ARTÍCULOS 2005 16 HORSEPOWER DVD

ARTÍCULOS 2005 16 HORSEPOWER DVD

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


16 HORSEPOWER: 16 HP

 

 

            No hay más que ver la cara de David Eugene Edwards en alguna de las actuaciones que recoge este DVD para darse cuenta de que no estamos ante un ser humano cualquiera. Su pinta de ido o iluminado en canciones como “Horsehead Fiddle” es algo que pocos cantantes tienen de por sí, algo que en los demás los hace parecer falsos o simples caricaturas.

 

Hay algo ahí que hace que uno se lo crea. Lo mismo sucede en sus atípicos y más que interesantes video-clips. O, también, en las entrevistas que se recogen, en especial la larga conversación con Paul Epstein, en la que Edwards se muestra tímido pero revelador, declarando a Bob Dylan -de él interpreta una versión acústica de “(Nobody) ‘Cept You”- y el cristianismo -no en vano siguió a su abuelo, un predicador nazareno, hasta los 17 años por las iglesias de Colorado- como sus dos principales referencias e influencias.

 

Se trata de un testimonio distinto al habitual, algo que queda claro desde sus primeras imágenes, con las botas de un hombre colgado en primer plano En 16 HP están todos los videos y varias grabaciones en directo de 16 Horsepower, incluyendo una versión de “Heart & Soul” de Joy Division, grabada en el Festival de Jazz de Montreux de 2004, y que deja claro que la banda conseguía un ambiente claustrofóbico incluso en el más grande de los recintos. La única pega es no haber incluido algún concierto completo, algo que, en su caso, parece imprescindible.

 

Sin embargo, se incluye el documental 16 Horsepower 1993-2003, el cortometraje Coulisses y el reportaje Twenty Four Hours, grabado por un equipo de la televisión belga en su seguimiento al grupo durante 24 horas de su paso por aquel país. Incluso ahí, en su entrada en la sala donde esa misma noche van a dar un concierto, para efectuar antes la prueba de sonido, David Eugene Edwards parece llevar un aura consigo, manteniendo la tensión alrededor de su persona.

 

Si 16 Horsepower fueron considerados en sus 10 años de existencia como uno de los mayores ejemplos de lo que se dio en llamar sonido americana -o country alternativo, de color más que oscuro-, queda claro que la personalidad que más se le asemeja al que fue su líder es la de Nick Cave. Su reciente paso por la Península, en el Festival Paredes de Coura, con su nuevo alias, Woven Hand -nombre tomado del gesto de las manos en la oración-, no hizo más que ratificar esa impresión.

 

16 HP nació como recopilación de material diverso del grupo y se ha convertido en su perfecto obituario tras el anuncio de su disolución, después de trece años de trayectoria. Al menos nos queda el consuelo de pensar que su legado lo retoman Woven Hand por un lado y Lilium, con los otros dos componentes de 16 Horsepower, por el otro.

 

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA ARTÍCULO CONCIERTO RED HOT CHILI PEPPERS

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ARTÍCULOS 2004


El día que vi tocar a los Peppers


Exigían puntualidad y empezaron con algo de retraso. El viento pegaba fuerte pero Flea no sentía el frío y salió sin camiseta. Crónica de cómo los californianos Red Hot Chili Peppers dieron un concierto para abrir el verano-Xacobeo.

“Ahí están”. Ovación ensordecedora. Al escenario del Monte do Gozo salen Anthony Kiedis, Michael Bazary (Flea), John Frusciante y Chad Smith. Ante 30.000 personas en Santiago de Compostela van a cerrar su gira europea los Red Hot Chili Peppers. Sólo podía ser un milagro del Xacobeo. La tan cacareada exigencia de puntualidad no se cumple. Pero da igual. Ahí están.

“Can’t stop addicted to the shin dig…”. La canción dedicada por los californianos al tratamiento con ozono pone a saltar a todo el mundo y el corazón, a cientos de metros del escenario, se sale del pecho. Es difícil contenerlo. Son los Peppers. Son ellos. Has pagado los 28 euros (con la historia de pillar la entrada por Internet y no sé qué gaitas), has ido hasta Santiago (gracias otra vez, Edu), te has colado en uno de los autobuses que subían al Gozo (gracias por el descaro, Evita), has echo cola para entrar en el recinto y el sitio que has pillado está a cientos de metros del escenario (y gracias).  

