda la noche), e incluyendo asimismo el sonido de rhythm & blues realizado por artistas de color que escuchaba durante sus años de adolescencia, en la histórica calle Beale Street de Memphis.  

Su mayor aspiración fue siempre asimilar las canciones que tanto le gustaban y extraer de ellas un estilo propio y original. Por aquel entonces nadie podría haber imaginado hasta qué punto Elvis haría realidad aquel sueño, ni el enorme impacto que ejerció en la música y en la sociedad. Supo mezclar una gran variedad de estilos e influencias, creando un sonido que hasta ese momento nunca se había escuchado en ningún otro lugar.  

Durante ese proceso, se convirtió en el representante más famoso del mundo del rock and roll, ofreciendo a toda una generación un sonido propio e innovador. En la carrera de Elvis destacan dos períodos que definieron su historia musical: 1955-56, cuando adquirió una enorme popularidad en Estados Unidos y en el resto del mundo con un sonido que recogía influencias procedentes de distintos estilos, y los años 70, cuando, tras haber regresado en dos ocasiones tras otros tantos alejamientos del mundo artístico, recuperó su imagen de mito gracias a sus giras de conciertos. Hoy, 25 años después de su muerte, el éxito que consiguió como artista se mantiene tan impactante como el primer día, y Elvis Presley sigue siendo el indiscutible Rey del Rock and Roll.  

La carrera de Elvis, sin embargo, no nació con el rock & roll. En sus primeras grabaciones realizadas con Sam Phillips en el sello Sun Records en 1954, Elvis cantaba balada tras balada. Aunque parezca increíble, por aquel entonces no consiguió impresionar a Phillips, quien pensó que el talento de Elvis nunca podría compararse con el de estrellas como Eddie Fisher, Dean Martin o Johnny Ray, los grandes baladistas de aquella época.  

Un buen día, Elvis, durante un descanso en la grabación de uno de sus discos, interpretó, sin ensayar previamente, una versión del tema “That’s All Right”, de la estrella de blues Arthur Crudups. Aquel sonido, formado por la voz de un cantante blanco influido por la música negra, era exactamente lo que Phillips estaba buscando para promocionar un nuevo estilo. El sonido que Elvis creó en 1954-55, justo antes de lanzarse al estrellato al año siguiente, resultó revolucionario ya desde sus primeras interpretaciones.  

Elvis añadía un toque de rhythm & blues al estilo country, y viceversa, mezclando géneros musicales que hasta entonces se mantenían totalmente independientes. Criticado precisamente por haber eliminado la línea divisoria entre el pop y el country, Elvis estaba abriendo las puertas de lo que significaría un nuevo género que a partir de entonces sería conocido en todo el mundo como rock & roll.  

En 1956, Elvis ya era una gran estrella en toda Norteamérica, y estaba considerado como el líder del rock and roll. Aquel nuevo género encontró un nuevo hogar en el sello RCA, al que Elvis se incorporó aquel mismo año. Con el lanzamiento de “Hound Dog” en 1956, Elvis profundizó aún más en aquel nuevo sonido que incluía toques de pop, rhythm & blues y gospel en sus grabaciones. Al hacerlo, alcanzó un nivel de éxito mayor del que hasta entonces había conseguido ningún otro artista.  

Su primer lanzamiento con RCA, Elvis Presley, se convirtió en el disco más vendido de la época. En 1956, Elvis llegó a tener al mismo tiempo hasta 10 singles de estilos diferentes en listas. Sin embargo, fue el rock and roll lo que le convirtió en una estrella conocida en todo el mundo, admirada y criticada a la vez. Aquel nuevo sonido, el rock and roll, se convirtió en el auténtico catalizador de una importante serie de cambios a todos los niveles.  

