ULTRASÓNICA ARTÍCULO PREVIO FIB HEINEKEN

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ARTÍCULOS 2004


Festival Internacional de Benicàssim: estío musical

Benicàssim: ciudad costera y turística de la costa de Castellón, a unos 15 kilómetros de su capital. Benicàssim: lugar donde se celebra cada primer fin de semana de agosto el festival musical más importante de España. Las dos acepciones compiten ya en el subconsciente de todos desde no hace mucho.

Todo es mérito de unos locos que, hace ahora diez años, se propusieron montar el gran festival estatal de la música independiente, al estilo de otros que se venían celebrando en Europa. Nueve ediciones les han bastado para consolidar su propuesta, con bastantes cientos de artistas que ya han pasado por sus escenarios, muchos de ellos en la única visita que han hecho a un festival de aquí, incluyendo a nombres como Björk, The Cure, Radiohead, Massive Attack, Oasis, Sonic Youth, Fatboy Slim, Pulp, P J Harvey…  

Por eso, lo que diferencia a Benicàssim del resto de los festivales es el cartel de grupos que logran reunir en cada edición y que intenta, cuando menos, mantener el nivel año tras año, incluyendo siempre a artistas que viven su mejor momento creativo y artístico y que gozan del total respaldo crítico y de los verdaderos aficionados a la música. Sí, la piscina detrás del escenario ayuda, y muchas bandas esperan con impaciencia la llamada para poder asistir al festival. 

Como no podía ser de otra forma, la organización ha preparado una edición muy especial para celebrar su décimo aniversario los próximos 5, 6, 7 y 8 de agosto. En esta ocasión, tirando literalmente la casa por la ventana, se ha conseguido mantener la relación entre independencia y calidad de todas las ediciones anteriores -o sea, crecer sin traicionar su espíritu-, con una mayor relevancia a lo que empezó a ser algo habitual, aunque un tanto anecdótico, en las pasadas ediciones: recuperar grandes nombres de la historia del pop-rock que aún siguen estando totalmente vigentes. 

Si por el FIB Heineken ya pasaron en los últimos tiempos Suicide, Big Star, Paul Weller o Donovan, lo de este año es sobresaliente. Ahí están tres nombres que por sí serían más que suficientes para montar un festival: Brian Wilson, líder de los Beach Boys, en su primera actuación en solitario en España, ya cumplidos los 60: Kraftwerk, en una de sus contadísimas apariciones en España; y Love con Arthur Lee que, aunque no hace mucho aún que hacían una pequeña gira por España, también es cierto que fue sin la orquesta que los acompañará en uno de los escenarios del FIB.

Palabras mayores, aunque a su lado hay otro nombre histórico que siempre hay que ver, Lou Reed, que además presenta un relevante disco en directo, Animal Serenade. Conviene no olvidar a Wire, que ofrecerán, a buen seguro, el concierto menos complaciente y más potente de todo el festival.

A estas alturas, clásicos son ya también Einstürzende Neubaten -hace casi dos décadas que no tocan en España-, Pet Shop Boys, The Chemical Brothers -clásicos en Benicàssim, que no han querido perderse este aniversario-, Lambchop, Belle & Sebastian, Tindersticks, The Charlatans, Spiritualized, Ash, Primal Scream, Teenage Fanclub, Yann Tiersen… A su lado estarán recién llegados de fuerte tirón como Franz Ferdinand, Kings Of Leon, Scissor Sisters, The Shins, Colder…

No es todo. Varias bandas estatales redondean el plantel, al igual que en ediciones anteriores, seleccionadas entre lo mejor de la oferta de los sellos independientes más combativos: Cooper, Los Planetas, Grupo Salvaje, Fangoria, Migala, Pauline en la playa, Maga, Polar o The Sunday Drivers, junto al grupo ganador del concurso de maquetas convocado por la organización -y al que se presentaron cientos de demos-: Virüs. 

Además, entre el 1 y el 9 de agosto se celebrarán en la misma localidad castellonense otras actividades complementarias a los conciertos, como el V Festival Internacional de Cortometrajes, la VII Muestra de Teatro FIB-actúa, la VII Pasarela de Moda Mustang Fashion Weekend, la VI Cita con la Danza, la VII Exposición de Arte y distintos cursos de verano organizados con la Universidad Jaume I de Castellón.  