Pero son ellos. El “Hola, gente” de Kiedis sabe a gloria. A la chica que portaba el cartel de “Marry me, Anthony”, a gloria bendita. Se ha vuelto a dejar el pelo largo, esta vez con flequillo, el cantante de los Peppers. Sale con americana y corbata. Acabará enseñando su famoso torso. El bajista Flea, que no siente el frío, lo hace desde el primer momento. Frusciante lleva sus brazos de tatuajes quemados tapados por una camisa. En medio del concierto, se pondría un gorro. Mi cartel (que sólo era mental) ponía. “You’re my inspiration, John”.

Van cayendo las canciones. Toca repaso de grandes éxitos. La gente corea los hits: “Californication”, “Otherside”, “By the way”… Para los bises quedaría “Under the bridge” y “Give it Hawai”. Los orígenes quedan lejanos. Ya no permanece casi nada de los amigos de instituto (Kiedis y Flea) que tenían un grupo en el que salían a tocar desnudos con medias tapando lo único que no querían enseñar del todo. Frusciante era sólo un fan. Sin él, hoy simplemente no son. 

Kiedis canta muy bien. Su voz suena genial en directo. Quedan en la memoria los ecos de 30.000 gargantas ladrando como él propuso desde el escenario. Es habitual (lo dicen los DVD). “Mamamaé”, canta. Y todos detrás. Quedan en la memoria las parrafadas que soltaron. Quedan los esfuerzos de Flea presentando en castellano una versión de una banda amiga de California.

Queda él mismo pidiéndole a la gente que perdonase a Bush. “Fuck George Bush”, le contestaron desde las primeras filas. Queda Frusciante dedicándole “Havana affair” a Joey Ramone (ahí sí que te ganaron, Marta). Queda Chad Smith antes de empezar los bises (dos horas clavadas duró el concierto) haciendo de las suyas en la batería. “Buddy you’re a boy…”. Momentazo.

Pero los momentos grandes, grandes de verdad, vinieron de la mano de Flea y John Frusciante. De sus cuatro manos. Uno frente al otro. Solos con el bajo y la guitarra. Sobrábamos todos. Cómo se aplaude algo así. Yo no sé. Y ahí sí era oficial: éste era un gran concierto, por encima del montaje audiovisual que derrapó al principio, por encima del pésimo sonido que iba y venía según pegase el aire, por encima de pagar los casi 30 euros para cansarse de ver invitaciones VIP colgadas de cuellos (VIP ¿de qué?), por encima de fuegos artificiales que sobran (la pirotecnia no hace falta con un grupo como éste), por encima de los parones entre canción y canción (por Dios bendito si llevan tres días repitiendo concierto en High Park, ¿qué se comentaban?), por encima de obviar un guiño como sería tocar “Cabrón”.  

Allí estaba John Frusciante para hacerlo olvidar todo, de rodillas, tocando con los ojos cerrados, como si no hubiese nada más. No lo había y (casi) no lo hay.

Belén López

ULTRASÓNICA ARTÍCULO PREVIO FIB HEINEKEN

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ARTÍCULOS 2004


Festival Internacional de Benicàssim: estío musical

Benicàssim: ciudad costera y turística de la costa de Castellón, a unos 15 kilómetros de su capital. Benicàssim: lugar donde se celebra cada primer fin de semana de agosto el festival musical más importante de España. Las dos acepciones compiten ya en el subconsciente de todos desde no hace mucho.