Elvis proporcionó a la juventud de los años 50, una generación con unos enormes deseos de cambio que buscaba una alternativa a la música que escuchaban sus padres, un sonido y un estilo que podían considerar como algo propio. La música de Elvis, con el cambio radical que supuso respecto a las baladas que solían dominar en el mundo de la música antes de su llegada, y su impactante personalidad, proporcionaron a sus fans el estilo fresco e innovador que esperaban desde hacía tiempo. A lo largo de aquel proceso, sus críticos, incluyendo a sus padres, muchos medios de comunicación y otros artistas, le dedicaron adjetivos como “rebelde”, “peligroso” o “lascivo”. Irónicamente, Elvis nunca se planteó hacer música como un método para iniciar una revolución social. Su único objetivo era entretener al público.  

La fiebre del rock and roll empezó a decaer en 1958, cuando Elvis fue llamado a filas. En aquella época, el sello RCA publicó tres singles de éxito mientras Elvis cumplía el servicio militar. A pesar de ello, la popularidad del rock and roll fue disminuyendo a medida que el género evolucionaba y los fans empezaban a escuchar nuevas canciones. Cuando salió del ejército en 1960, el sonido y el estilo de Elvis habían cambiado.  

El primer álbum que publicó después de licenciarse, Elvis Is Back, mostraba una nueva voz más controlada y madura después de haber pasado dos años en el ejército. Todo ello, unido al desarrollo de nuevas técnicas de grabación, hicieron que la voz de Elvis sonara mejor que nunca. En su primer lanzamiento después de dos años de alejamiento, incluyó no sólo rock and roll, sino también pop y gospel. Además de su afición por la música, Elvis deseaba fervientemente convertirse en actor. Su mánager, Colonel Parker, le animó en su aspiración como medio ideal para aumentar la popularidad de Elvis entre el público.  

En los años 50 y principios de los 60 aspiraba a convertirse en actor dramático. Sin embargo, el público se mostraba mucho más interesado en su música. Eso hizo que Elvis se viera encasillado a interpretar películas musicales, algo que siempre le hizo sentirse enormemente frustrado. A lo largo de los 60, alternó su carrera como actor con su faceta como cantante, pero mientras su participación en el cine resultó todo un éxito, las canciones que grabó para sus películas no conseguían tanto éxito como se esperaba de ellas.  

Para solucionarlo, Elvis siguió grabando discos que incluían canciones nuevas, totalmente independientes de las que interpretaba en sus películas. En la etapa entre 1961 y 1968, Elvis había conseguido triunfar tanto en el cine como la música. Con el tiempo, sin embargo, la popularidad de Elvis empezó a decaer. Su música ya no incluía la originalidad y espontaneidad de su primera etapa.  

Al mismo tiempo, la invasión de la música británica en 1963, que se vio empujada al éxito en los años 50 precisamente gracias al éxito del norteamericano, empezó a dañar la carrera de Elvis, lo mismo que ocurrió con el éxito que alcanzaron otros artistas estadounidenses. Grupos como The Beatles, The Rolling Stones y The Doors, y cantautores como Bob Dylan entraron a formar parte del mundo de la música, y se convirtieron en una nueva alternativa para los fans más jóvenes. En 1968, las cosas cambiaron cuando Elvis protagonizó un espectacular regreso.  

Aunque en un principio se pensó como un programa navideño, Elvis, un especial televisivo que supuso su regreso a la actualidad en 1968, empujó su figura a un nuevo nivel. Tomando buena parte de su repertorio de los años 50, junto con algunas nuevas canciones, aquella actuación se convirtió en una excelente retrospectiva de su imagen anterior, tanto en sonido como en lo que se refiere a su imagen y estilo. Vestido con un traje de cuero negro, Elvis mostraba el mismo carisma y la misma energía que cautivaron a toda una generación diez años antes. Su espectacular interpretación ofreció nuevas energías a un público que había olvidado la fuerza y el dinamismo de Elvis Presley.  

La increíble reacción del público y las excelentes críticas que recibió aquel especial animaron a Elvis a intentar recuperar la posición de líder en el mundo de la música. Para empezar, cambió su estilo de grabación por primera vez en casi una década. Dejó a un lado los estudios de Nashville que fueron su hogar entre 1960 y 1968, y un mes después de la emisión de aquel famoso especial televisivo de 1968 empezó a grabar en Memphis, contando además con un nuevo grupo de músicos. De nuevo, Elvis se resistía a dejarse encasillar por las barreras musicales de su época, y se volcó en el desarrollo de un estilo propio.  

