CAMPUS GALICIA ENTREVISTA ERLEND OYE

ENTREVISTAS 2003

Erlend Oye, viaje alrededor del mundo en unas semanas

Puede que no conozcas a Erlend Oye, el noruego con gafas que forma parte de Kings Of Convenience. A veces cantante folk, y otras parte de una entidad de baile, no sería extraño que después del verano, una vez haya participado en el Festival Internacional de Benicassim, su nombre esté en boca de todos. Unrest, su primer disco, en el que colabora con diez productores distintos de ciudades distintas, está ya editado.

Ahora vive en Berlín, aunque nació en Bergen, Noruega. Al principio, sus gustos tiraban a The Smiths y Red House Painters. Así conoció a Bergenite Eirik Glambek Boe, con el que formó Kings Of Convenience en 1998. Su primera idea fue componer canciones con dos guitarras y dos voces, lo que les llevó a Quiet Is The New Loud, editado a principios del 2001.

Poco después, Erlend sacó tiempo para trabajar en el debut de Royksopp, Melody AM, más cercano a la escena de baile, y que daría dos éxitos: “Remind Me” y “Poor Leno”. En ese momento surgió la necesidad de hacer algo más. “Me entró el deseo de escribir y grabar mucho más rápido,” comenta, “que, por ejemplo, con Kings Of Convenience, donde había demasiado perfeccionismo. Quería escribir canciones que reflejaran el aquí y ahora, mi estado de ánimo de este momento”.

Ahí apareció el plan: un disco, diez ciudades, diez canciones, diez productores. Un régimen estricto que dio forma a Unrest. La grabación llevó a Erlend de Bergen a Berlín, pasando por Barcelona, Roma, Rennes, Nueva York, Suecia o Finlandia, con la ayuda de algunos de los productores de música electrónica más innovadores del momento: Morgan Geist, Soviet, Schneider TM, Jolly Music, Bjorn Torske, Prefuse 73, Kompis, Mr. Velcrofastener, Minnitza y Kilogram.

El título del disco viene del deseo de explorar y la sensación de incomodidad que sufre si pasa mucho tiempo en un único lugar. “Da igual cuál sea el tipo de música que cante, ya que siempre le pongo algo de mi tristeza optimista, como un filtro amarillo a la vida con el que le doy la bienvenida a todo el mundo a mi particular mundo,” señala. “No se trata tanto de algo distinto a lo anterior, sino que me encanta actuar, bailar en un escenario, y esto me da la oportunidad de ser alguien diferente. Viajar y colaborar con gente nueva me permite respirar esas ciudades y asumirlas como mías. Me llena el deseo de unir todas esas ciudades y su gente. Es como ser capaz de escribir una página cada día en el diario de gente diferente”. O sea, parafraseando a George Clinton, “una nación bajo un ritmo”.

Erlend llevará Unrest a públicos distintos de varias formas o en varias encarnaciones, bien como Erlend el pinchadiscos, o como Erlend con su banda al completo, pero siempre será un Erlend inesperado. Apariciones de los últimos meses en lugares como el Festival Aquaplaning, Dugnad, Sonar o en la casa de alguien en el Este de Londres han mostrado todas las facetas que encierra su repertorio. “Quiero que me vean como un artista por lo que he hecho. La semana pasada estuve pinchando música en Portugal para 1500 personas, con seis compactos, un disco y un micrófono, y conseguir que todos bailaran fue uno de los mejores momentos de mi vida.”

Erlend también se ríe de aquellos que le acusan de subirse al carro de la música electrónica. “El carro del electro es un buen carro al que me acabo de subir,” dice con cierta sorna. “En serio, se trata de música excitante y eso es lo único que me importa. Tiene mucho que ver con el antiguo jefe de mi sello discográfico, Mikal Telle, que me ponía cosas que me inspiraron. Puede que no sean precisamente aquellos que siguen la escena de baile a quienes les guste mi disco, aunque yo espero que sí les guste.”

Así que, ¿cuál es su canción favorita? “Eso es como preguntarle a alguien a cuál de sus hijos ama más,” responde. “Este disco soy yo respondiendo a Hunting High And Low de A-Ha, la primera casete que compré en mi vida. Tiene gracia mirar hacia atrás y decir que hice lo que no hice. El ultimo corte del disco marca el final del viaje, pero en realidad no ha hecho más que empezar.”

Xavier Valiño

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