Todo es mérito de unos locos que, hace ahora diez años, se propusieron montar el gran festival estatal de la música independiente, al estilo de otros que se venían celebrando en Europa. Nueve ediciones les han bastado para consolidar su propuesta, con bastantes cientos de artistas que ya han pasado por sus escenarios, muchos de ellos en la única visita que han hecho a un festival de aquí, incluyendo a nombres como Björk, The Cure, Radiohead, Massive Attack, Oasis, Sonic Youth, Fatboy Slim, Pulp, P J Harvey…  

Por eso, lo que diferencia a Benicàssim del resto de los festivales es el cartel de grupos que logran reunir en cada edición y que intenta, cuando menos, mantener el nivel año tras año, incluyendo siempre a artistas que viven su mejor momento creativo y artístico y que gozan del total respaldo crítico y de los verdaderos aficionados a la música. Sí, la piscina detrás del escenario ayuda, y muchas bandas esperan con impaciencia la llamada para poder asistir al festival. 

Como no podía ser de otra forma, la organización ha preparado una edición muy especial para celebrar su décimo aniversario los próximos 5, 6, 7 y 8 de agosto. En esta ocasión, tirando literalmente la casa por la ventana, se ha conseguido mantener la relación entre independencia y calidad de todas las ediciones anteriores -o sea, crecer sin traicionar su espíritu-, con una mayor relevancia a lo que empezó a ser algo habitual, aunque un tanto anecdótico, en las pasadas ediciones: recuperar grandes nombres de la historia del pop-rock que aún siguen estando totalmente vigentes. 

Si por el FIB Heineken ya pasaron en los últimos tiempos Suicide, Big Star, Paul Weller o Donovan, lo de este año es sobresaliente. Ahí están tres nombres que por sí serían más que suficientes para montar un festival: Brian Wilson, líder de los Beach Boys, en su primera actuación en solitario en España, ya cumplidos los 60: Kraftwerk, en una de sus contadísimas apariciones en España; y Love con Arthur Lee que, aunque no hace mucho aún que hacían una pequeña gira por España, también es cierto que fue sin la orquesta que los acompañará en uno de los escenarios del FIB.

Palabras mayores, aunque a su lado hay otro nombre histórico que siempre hay que ver, Lou Reed, que además presenta un relevante disco en directo, Animal Serenade. Conviene no olvidar a Wire, que ofrecerán, a buen seguro, el concierto menos complaciente y más potente de todo el festival.

A estas alturas, clásicos son ya también Einstürzende Neubaten -hace casi dos décadas que no tocan en España-, Pet Shop Boys, The Chemical Brothers -clásicos en Benicàssim, que no han querido perderse este aniversario-, Lambchop, Belle & Sebastian, Tindersticks, The Charlatans, Spiritualized, Ash, Primal Scream, Teenage Fanclub, Yann Tiersen… A su lado estarán recién llegados de fuerte tirón como Franz Ferdinand, Kings Of Leon, Scissor Sisters, The Shins, Colder…

No es todo. Varias bandas estatales redondean el plantel, al igual que en ediciones anteriores, seleccionadas entre lo mejor de la oferta de los sellos independientes más combativos: Cooper, Los Planetas, Grupo Salvaje, Fangoria, Migala, Pauline en la playa, Maga, Polar o The Sunday Drivers, junto al grupo ganador del concurso de maquetas convocado por la organización -y al que se presentaron cientos de demos-: Virüs. 

Además, entre el 1 y el 9 de agosto se celebrarán en la misma localidad castellonense otras actividades complementarias a los conciertos, como el V Festival Internacional de Cortometrajes, la VII Muestra de Teatro FIB-actúa, la VII Pasarela de Moda Mustang Fashion Weekend, la VI Cita con la Danza, la VII Exposición de Arte y distintos cursos de verano organizados con la Universidad Jaume I de Castellón.  

Todo esto se podrá ver en el mismo emplazamiento de los cuatro últimos años, junto a la carretera N-340 a su paso por Benicàssim, con capacidad para 30.000 personas y convenientemente señalizado. El abono para los cuatro días, incluidos nueve de acampada -la eterna cuestión pendiente del Festival, y que esperemos que este año se resuelva de una vez por todas- cuesta 152 euros, 140 euros para tres días y 55 euros la entrada de un sólo día. Para más información y compra de entradas: 

Internet: http://www.fiberfib.com

Teléfonos de venta de entradas: 902-332211; 902-400222

Oficina de Turismo de Benicàssim: 964-300962

Salidas desde Galicia: contactar con Breakpoint 986-205588.