Lo mismo que hizo con las canciones que interpretó tras su regreso del servicio militar, From Elvis in Memphis, el álbum que publicó en 1969 incluía varios géneros muy distintos entre si. El disco ofrecía nada menos que 12 personalidades musicales totalmente independientes. Apoyado por el éxito de los singles “In The Ghetto” y “Suspicious Minds”, las canciones contaban además con letras más maduras y con un mayor compromiso social. Elvis acababa de iniciar una nueva e importante etapa de su carrera.  

El programa especial de 1968 también le ayudó a conseguir la interacción con el público que había echado de menos desde su etapa en Hollywood. En agosto de 1969, Elvis volvió a iniciar una serie de espectaculares conciertos en directo, empezando con cuatro actuaciones con lleno absoluto en el International Hotel de Las Vegas, lo que supuso todo un récord en aquella época en lo que se refiere a asistencia de público a un concierto. Tras realizar nuevas actuaciones en Las Vegas, inició una gira con la que recorrió las principales ciudades de Estados Unidos. Entre concierto y concierto, Elvis siguió grabando nuevos discos.  

En enero de 1973 volvió a hacer historia, confirmando su éxito mundial, con la emisión de Elvis: Aloha From Hawaii, un programa especial que fue presenciado por más de 1.000 millones de espectadores en 40 países. Aunque Elvis siguió actuando en directo a lo largo de los años 70, sus conciertos fueron perdiendo fuerza. Durante aquel período, su repertorio estaba formado sobre todo por baladas que se centraban en los momentos más duros de su vida, incluyendo su fracasado matrimonio (Elvis y Priscilla Presley se divorciaron en 1973).  

Hacia el final de su carrera, Elvis aún disfrutaba cantando en directo, pero mostraba síntomas de cansancio en lo que se refiere a su carrera como artista discográfico, hasta tal punto que insistió en grabar desde su propia casa. De hecho, nunca asistió a su última sesión de grabación, prevista para el mes de enero de 1977 en Nashville. Después de haber alcanzado más éxito que ningún otro artista, Elvis empezó a aburrirse y se propuso empezar a descubrir nuevos retos. Al mismo tiempo, su salud fue empeorando, enfrentándose a numerosos problemas y a una creciente dependencia de las medicinas.  

A pesar del trágico final que alcanzó su vida y del repentino final de su carrera, los logros conseguidos por Elvis se mantienen como auténticos hitos históricos. Sin ir más lejos, es la única persona que ha conseguido formar parte de los tres “halls of fame”, es decir, los dedicados al rock and roll, country y gospel.  

Hoy, 25 años después de su muerte, sigue siendo una de las figuras más influyentes de la música y la cultura norteamericanas y, lo que es aún más importante, sus logros han sido reconocidos por varias generaciones, que han dedicado a Elvis Presley un lugar permanente no sólo en Estados Unidos, sino también en la historia de la música y del resto del mundo.

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA ARTÍCULO THE BEATLES: «LET IT BE… NAKED»

ULTRASÓNICA ARTÍCULO THE BEATLES: "LET IT BE… NAKED"

ULTRASÓNICA

ARTÍCULOS 2004


The Beatles: Let It Be… Naked

Un clásico en horas oscuras

 

         Si estás buscando un disco que capture el momento en el que los 60 finalizaban y la cruda luz de una nueva década empezaba a brillar sin piedad a través de las cortinas, no busques más. No importa que los anfitriones sean quienes inventaron la cultura pop como la conocemos, que sentaran la agenda social de la década más decadente del siglo y que, incluso, por el camino, consiguieran ofrecer viñetas cruciales sobre el sentido de la vida. Al final de los 60, para los Beatles, los buenos tiempos habían llegado a su fin. E, inevitablemente, junto a los ojos enfurecidos, los egos ensombrecidos y los resbalones creativos, llegó la madre de todas las resacas. Aquella resaca se llamó Let It Be

         Hoy en día, y al margen de la polémica, la idea de un renovado Let It Be es algo genuinamente excitante. En un  momento en el que bandas tan diversas como The White Stripes, Jet, Kings Of Leon o The Coral miran sin descaro hacia el final de los 60, la edición de la nueva versión impulsada por un Paul McCartney irritado por la producción ampulosa de Phil Spector no podía haber llegado en mejor momento.  

