CAMPUS GALICIA ENTREVISTA CON MARS VOLTA

ENTREVISTAS 2003

The Mars Volta, duros y progresivos

En 1996 Julio Venegas, un artista de El Paso, Tejas, se suicidó. Era un espíritu libre y un provocador, “Definitivamente vivió su vida hasta el límite,” recuerda su amigo, Cedric Bixler Zavala. “Hacia el final, tenía muy mala pinta debido al coma. Su cuerpo era un mapa lleno de cicatrices y algunos de sus amigos le llamaban Frankenstein. Tenía unas marcas muy grandes en el cuello, moratones, golpes, y su brazo estaba destrozado por echarse veneno para ratas. Parecía una enciclopedia de cicatrices.”

Cuando Cedric cantaba en At The Drive-In, escribió una letra -“Embroglio”, perteneciente al disco Acrobatic Tenement de 1998- acerca de Venegas, quien se mató mientras el grupo estaba ensayando. “Creo que no fue justo lo que le pasó,” continúa. “Me sentí con ganas de dedicarle un disco entero.”

Aquel disco es De-Loused In The Comatorium, el primer álbum de The Mars Volta. De-Loused In The Comatorium contiene una hora de música irritable, sin miedos y pensativa, una celebración ficticia de la vida de Julio Venegas.

“El concepto del disco es la historia de un hombre que intenta suicidarse con una sobredosis de morfina. En vez de morir, cae en coma durante una semana, y vive experiencias fantásticas en sus sueños, batallas entre lo bueno y lo malo de su conciencia. Al final, se despierta del coma, pero elige morir.”

Un tema ambicioso y directo, pero ya hemos aprendido a esperarnos mucho de Cedric y de Omar Rodríguez-López, su compañero de faena. Como dice Omar: “Tenemos una ideología muy sólida, y una parte de ello consiste en tener las máximas ideas posibles para no quedarte estancado.”

En At The Drive-In, la lingüística de Cedric venía marcada por sus raíces en el post-hardcore. Ahora, la música se forma por palabras imaginativas y sin compromiso. De-Loused In The Comatorium incluye ocho canciones que pueden recordar a Led Zeppelin, Fugazi, Jane’s Addiction, Can, Santana, Spirit, Miles Davis… Y, ocasionalmente, a At The Drive-In.

Es sin duda alguna música progresiva: abierta en su género, sin miedo a la seriedad, y siempre con nuevas ideas en cada nota. “Supongo que el concepto de la música progresiva está un poco congelado,” dice Cedric. “Es lo viejo, lo que los chicos quieren que desaparezca. Yo sólo espero que la gente no piense que van a ver a un tío tocando los teclados sobre hielo. Tenemos los pies sobre la tierra, hay mucha estética punk envuelta.”

Para Cedric y Omar, The Mars Volta también representa una escapada, de alguna manera, ya que no se ven sometidos a ningún límite. Ya con la entrada del nuevo milenio, At The Drive-In fue uno de los grupos más dinámicos del planeta.

Volviendo de una gira europea a principios del 2001, Omar se sentía muy infeliz, aunque no tenía nada que ver con sus ideas políticas o sus expectativas, como se había dicho. “Estaba aburrido de la música que estábamos tocando,” se acuerda. “No parábamos de hacer los mismos discos. Fue muy bonito que nos prestaran atención con At The Drive-In, después de seis años, pero nos quedamos musicalmente vacíos, espiritualmente vacíos. Es importante saber empezar de nuevo, empezar de la nada y no temer exponerte a ti mismo.”

Al final, le contó a Cedric su interés en grupos experimentales. “La idea era tener un grupo sin limitaciones conceptuales. Ambos supimos que aquello supondría un gran sacrificio, muchos corazones rotos y un cambio en nuestras vidas. Aún así, ambos lo aceptamos con tal de no hacer sufrir a la música.”

Omar empezó a buscar a los músicos que necesitaban para The Mars Volta: Ikey Owens de The Long Beach Dub All-Stars, teclados, y Jon Theodore, un batería que tocó con Golden, al igual que Jeremy Ward, su amigo de De Facto, quien se convertiría en el miembro secreto del grupo, para manejar los samplers y los efectos detrás del escenario. “Fue genial tocar con personas con la misma visión,” continúa, “una influencia que siempre ha formado parte de At The Drive-In.” Jeremy Ward, lamentablemente, falleció en mayo de 2003, tan sólo unas semanas antes de la edición de este primer disco.

Gracias a su propio sello, Gold Standard Laboratories, y una serie de conciertos consiguieron atraer la atención de Rick Rubin, productor, de Flea, que tocó el bajo, y de su viejo amigo John Frusciante, otro miembro de los Red Hot Chili Peppers, quien colaboró con su guitarra en “Cicatriz”.

A finales del año pasado, The Mars Volta se instalaron en la casa de Rubin, en Laurel Canyon, una casa con una “presencia muy fuerte”, según Omar, y empezaron a grabar De-Loused In The Comatorium. El resultado es este disco tan apasionado, elaborado e inventivo, uno de esos discos en el que la música está presente de una forma muy emocional.

“Creo que nos costó muchas vueltas,” admite Cedric, “pero todos mis discos favoritos son así.” Parece que The Mars Volta le piden mucho a la música, y saben que no son los únicos. “Nuestra música no es nada del otro mundo, pero tampoco somos marcianos,” reconoce Omar, modestamente. “Sí nosotros lo hemos conseguido, habrá otros que también lo consigan.”

Xavier Valiño

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