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA ARTÍCULO DVD REM «PERFECT SQUARE»

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ARTÍCULOS 2004


REM: Perfect Square (Warner DVD)

Imitación a la vida

          Road Movie es el antecedente. Aquel fue un concierto seminal en la historia de REM: en su atmósfera se palpaba el ambiente opresivo del disco Monster y de la gira que le siguió. También sirvió como perfecta metáfora visual de la inercia de aquella gira que dejó a la banda muy tocada y casi desaparecida (y, en el caso del batería Bill Berry esta afirmación hay que tomarla literalmente, debido al daño que le provocó en su cerebro justo en medio de la gira).

          Sin embargo, en contra de lo que se pudiera pensar, no significó su fin desde el punto de vista creativo, ya que no sólo compusieron un nuevo disco en la carretera, el ecléctico New Adventures In Hi-Fi de 1996, sino que tuvieron tiempo para dar a la luz una nueva obra maestra tras el abandono de Bill Berry, el infravalorado disco de baja fidelidad Up. Todo ello antes de recuperar parte de su credibilidad comercial en el álbum más pop Reveal

          Perfect Square, su nuevo DVD sacado de uno de sus conciertos, es el primero que recoge material de esta última época y en él el grupo se muestra mucho más reflexivo, recuperando también canciones de sus primeros tiempos. Mientras que la decadencia del Parque de Wiesbaden Bowling Green (del que el DVD toma su nombre) marca las diferencias con el concierto más grunge que fue Road Movie, el grupo cubre sus obligaciones contractuales con una probada eficacia. Como extra se incluye un documental sobre cómo vieron los propios REM y la gente de Stirling los tres conciertos que el grupo ofreció en el castillo de aquella ciudad escocesa en el verano de 1999.  

          Evidentemente, con la reciente edición de su álbum Greatest Hits, sería fácil considerar Perfect Square como una retrospectiva. Pero, incluso aunque entendiéramos que existía la pretensión de cerrar un ciclo, lo que aquí hay no encierra demasiadas sorpresas en cuanto al material, ya que el repertorio de éxitos de esta actuación casa perfectamente con el nivel de estrellas de estadios que han alcanzado, muy distinto a aquel del grupo más sensible y centrado en las raíces, el folk y el circuito independiente que eran antes de que todo el mundo empezara a amarles. 

          En Perfect Square, REM mantiene el ánimo alto en todo momento, espoleados por una audiencia germana que se muestra galvanizada con su sola presencia y, puede que porque estos son días más felices que aquellos de Monster, intentan darle nueva vida tanto al repertorio antiguo como al nuevo. Aún así, mientras en las canciones nuevas hay un poco de todo, algunas merecen la pena: lo mejor de todo es la exuberante y energética "Animal"; tampoco desmerece la luminosa "The Great Beyond", que aparecía en la banda sonora de Man On the Moon y que tiene una melodía contagiosa y uno de esos textos de reafirmación de la vida que Michael Stipe escribe muy de vez en cuando. Incluso la reciente y un tanto decepcionante "Bad Day", una actualización de "It’s The End Of The World As We Know It (And I Feel Fine)", la interpretan con toda la bilis y toda la intención política con la que fue compuesta. 

          La interacción de las canciones antiguas con las nuevas muestra perfectamente la metamorfosis de Michael Stipe, que ha pasado de ser un soñador introvertido al más intenso y carismático líder del rock americano actual, con una voz que muestra tanto rabia como una calidez inhabitual en un hombre de mediana edad como él. Sus movimientos epilépticos parecen haber dado paso a una actuación más controlada, en la que todo el cuerpo participa. A su lado, Peter Buck mantiene su estudiada pose dirigiéndolo todo, al tiempo que mueve energéticamente sus manos sobre el mástil de su guitarra. 