También no es menos cierto que su edición original no pudo llegar en peor momento. En mayo de los 70, The Beatles habían acabado sus peleas por omisión. Enganchados a la heroína y acosados por las brigadas de la decencia por la exhibición de sus litografías eróticas de su luna de miel, John Lennon y Yoko Ono volaron a Dinamarca para renovar su peinado y buscar Ovnis. Ringo Star acababa de estrenar su debut en el cine, The Magic Christian, y tenía en mente comenzar una carrera como estrella de Hollywood. Mientras tanto, George Harrison y Paul McCartney estaban ultimando sus respectivos debuts en solitario. Para rematar la jugada, en abril, semanas antes de la edición de Let It Be, se filtró a la prensa la noticia de que Paul abandonaba el grupo, cansado de las luchas internas. No es que la atmósfera que se respiraba entre ellos constara por escrito, pero era algo que estaba en las nubes que colgaban por encima. 

En un ambiente tan enrarecido, cualquier lanzamiento de los Beatles hubiera sido tratado con muchas suspicacias, pero, además, su nuevo disco no estaba pensado para subirle la moral a nadie. Dentro de una funda de contornos de color negro y con un retrato distraído de cada uno de los componentes debajo de un título resignado, Let It Be Déjalo estar– fue recibido con bastante frialdad. 

Aún hoy, las sesiones de grabación continúan rodeadas de misterio. Sus orígenes nos conducen a mediados de noviembre del 68. El grupo estaba todavía bajo la influencia de la muerte de Brian Epstein, su manager, y a Paul McCartney se le ocurrió que la mejor manera de sobreponerse era volver a tocar en un escenario como The Beatles y hacer una serie de conciertos para televisión que se podría editar más tarde como un disco en el que el grupo dejara claro que volvía a sus raíces. Al tiempo que serviría como contrapeso a la pesadilla en la que se había convertido la grabación del disco doble The White Album, podría permitir al grupo recuperar la atención de una audiencia no tan perdida por las indulgencias psicodélicas del Magical Mystery Tour como decepcionada por la actitud de los cuatro de Liverpool. 

Pronto empezaron los problemas en aquellas sesiones. Cuando llegaron a los estudios Twickenham el 2 de enero de 1969, el grupo se encontró una vez más rodeado de cámaras y luces cegadoras, lo que les dio la impresión de ser piezas de exhibición en algún zoo humano. A los ocho días George Harrison se marchó, cansado de las críticas de Paul McCartney y, aunque regresó a la semana siguiente, decidieron abandonar los estudios para volver a los suyos, los estudios Apple. Allí, con la llegada del quinto Beatle, Billy Preston, al menos el ánimo mejoró y los cinco se embarcaron en sesiones sin fin en las que el ingeniero Glyn Johns grababa todo. 

Ese ánimo mejorado culminó en la última aparición en directo de los Beatles en la terraza de los estudios Apple el 30 de enero. El concierto fue interrumpido por la policía a los 42 minutos, después de quejas de los vecinos del barrio de Savile Row. Al día siguiente, tras apelar a la excusa de que había que darle unos toques finales, el grupo dejó al cabreado Glyn Johns y sus cintas grabadas de lado para ponerse a trabar en su despedida oficial, Abbey Road. Por increíble que parezca, dado lo que es habitual en el mundo de la música hoy, en su último año juntos The Beatles produjeron unas 60 canciones. 

“Fue la primera vez desde el primer disco en el que no tuvimos mucho que ver con ello,” recordaba John Lennon de las sesiones de Let It Be. “Ninguno de nosotros se molestó en pasarse por allí para acabarlo. Íbamos a dejar que se publicara un disco horrendo, sólo para que la gente viera lo que nos había pasado.” 