Todo esto se podrá ver en el mismo emplazamiento de los cuatro últimos años, junto a la carretera N-340 a su paso por Benicàssim, con capacidad para 30.000 personas y convenientemente señalizado. El abono para los cuatro días, incluidos nueve de acampada -la eterna cuestión pendiente del Festival, y que esperemos que este año se resuelva de una vez por todas- cuesta 152 euros, 140 euros para tres días y 55 euros la entrada de un sólo día. Para más información y compra de entradas: 

Internet: http://www.fiberfib.com

Teléfonos de venta de entradas: 902-332211; 902-400222

Oficina de Turismo de Benicàssim: 964-300962

Salidas desde Galicia: contactar con Breakpoint 986-205588.

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA ARTÍCULO DVD REM «PERFECT SQUARE»

ULTRASÓNICA ARTÍCULO DVD REM "PERFECT SQUARE"

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ARTÍCULOS 2004


REM: Perfect Square (Warner DVD)

Imitación a la vida

          Road Movie es el antecedente. Aquel fue un concierto seminal en la historia de REM: en su atmósfera se palpaba el ambiente opresivo del disco Monster y de la gira que le siguió. También sirvió como perfecta metáfora visual de la inercia de aquella gira que dejó a la banda muy tocada y casi desaparecida (y, en el caso del batería Bill Berry esta afirmación hay que tomarla literalmente, debido al daño que le provocó en su cerebro justo en medio de la gira).

          Sin embargo, en contra de lo que se pudiera pensar, no significó su fin desde el punto de vista creativo, ya que no sólo compusieron un nuevo disco en la carretera, el ecléctico New Adventures In Hi-Fi de 1996, sino que tuvieron tiempo para dar a la luz una nueva obra maestra tras el abandono de Bill Berry, el infravalorado disco de baja fidelidad Up. Todo ello antes de recuperar parte de su credibilidad comercial en el álbum más pop Reveal

          Perfect Square, su nuevo DVD sacado de uno de sus conciertos, es el primero que recoge material de esta última época y en él el grupo se muestra mucho más reflexivo, recuperando también canciones de sus primeros tiempos. Mientras que la decadencia del Parque de Wiesbaden Bowling Green (del que el DVD toma su nombre) marca las diferencias con el concierto más grunge que fue Road Movie, el grupo cubre sus obligaciones contractuales con una probada eficacia. Como extra se incluye un documental sobre cómo vieron los propios REM y la gente de Stirling los tres conciertos que el grupo ofreció en el castillo de aquella ciudad escocesa en el verano de 1999.  

          Evidentemente, con la reciente edición de su álbum Greatest Hits, sería fácil considerar Perfect Square como una retrospectiva. Pero, incluso aunque entendiéramos que existía la pretensión de cerrar un ciclo, lo que aquí hay no encierra demasiadas sorpresas en cuanto al material, ya que el repertorio de éxitos de esta actuación casa perfectamente con el nivel de estrellas de estadios que han alcanzado, muy distinto a aquel del grupo más sensible y centrado en las raíces, el folk y el circuito independiente que eran antes de que todo el mundo empezara a amarles. 

          En Perfect Square, REM mantiene el ánimo alto en todo momento, espoleados por una audiencia germana que se muestra galvanizada con su sola presencia y, puede que porque estos son días más felices que aquellos de Monster, intentan darle nueva vida tanto al repertorio antiguo como al nuevo. Aún así, mientras en las canciones nuevas hay un poco de todo, algunas merecen la pena: lo mejor de todo es la exuberante y energética "Animal"; tampoco desmerece la luminosa "The Great Beyond", que aparecía en la banda sonora de Man On the Moon y que tiene una melodía contagiosa y uno de esos textos de reafirmación de la vida que Michael Stipe escribe muy de vez en cuando. Incluso la reciente y un tanto decepcionante "Bad Day", una actualización de "It’s The End Of The World As We Know It (And I Feel Fine)", la interpretan con toda la bilis y toda la intención política con la que fue compuesta. 