          Hay muchos momentos para el recuerdo. La siempre sorprendente "Drive", con el característico bajo oscilante de Mike Mills sobre la melodía melancólica. Una interpretación emocionante de "Daysleeper", esa perfecta oda al desencuentro con los tiempos modernos y que contiene un piano que parece acariciar una nana. E, incluso aunque deben estar hartos a estas alturas de ella, "Losing My Religion" todavía parece la mejor canción pop jamás escrita. Otras muestran alguna variación sobre la versión original, como "Nightswimming", "Electrolite" -con su piano jazz- o "She Just Wants To Be" -en una rendición catártica-. Lo mejor de todo es "Walk Unafraid", el punto álgido de Up y que se muestra aquí una estremecedora versión. 

          A medida que el sol se va ocultando, el espectáculo decae un tanto, como, por ejemplo, en "At My Most Beautiful" -homenaje descarado a los Beach Boys-, "Man On The Moon" o "Everybody Hurts", una canción tan usada en todo tipo de causas que parece haber perdido ya su contenido emocional -tampoco los mecheros encendidos ayudan-. Al final, el grupo levanta el show con el himno que ya es "Country Feedback" -la favorita de los seguidores de REM- y con la recuperación de "So Fast, So Numb". 

          El cierre no podía ser más previsible, con "It’s The End Of The World As We Know It (And I Feel Fine)", aunque también hay que tener en cuenta hace años que ya no la utilizaban para cerrar sus conciertos. Aquí no enseñan los dientes como hacían en Road Movie, pero, dentro de su contrastado buen hacer, hay suficientes elementos como para atraer tanto a los novatos como a todos aquellos que han escuchado sus canciones tantas veces al menos como ellos las han interpretado. 

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA ARTÍCULO BOXEO Y ROCK

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ARTÍCULOS 2004


Rock’n’ring, golpes con ritmo

The Beatles con Muhammad Ali

El boxeo y la música han sido como la mano para el guante durante años, tal vez porque comparten más de lo que  quisieran: competición intensa, una industria que exprime al máximo el talento y luego lo abandona, la posibilidad del éxito rápido y dinero fácil y la casi seguridad de que a nadie le interesarás cuando estés abajo y tirado. 

Boxeadores que intentaron cantar

De esa estrecha y particular relación, tal vez el momento más recordado sea “Hurricane”, la canción que Bob Dylan compuso para apoyar la liberación del peso medio Rubin Carter y que dio lugar, años después, a una película interpretada por Denzel Washington. Aquel boxeador había sido encarcelado después de ser dudosamente acusado de matar a tres hombres blancos en un bar, convirtiéndose en uno de los casos judiciales más famosos por su haber derivado en una causa racial.

El boxeador más conocido de todos los tiempos, Cassius Clay -Muhammad Ali- contribuyó a la causa subiéndose al escenario en la gira Rolling Thunder Revue de Bob Dylan de 1975. Seguramente su aparición fue más celebrada que el único disco que editó, I Am The Greatest Soy el más grande-.

Joe Frazier, uno de sus clásicos adversarios, también lo intentó, sin mucho éxito, con una versión del “Knock On Wood” con un grupo que llamó Smokin’ Joe And The Knockouts -Joe Fumador y los Noqueadores-. Más suerte tuvo el púgil Joe Louis, con una decente carrera musical, en especial con “You Can Run But You Can’t Hide”, una canción basada en una de sus recomendaciones a un oponente, Billy Conn. 

La atracción de Ali

Bob Dylan era un gran aficionado al boxeo y no perdió ocasión de recordarlo dedicándole elogios a Ali en más de una ocasión. Además de “Hurricane”, también compuso la canción “Who Killed Davey Moore?”, un acertado retrato del lado más oscuro del boxeo.

Pero Muhammad Ali tuvo más de un admirador en el mundo de la música. Aunque Frank Sinatra era más amigo y seguidor de Rocky Marciano, y aunque compró una participación en los negocios del boxeador Tony Mauriello, no desaprovechó la oportunidad de acudir al Madison Square Garden en 1971 para fotografiar a Ali  en su pelea con Joe Frazier para la portada y un reportaje especial de la revista Life.

Tampoco Elvis Presley se resistió a los encantos de Muhammad Ali. En el 73 fue él el presentador del boxeador en una de sus peleas, en la que éste se presentó con un bata blanca que decía “El campeón de la gente”. A Elvis le gustaba el mundo del ring, y así lo pudo demostrar en su película de 1962 Kid Galahad.