John Lennon preparó dos versiones del álbum sacándolas de un Everest de cintas, pero ambas fueron rechazadas. En ese instante, tras la sugerencia del manager Allen Klein, el grupo llamó al super-productor Phil Spector para poner orden. Legendario tanto por sus erráticos métodos de trabajo como por sus producciones de muro-de-sonido en algunos de los discos pop definitivos de los 60, Phil Spector había sido idealizado por John y pareció ser la elección lógica para salvar aquellas sesiones.  

En abril de 1970 Phil Spector había completado su trabajo: el disco estaba acabado y se titulaba Let It Be. Las críticas fueron ambivalentes, aunque Lennon evitaba cualquier discusión con un argumento infalible: “Siempre quiso trabajar con los Beatles y le dimos la mayor montaña de mierda que grabamos; consiguió sacar algo de allí y no me provocó vómitos.” 

McCartney no quedó tan impresionado. Decepcionado por los arreglos de Spector para “The Long And Winding Road”, se puso en marcha para disolver el grupo de una vez por todas. Irónicamente, sus intentos de unir el grupo de nuevo acabaron precipitando su final. 

Hace unos meses parecía haber dejado reposar sus sentimientos un tanto. “No culpo a Phil,” declaró. “En aquellos tiempos todo se nos estaba escapando. Todos sentíamos que estaba llegando el fin… Estábamos muy suspicaces entre nosotros y con todo lo demás. Probablemente nos encontrábamos al borde de un ataque de nervios.”  

El caso es que al fin se ha publicado el disco tal como él quería. Así que ahora podemos disfrutar de las dos versiones de Let It Be. ¿Cuál es mejor? ¿Cuál nos gusta más? Da igual: en medio de todo aquello, los Beatles todavía pudieron crear otro clásico del rock en su peor momento. Después de tres décadas intentando vivir con ello, tal vez fuera el momento de desmelenarse.

Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005 CONCIERTO EELS

ARTÍCULOS 2005 CONCIERTO EELS

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


Eels en concierto

 

(World Forum Theatre, La Haya, 3 de octubre de 2005)

 

 

¿Es Mark Oliver Everett (E) el Tim Burton del pop? Ya, ya, que por contrato habría que situarlo más en la órbita de Steven Spielberg. Pero su particular mundo atrapa e hipnotiza tanto o más que el de ese niño grande del cine que es Tim Burton. Por si sus discos y sus portadas no fuesen suficientes pruebas, en directo lo ratifica.

 

         Para empezar, su nueva gira huye de los convencionalismos y de los recintos al uso, celebrándose sus actuaciones en teatros. Él mismo reconoce que eso fue lo que le motivó de nuevo a ponerse en la carretera, después de varias giras eléctricas y rockeras, sintiéndose mucho más emocionado y motivado con la idea en esta ocasión.

 

 

En esta gira no hay teloneros, pero es que el Sr. E sabe cómo entretener a su audiencia y, sobre todo, sorprenderla. Antes de que salga a escena, en una pantalla gigante se proyecta un corto de animación digno de Tim Burton, en el que un animal semejante a un oso de peluche llamado Cheburashka, un cocodrilo y una viejecita vengativa cruzan sus caminos y corren varias aventuras juntos en la estepa rusa, camino de Moscú.

 

         Durante los 25 minutos que dura, uno tiene la impresión de que todo es idea del Sr. E, pero los créditos finales sólo muestran nombres en ruso, por lo que, a falta de otra explicación, queda la duda de su verdadera autoría, aunque no la sintonía con el personaje principal de la noche. 

 

 

         Tras un paréntesis de unos quince minutos, de nuevo se apagan las luces. Pero la pantalla de proyecciones sigue ahí. Esta vez, con lo que parece un trailer de un documental titulado Rock Hard Times y centrado en el grupo, con apariciones en televisión, imágenes de sus clips y trozos de las partes más desbocadas de sus conciertos. ¿Megalomanía o autocrítica? Pues se supone que un poco de todo.