          La interacción de las canciones antiguas con las nuevas muestra perfectamente la metamorfosis de Michael Stipe, que ha pasado de ser un soñador introvertido al más intenso y carismático líder del rock americano actual, con una voz que muestra tanto rabia como una calidez inhabitual en un hombre de mediana edad como él. Sus movimientos epilépticos parecen haber dado paso a una actuación más controlada, en la que todo el cuerpo participa. A su lado, Peter Buck mantiene su estudiada pose dirigiéndolo todo, al tiempo que mueve energéticamente sus manos sobre el mástil de su guitarra. 

          Hay muchos momentos para el recuerdo. La siempre sorprendente "Drive", con el característico bajo oscilante de Mike Mills sobre la melodía melancólica. Una interpretación emocionante de "Daysleeper", esa perfecta oda al desencuentro con los tiempos modernos y que contiene un piano que parece acariciar una nana. E, incluso aunque deben estar hartos a estas alturas de ella, "Losing My Religion" todavía parece la mejor canción pop jamás escrita. Otras muestran alguna variación sobre la versión original, como "Nightswimming", "Electrolite" -con su piano jazz- o "She Just Wants To Be" -en una rendición catártica-. Lo mejor de todo es "Walk Unafraid", el punto álgido de Up y que se muestra aquí una estremecedora versión. 

          A medida que el sol se va ocultando, el espectáculo decae un tanto, como, por ejemplo, en "At My Most Beautiful" -homenaje descarado a los Beach Boys-, "Man On The Moon" o "Everybody Hurts", una canción tan usada en todo tipo de causas que parece haber perdido ya su contenido emocional -tampoco los mecheros encendidos ayudan-. Al final, el grupo levanta el show con el himno que ya es "Country Feedback" -la favorita de los seguidores de REM- y con la recuperación de "So Fast, So Numb". 

          El cierre no podía ser más previsible, con "It’s The End Of The World As We Know It (And I Feel Fine)", aunque también hay que tener en cuenta hace años que ya no la utilizaban para cerrar sus conciertos. Aquí no enseñan los dientes como hacían en Road Movie, pero, dentro de su contrastado buen hacer, hay suficientes elementos como para atraer tanto a los novatos como a todos aquellos que han escuchado sus canciones tantas veces al menos como ellos las han interpretado. 

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA ARTÍCULO BOXEO Y ROCK

ULTRASÓNICA ARTÍCULO BOXEO Y ROCK

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ARTÍCULOS 2004


Rock’n’ring, golpes con ritmo

The Beatles con Muhammad Ali

El boxeo y la música han sido como la mano para el guante durante años, tal vez porque comparten más de lo que  quisieran: competición intensa, una industria que exprime al máximo el talento y luego lo abandona, la posibilidad del éxito rápido y dinero fácil y la casi seguridad de que a nadie le interesarás cuando estés abajo y tirado. 

Boxeadores que intentaron cantar

De esa estrecha y particular relación, tal vez el momento más recordado sea “Hurricane”, la canción que Bob Dylan compuso para apoyar la liberación del peso medio Rubin Carter y que dio lugar, años después, a una película interpretada por Denzel Washington. Aquel boxeador había sido encarcelado después de ser dudosamente acusado de matar a tres hombres blancos en un bar, convirtiéndose en uno de los casos judiciales más famosos por su haber derivado en una causa racial.

El boxeador más conocido de todos los tiempos, Cassius Clay -Muhammad Ali- contribuyó a la causa subiéndose al escenario en la gira Rolling Thunder Revue de Bob Dylan de 1975. Seguramente su aparición fue más celebrada que el único disco que editó, I Am The Greatest Soy el más grande-.

Joe Frazier, uno de sus clásicos adversarios, también lo intentó, sin mucho éxito, con una versión del “Knock On Wood” con un grupo que llamó Smokin’ Joe And The Knockouts -Joe Fumador y los Noqueadores-. Más suerte tuvo el púgil Joe Louis, con una decente carrera musical, en especial con “You Can Run But You Can’t Hide”, una canción basada en una de sus recomendaciones a un oponente, Billy Conn. 