Músicos que intentaron boxear

Ninguno de los tres grandes de la música se lanzaron al cuadrilátero, pero otros músicos sí. Bo Diddley se hizo un nombre en el circuito juvenil mientras que el capo del sello Motown, Berry Gordy, peleó profesionalmente como peso mosca en 15 combates, antes de que su carrera se viera truncada por el Ejército. No iba mal encaminado, ya que su entrenador se pasó luego a llevar la carrera del recordado Joe Frazier.

Uno de los sparring de Berry Gordy fue Jackie Wilson. Durante un tiempo peleó como peso welter, ganando algún título, hasta que su madre, cansada de las cicatrices, lo convenció de que se dedicase a la música. Curiosamente, fue su reunión con Berry Gordy para componer “Reet Petite” lo que inició su fulgurante carrera en el soul.

Marvin Gaye, desencantado de la música a finales de los 60, se ofreció como jugador profesional de fútbol a los Lions de Detroit cuando tenía 31 años, pero, al ser rechazado, se decidió por el boxeo. Durante meses entrenó en el gimnasio de su ciudad hasta que decidió grabar What’s Going On y abandonar los guantes definitivamente.

James Brown podía haberse convertido en el padrino del pugilismo, y no del soul, si hubiese continuado con su carrera tras ganar las tres peleas en las que participó como profesional. Al ver a Little Richard encima de un escenario todo cambió. Irónicamente, cuando estaba casi olvidado, a principios de los 80, su canción “Living In America” para la película Rocky IV le dio su mayor éxito en 20 años.

En Jamaica, el boxeo tuvo siempre una atracción similar al reggae, y muchos músicos se sintieron atraídos por el ring, como, por ejemplo, el legendario Prince Buster o el mítico productor Lee ‘Scratch’ Perry, quien en sus días de púgil era conocido como ‘Little’ Perry.

Pero no sólo los músicos de color se acercaron al boxeo. La afición fue más allá de las portadas pugilísticas de músicos blancos como, por ejemplo, Let’s Dance de David Bowie, Flamingo’s de Enrique Bunbury o Peace & Love de The Pogues. Billy Joel dividió los primeros años de su carrera entre el piano y el ring. En su momento admitió que lo que le había llamado la atención era la imagen varonil del boxeo, aunque lo abandonó al descubrir que no tenía el instinto matador y después de que le rompiesen la nariz en uno de sus 22 combates.

También Chris Isaak comenzó como campeón juvenil del peso ligero, antes de aceptar una beca para marchar a Japón un par de años y descubrir que lo que realmente echaba de menos eran los primeros tiempos del rock’n’roll.

En estos últimos años se ha establecido una curiosa relación entre el rap y el mundo del boxeo. Public Enemy ya hablaban de uno de sus ídolos, Muhammad Ali, en el “Timebomb” de su debut Yo! Bumrush The Show. Mike Tyson sirvió de inspiración a “I’m Bad” de LL Cool J y a “I Think I Can Beat Mike Tyson” de Jazzy Jeff and The Fresh Prince. Pero a Tyson el grupo que realmente le gustaba era Public Enemy. En uno de sus mantos escribió el conocido “Don’t Believe The Hype” de Public Enemy y en el 89 se negó a pelear si, en lugar del himno nacional, no sonaba antes del combate el “Fight The Power” del mismo grupo. 

Canciones para una velada en el ring:  

         Bee Gees: “Saved By The Bell”

         Big Youth: “George Foreman”

         Bob Dylan: “Hurricane”

         Dennis Alcapone: “Cassius Clay”

         Elvis Costello: “TKO”

         Everything But The Girl: “Boxing And Pop Music”

         Georgie Fame: “The Ali Shuffle”

         Hazel: “Joe Louis Punch Out”

         Jo Boxers: “Boxer Beat”

         Johnny Wakelin: “Black Superman (Muhammad Ali)”

         Simon And Garfunkel: “The Boxer”

         The Supremes: “You Beat Me To The Punch”

Xavier Valiño

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