 

El mejor momento lo pone Mr. E contestando a las preguntas estúpidas de una reportera que, parece, no sabe a quién se enfrenta:

“Presentadora: La reciente muerte de Aaliyah ha conmocionado mucho a la gente por aquí. ¿Cómo ha sido para ti como americano?

E: Ha sido una noticia horrorosa. Habíamos planeado un dueto juntos y ahora no se va a producir nunca. Creo que su muerte ha sido más trágica, probablemente tres veces más trágica que la de Kurt Cobain.

Presentadora (descolocada y con ganas de acabar): Siento decir que se nos ha acabado el tiem…

E (interrumpiendo): Creo que ha sido más trágica que las muertes de Kurt Cobain, Hank Williams y Elvis Presley juntas.”

 

 

 

         Por fin se levanta la pantalla y, tras el “In The Wee Small Hours Of The Morning” de Frank Sinatra, una voz anuncia: “Señores y señoras, niños y niñas, contengan su respiración y pidan un deseo”. Ahora sí, por fin, hace su entrada la banda. Pero también se trata de algo especial: Eels with strings, o sea, Eels con cuarteto de cuerda femenino.

 

Además del cuarteto, acompañan a Mr. E un contrabajista con cresta, Alan Hunter, que también tocará piano y mandolina, así como Chet Lyster (Chet Atkins III), un multiinstrumentista que casi se convierte en el rey de la noche, tocando la guitarra, la slide, piano y una percusión formada por cubos de basura y maletas…

 

         Evidentemente, no puede superar a la verdadera estrella, el Sr. E, que aparece de traje, corbata, sombrero, con bastón y fumando puros, algo que le mantendría ocupado todo el concierto. Si su carisma cautiva, sus canciones interpretadas en formato diferente al habitual subyugan. Falta la electricidad, como bien reconoce él, pero el grupo lo suple con una intensidad a la que sólo le falla un poco la cascada voz de Mr. E. Así, con la voz ronca y esta extraña banda de acompañamiento, Mr. E recuerda también a Tom Waits -invitado, por otra parte, en su última grabación-.

 

 

         El recital se nutre, principalmente, de su nuevo disco Blinking Lights And Other Revelations, aunque hay también lugar para versiones de Bob Dylan (“Girl From The North Country”) y Prince (“I Could Never Take The Place Of Your Man”). Una de las canciones más coreadas de la noche es “I Like Birds”, aunque la versión de cuerda de “My Beloved Monster” y una interpretación más veloz de “Hey Man “Now You’re Really Living)” sorprenden más. Pero el mejor momento llega al final de “Flyswatter”, con todos los músicos creando sonidos angustiosos durante unos cinco minutos, y su engarce con un más breve y saturado “Novocaine For The Soul”.

 

Al final, cuatro bises, uno de ellos cuando ya las luces se han encendido y casi todo el mundo ha abandonado el auditorio. A la salida se vendía un disco en directo de edición limitada con diez canciones, titulado Sixteen Tons (Ten Songs) y grabado en 2003 en la emisora KCRW. Así es Mr. E, distinto en todo, ingenioso (en un momento dijo “siento mucho haber tardado tanto tiempo en volver, aunque no recuerdo haber estado aquí nunca antes”) y poco acomodado. Lo sabe, y se aprovecha de ello, consiguiendo que todos caigan rendidos a su propuesta.

 

Texto y fotos: Xavier Valiño

ULTRASÓNICA ARTÍCULO GABINETE CALIGARI

ULTRASÓNICA ARTÍCULO GABINETE CALIGARI

ULTRASÓNICA

ARTÍCULOS 2004


Gabinete Caligari, la movida más chula

         Tenía que llegar. Después del tratamiento tan especial dado a Nacha Pop en su reciente recopilatorio, ahora le llega el turno a Gabinete Caligari, que son revisados en compacto y DVD tres años después de su disolución. La culpa fue de Gabinete. Colección de canciones + La filmoteca del Dr. Caligari recoge 20 canciones y 45 minutos de filmación de una de las bandas imprescindibles de las dos últimas décadas.