La atracción de Ali

Bob Dylan era un gran aficionado al boxeo y no perdió ocasión de recordarlo dedicándole elogios a Ali en más de una ocasión. Además de “Hurricane”, también compuso la canción “Who Killed Davey Moore?”, un acertado retrato del lado más oscuro del boxeo.

Pero Muhammad Ali tuvo más de un admirador en el mundo de la música. Aunque Frank Sinatra era más amigo y seguidor de Rocky Marciano, y aunque compró una participación en los negocios del boxeador Tony Mauriello, no desaprovechó la oportunidad de acudir al Madison Square Garden en 1971 para fotografiar a Ali  en su pelea con Joe Frazier para la portada y un reportaje especial de la revista Life.

Tampoco Elvis Presley se resistió a los encantos de Muhammad Ali. En el 73 fue él el presentador del boxeador en una de sus peleas, en la que éste se presentó con un bata blanca que decía “El campeón de la gente”. A Elvis le gustaba el mundo del ring, y así lo pudo demostrar en su película de 1962 Kid Galahad.

Músicos que intentaron boxear

Ninguno de los tres grandes de la música se lanzaron al cuadrilátero, pero otros músicos sí. Bo Diddley se hizo un nombre en el circuito juvenil mientras que el capo del sello Motown, Berry Gordy, peleó profesionalmente como peso mosca en 15 combates, antes de que su carrera se viera truncada por el Ejército. No iba mal encaminado, ya que su entrenador se pasó luego a llevar la carrera del recordado Joe Frazier.

Uno de los sparring de Berry Gordy fue Jackie Wilson. Durante un tiempo peleó como peso welter, ganando algún título, hasta que su madre, cansada de las cicatrices, lo convenció de que se dedicase a la música. Curiosamente, fue su reunión con Berry Gordy para componer “Reet Petite” lo que inició su fulgurante carrera en el soul.

Marvin Gaye, desencantado de la música a finales de los 60, se ofreció como jugador profesional de fútbol a los Lions de Detroit cuando tenía 31 años, pero, al ser rechazado, se decidió por el boxeo. Durante meses entrenó en el gimnasio de su ciudad hasta que decidió grabar What’s Going On y abandonar los guantes definitivamente.

James Brown podía haberse convertido en el padrino del pugilismo, y no del soul, si hubiese continuado con su carrera tras ganar las tres peleas en las que participó como profesional. Al ver a Little Richard encima de un escenario todo cambió. Irónicamente, cuando estaba casi olvidado, a principios de los 80, su canción “Living In America” para la película Rocky IV le dio su mayor éxito en 20 años.

En Jamaica, el boxeo tuvo siempre una atracción similar al reggae, y muchos músicos se sintieron atraídos por el ring, como, por ejemplo, el legendario Prince Buster o el mítico productor Lee ‘Scratch’ Perry, quien en sus días de púgil era conocido como ‘Little’ Perry.

Pero no sólo los músicos de color se acercaron al boxeo. La afición fue más allá de las portadas pugilísticas de músicos blancos como, por ejemplo, Let’s Dance de David Bowie, Flamingo’s de Enrique Bunbury o Peace & Love de The Pogues. Billy Joel dividió los primeros años de su carrera entre el piano y el ring. En su momento admitió que lo que le había llamado la atención era la imagen varonil del boxeo, aunque lo abandonó al descubrir que no tenía el instinto matador y después de que le rompiesen la nariz en uno de sus 22 combates.

También Chris Isaak comenzó como campeón juvenil del peso ligero, antes de aceptar una beca para marchar a Japón un par de años y descubrir que lo que realmente echaba de menos eran los primeros tiempos del rock’n’roll.

En estos últimos años se ha establecido una curiosa relación entre el rap y el mundo del boxeo. Public Enemy ya hablaban de uno de sus ídolos, Muhammad Ali, en el “Timebomb” de su debut Yo! Bumrush The Show. Mike Tyson sirvió de inspiración a “I’m Bad” de LL Cool J y a “I Think I Can Beat Mike Tyson” de Jazzy Jeff and The Fresh Prince. Pero a Tyson el grupo que realmente le gustaba era Public Enemy. En uno de sus mantos escribió el conocido “Don’t Believe The Hype” de Public Enemy y en el 89 se negó a pelear si, en lugar del himno nacional, no sonaba antes del combate el “Fight The Power” del mismo grupo. 

Canciones para una velada en el ring:  

         Bee Gees: “Saved By The Bell”

         Big Youth: “George Foreman”

         Bob Dylan: “Hurricane”

         Dennis Alcapone: “Cassius Clay”

         Elvis Costello: “TKO”

         Everything But The Girl: “Boxing And Pop Music”

         Georgie Fame: “The Ali Shuffle”

         Hazel: “Joe Louis Punch Out”

         Jo Boxers: “Boxer Beat”

         Johnny Wakelin: “Black Superman (Muhammad Ali)”

         Simon And Garfunkel: “The Boxer”

         The Supremes: “You Beat Me To The Punch”

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTÍCULO RESUMEN DEL 2003

ARTÍCULOS 2004

Resumen del 2003: De guitarras y otras cosas

Johnny Cash

En estos últimos meses, la industria musical, una vez vistas las fauces del lobo, ha optado por la fusión entre las multinacionales. Por ahora, tanto la Unión Europea como los Estados Unidos observan el proceso con mucho detenimiento y, casi con total seguridad, acabarán por no permitirse más uniones en aras de la libre competencia. Así que no queda más que imaginación para combatir la tan cacareada crisis.

El 2003 ha sido un año que confirma lo que viene sucediendo una temporada tras otra: se editan más discos que nunca, hay cada vez más conciertos, pero quedan muy pocos canales para difundir lo que verdaderamente merece la pena. Separar la paja del grano es ya casi una tarea heroica y, aún así, unos cuantos artistas siguen editando discos sobresalientes.

Entre los veteranos, un buen número ha cumplido y poco más: David Bowie, Neil Young, Elvis Costello, Lou Reed, Rickie Lee Jones o Iggy Pop añadieron discos dignos a su colección, pero ninguno desbancará a sus clásicos. Otros veteranos como Al Green, Elliott Murphy o Robert Wyatt sí publicaron álbumes que dejarán huella. También artistas como Joe Strummer, Nick Cave, Lloyd Cole o Ian McCulloch, que iniciaron su carrera a finales de los 70 y principios de los 80, tiraron de su libro de estilo para recuperar lo mejor de sí mismos durante el 2003.

Sin embargo, lo mejor del año tal vez haya que acreditárselo al desaparecido Johnny Cash con Unearthed, una caja de cinco compactos con parte del material registrado en los últimos años en sus celebradas sesiones con el productor y mecenas Rick Rubin, caja que se publicó a finales del mes de diciembre de tapadillo en España y con escasas copias. Calificarlo de estremecedor es poco.

Por su parte, las guitarras volvieron a brillar en los últimos doce meses. Ya van tres años de cobertura masiva en los medios que prestan atención a este tipo de música y parece que la moda no tiene fin. Como dato llamativo, significar que la mayoría de nombres reseñables vienen del otro lado del Atlántico: The Strokes, The White Stripes, My Morning Jacket, Death Cab For Cutie, The Rapture, The Jayhawks, Kings Of Leon, Calexico, Yeah, Yeah, Yeahs… Tan sólo Radiohead o la reencarnación garajera de Spiritualized cubrieron el decepcionante expediente en las Islas Británicas.

En el mundo del pop merece la pena destacar los discos editados por Belle & Sebastian, The Thrills, The Postal Service, Josh Rouse, Tahiti 80 o The Sleepy Jackson. Sin embargo, la mayor novedad es una creciente presencia de cantautores que inician su trayectoria con resultados admirables en casi todos los casos. Entre los debutantes se contaron Damien Rice, Tom McRae, Adam Masterson o la extraordinaria Dayna Kurtz, mujer de una voz inigualable y con un futuro portentoso por delante. Ed Harcourt y Richard Hawley contribuyeron a la causa con sus respectivos segundos álbumes.