         Gabinete Caligari nació como trío en 1981, tomando su nombre de la película clave del expresionismo alemán El Gabinete del Doctor Caligari. A Ferni Presas, bajista, y Edi Clavo, batería, se les unió Jaime Urrutia, guitarra y cantante, que provenía del grupo de nueva ola Ejecutivos Agresivos -donde dieron sus pasos una buena cantidad de músicos de lo que luego se conoció como movida-, para comenzar su trayectoria ofreciendo la mayor parte de sus primeras actuaciones en el legendario Rockola de Madrid.

Su primer tema, “Golpes”, salió editado en un single de cuatro canciones compartido con Parálisis Permanente, por entonces compañeros y con una línea de trabajo parecida. La letra de la canción, morbosa y sadomasoquista, ayudó a abrir los oídos de un público acostumbrado a los sonidos fáciles y las letras desenfadadas de los grupos de la época. Luego llegarían flirteos con lo macabro (“Olor a carne quemada”), lo autoritario (“Obediencia y nada más”) o la célebre provocación que lanzaron en uno de sus primeros conciertos: “¡Hola, buenas noches! Somos Gabinete Caligari y somos fascistas.”.

Su actitud provocadora y arrogante pasaba por reivindicar la España profunda atreviéndose a tocar temas tan alejados del rock anglosajón dominante como la masonería, la tauromaquia o la mili. En 1983 publican su primer álbum Qué Dios reparta suerte, donde el estilo torero prima con ritmos hispanos de pasodobles y temas relacionados con lo que algunos conocen como la fiesta nacional como “Sangre española”. Ahí ya quedaba claro que Gabinete Caligari escaparía siempre a cualquier idea preconcebida que se tuviera de ellos y que no se iban a conformar con un único estilo, lo que fue, tal vez, su mayor mérito.

Un año después publicaron el mini-LP Cuatro Rosas, título de uno de sus temas más emblemáticos y cierto aire Dylan en la melodía, una metáfora de amor y alcohol que es uno de los discos imprescindibles del rock en castellano y que dio, también, nombre a un legendario local de copas que ellos regentaron en Madrid durante años.

En sus discos el trío madrileño supo evolucionar sin dejar de dar, al menos, un par de éxitos en cada uno de sus discos. Desde “Camino Soria”, un homenaje al recio espíritu castellano, hasta “La culpa fue del Cha-cha-chá”, del disco Privado editado en 1989.

Con el álbum Camino Soria consiguieron aunar crítica y éxito entre el público español. Junto a la canción que le daba título, el álbum contenía temas como “Suite nupcial”, “La sangre de tu tristeza” o “Tócala Uli”, todas ellas recopiladas aquí.

A pesar de que su última grabación data de 1998, parece que haya pasado más tiempo, quizás porque su época dorada fueron los ochenta. Por ello su recuperación es tan agradecida. Como ellos mismos reconocen, les faltó paciencia al final. Incluso ahora, años después de su separación, las relaciones entre ellos son tensas y está totalmente descartada algún tipo de colaboración.

En el DVD que acompaña al disco se repasan actuaciones del archivo de RTVE de los temas más populares del trío madrileño grabados entre 1987 y 1990, con declaraciones de periodistas en activo como Diego Manrique, Jesús Ordovás y Fernando Martín, quien protagoniza la mayor curiosidad al confesar que su primera crónica para El País fue de un concierto de la banda y que se pasó toda la noche buscando símiles taurinos con los que completar su artículo de sólo 30 líneas.

De todas formas, desmerece comprobar que todas las apariciones que se recogen en el DVD son de actuaciones en playback, algo que no sabemos si se enmendará cuando se edite el prometido DVD de más de dos horas.

Por último, conviene recordar para los más interesados en el grupo, que también se ha publicado al mismo tiempo el libro de Jesús Rodríguez Lenin Gabinete Caligari, el lado más chulo de la movida (Temas de Hoy).

Xavier Valiño

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