La electrónica, definitivamente desaparecida de las primeras planas, ha vuelto al underground. Tan sólo Junkie XL, Richard X, LFO, Bent o Basement Jaxx intentaron el asalto a las listas. Y del estilo que vende más en los Estados Unidos, el hip-hop, pueden resaltarse las aportaciones de Gang Starr y Outkast, junto a la versión inglesa y más callejera de Dizzee Rascal.

Desde Francia nos llegó también la recuperación de la chanson a través de elementos más actuales. Si en años anteriores fueron Coralie Clement o Karen Ann los nombres que se embarcaron en esta aventura, ambas bajo la protección de Benjamin Biolay, este año han sido el propio Biolay con su segundo álbum, Jacques Dutronic o la modelo Carla Bruni, aunque en este último caso con la sencillez y la desnudez instrumental como medios.

Fuera de estos ámbitos, sorprendió en el 2003 la irrupción de la malinesa Rokia Traore, el primer álbum en conjunto de las estrellas brasileñas Arnaldo Antunes, Carlinhos Brown y Marisa Monte bajo el nombre de Tribalistas, la repercusión de la gallega Mercedes Peón fuera de nuestras fronteras, el debut de Oi Va Voi o la colaboración de Ry Cooder con Manuel Galbán.

Ya en nuestro Estado, parece que se impone definitivamente la canción en castellano. Tal vez los artistas que se expresan en nuestro idioma no sean mayoría, pero sí son los que sacan mejor partido a sus canciones. Entre ellos, Nacho Vegas, Refree, La Buena Vida o Pauline en la playa han dejado discos para el recuerdo. Las propuestas más arriesgadas de El columpio asesino o Roty 340 merecen también atención.

Junto a ellos, el rap deparó grandes discos de La Mala Rodríguez o La Excepción. En este ámbito, la mayor sorpresa vino con la aparición de artistas como Eddine Said, Silvia Amal, Sulman, Dlux, Dnoe o Las Niñas que intentaron adaptar el r’n’b o soul moderno al castellano.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTÍCULO DAYNA KURTZ

ARTÍCULOS 2004

Dayna Kurtz, el primer vals

Postcards From Downtown (CD, Dock);

Postcards From Amsterdam (DVD, Dock);

Beautiful Yesterday (CD, Munich-Dock)

“Sé cómo encajar toda clase de ofertas despiadadas…” (“Postcards From Downtown”)

Si alguien nos pidiese que citásemos un artista que abarcase en su obra todo lo mejor de la música del siglo pasado, no lo deberíamos dudar ni un segundo: Dayna Kurtz. Y eso que estamos hablando de una mujer que sólo tiene publicado un disco, Postcards From Dowtown, del año pasado.

¿Cómo es posible? Ella diría que Postcards From Downtown es su primer álbum, aunque, si se indaga un poco más, podríamos discutirlo. Hay seguidores que guardan celosamente alguna grabación en directo; otras se pueden encontrar en páginas de subastas de Internet. Parece ser que existen, también, diversas casetes de sesiones registradas con distintos músicos y productores como Bob Power (D’Angelo, Me’shell N’degeOcello, Erykah Badu) o Craig Street (Cassandra Wilson, Joe Henry, kd Lang). Además, en la propia web de la cantante hay a la venta una grabación de un recital titulado Otherwise Luscious Life.

Todo esto quiere decir que Dayna Kurtz no es una recién llegada. Es más, lleva más de diez años dando conciertos y siguiendo la estela de los músicos de antes de que apareciera el registro sonoro: dar a conocer sus canciones y exponerlas al público. La edición de discos ha sido, hasta ahora, secundario, ni tan siquiera una meta.

Esta mujer, que se define a sí misma como un “animal de carretera” ha pasado esta última década conociendo las pequeñas salas de conciertos de su país y sus ciudades, recorriéndolo en coches de segunda mano y enfrentándose a audiencias ruidosas que no sabían quién era, pero a las que conseguía acallar desde la primera canción. Ha hecho giras sola y abriendo para otros artistas como Chris Whitley, Richie Havens, B.B. King o Ladysmith Black Mambazo.

Ya en 1997, sus compañeros, alertados por lo que se avecinaba, la eligieron mejor compositora del año y la compañía Bug Music (Johnny Cash, Ryan Adams, Buddy Guy, Los Lobos, Wilco) se hizo con los derechos de edición de sus canciones, aunque ella prefirió seguir con sus recitales o retirada en el molino en el que vive y encuentra inspiración, en una ciudad al norte del Estado de Jersey.

Si representa tan bien la música del último siglo, es porque su voz tiene el calor y el compás de las viejas divas del jazz, como Billie Holiday, Betty Carter o Nina Simone, del blues, como Bessie Smith, o del soul, como Aretha Franklin. A ello se le debe añadir el efecto dramático que sólo Tom Waits o Marianne Faithfull poseen, la belleza de los textos de Suzanne Vega, el ingenio poético de Leonard Cohen, la intensidad de Jeff Buckley y Van Morrison, ecos de Patti Smith, Laura Nyro, Joni Mitchell…

Pero, por mucho que evoque a otros, Dayna Kurtz no suena a nadie más. Además, es una excelente guitarrista, intercalando sus textos en unas melodías a ratos lánguidas, en otras ocasiones desgarradas. En los últimos tiempos le ha añadido a sus canciones el color de una guitarra slide, con lo que sus canciones se han reforzado.

En Postcards From Downtown, el álbum que la presenta en sociedad, despliega todo su arsenal. Desde el estribillo lleno de rabia de “Miss Liberty” al emocionante blues de “Last Good Taste”, del contagioso vals “Fred Astaire” a la balada country “Just Like Jack”, Dayna Kurtz utiliza su amplio registro vocal y su desbordante guitarra para mostrarse en todo su esplendor.

Hasta ahora Dayna Kurtz puede haber sido el secreto mejor guardado de la música americana, pero con Postcards From Downtown el secreto se ha revelado en toda su magnitud a todo aquel que quiera descubrirlo. Lo que hace de este disco algo tan especial no es sólo su voz y su guitarra, sino su habilidad para contar historias y para escoger los instrumentos adecuados para que emitan los sonidos más adecuados en el momento justo. Lo que sitúa a Postcards From Downtown en una liga diferente es que, como las mejores novelas negras americanas, puede olerse, saborearse y sentirse.

Está impregnado de peligro, sexo voraz y personajes desquiciados que protagonizan cada una de sus postales dando vida a un paisaje de confusión doloroso. La tensión que se apodera de la atmósfera desde que suena el violonchelo de la canción que lo abre, “Fred Astaire”, nunca decae. Los protagonistas de sus canciones se muestran desesperados, buscando alguien o algo a lo que agarrarse, aunque la mayor parte del tiempo sólo consiguen asirse al fino aire. Algunas veces, incluso acaban ahogándose con sus botas puestas, como en “Somebody Leave A Light On.”

Por suerte, una vez que se ha descubierto parece que no va a volver a desaparecer durante tanto tiempo. Recientemente acaba de editarse un DVD titulado Postcards From Ámsterdam que incluye la actuación que el pasado 5 de junio ofreció en la Sala Paradiso de Ámsterdam. El recital fue grabado por técnicos holandeses -conviene recordar que, hasta el momento, ése es el país en el que mejor respuesta encuentra- y, junto a sus habituales Dave Richards al bajo y Randy Crafton a la batería, aparece el músico holandés Roel Spanjers tocando teclado y acordeón.

Por si fuera poco, está recién editado su segundo disco oficial, Beautiful Yesterday. En él, Dayna Kurtz acude tanto a las canciones compuestas por ella, emocionantes una vez más, como a las versiones de gente tan distinta como Leonard Cohen, Prince o Billie Holiday. En todas, tanto las que mejor salen paradas del envite como aquellas que le quedan más lejanas, sorprende, y eso es algo de lo que pocos artistas pueden presumir. Por lo tanto, parece viva la llama de contar con amigos, conocidos y autores de verdad, lejos de los oropeles, y seguir siendo el secreto más estimulante de la música norteamericana actual sólo al alcance de quien va más allá.

Xavier Valiño

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