CAMPUS GALICIA ENTREVISTA CON IDLEWILD

ENTREVISTAS 2003

Idlewild, populismo positivo

Es la historia de cuatro jóvenes que se mueven mucho y de lo que hacen de camino. Entre los cuatro forman un grupo de rock en Escocia llamado Idlewild. Ahora pasemos a principios del 2001. Idlewild está empezando a grabar lo que se convertirá en su nuevo disco, The Remote Part, el que probablemente te encuentres escuchando en este preciso instante.

El grupo trabaja junto al productor Stephen Street (conocido por su trabajo junto a The Smiths y Blur) y la verdad es que las cosas no les iban del todo bien. Los temas parecían más bien prolongaciones de sus trabajos anteriores, lo cual tampoco era muy sorprendente, porque muchos de ellos eran restos de las sesiones de 100 Broken Windows o fueron compuestos inmediatamente después de su edición.

Entonces, y de forma bastante fortuita, les emplazaron para salir de gira por Estados Unidos en marzo. Tras las críticas favorables que mereció aquel disco anterior, la gira fue un éxito completo de taquilla, para sorpresa del grupo. Pronto volvieron a tocar en locales más grandes. Aparecieron en los programas de máxima audiencia de la televisión estadounidense, como los de David Letterman y Conan O’Brien. Se empezó a planear la tercera gira por Estados Unidos del grupo para finales de julio y el humor colectivo de la banda, pesimista e incierto durante su trabajo junto a Street, comenzó a modificarse gradual pero significativamente.

“Creo que siempre hemos tenido una especie de falta de seguridad en torno a ciertas cosas, pero eso también es bastante saludable. Cuando te has criado escuchando a un montón de grupos americanos y les has visto actuar… La verdad es que van mucho más sobrados que muchos grupos británicos. Son grupos en condiciones, no en proceso de definición. Ahora, cuando vamos a Estados Unidos, ya parecemos un grupo de verdad, pero los periodistas y los fans de por aquí nos vieron cuando teníamos tan solo 19 años, haciendo el ganso sobre los escenarios. Volvimos a plantearnos qué era lo que queríamos hacer con el grupo y los discos, sobre todo después de haber grabado siete temas en enero y febrero y habernos dado cuenta que no íbamos a lograr nada nuevo.”

Así opina el vocalista y letrista de, Idlewild, Roddy Woomble, quien se nos presenta junto al guitarrista Rod Jones para echarnos un cable, sugerirnos algunos caminos y quizás avisarnos de la existencia de posibles baches. La claridad de sus palabras procede de la que algunos considerarían una fuente inverosímil. Resulta que Lenny Kaye, gurú de la nueva ola estadounidense gracias a su pertenencia al grupo de Patti Smith (además de su recopilatorios fundamentales de la serie Nuggets, con temas clásicos de la era garage y psicodélica, perdidos o recónditos hasta entonces), era fan de Idlewild. Alguien de Capitol, sorprendido sin duda de que al fin se hubieran decidido a editar un disco suyo en Estados Unidos y sabedor de que los preparativos de su siguiente trabajo se habían estancado, sugirió que pasasen seis días en el estudio junto a Kaye en Nueva York.

“Independientemente de que pudiera salir algo en claro de aquella experiencia, pensaron que sería una buena idea pasar un tiempo junto a él”, explica Roddy, “y lo fue; es uno de los tíos más inspiradores que jamás he conocido. Tiene una conexión absoluta con la música. Ya sabes, el calvinismo nunca murió en Escocia, nosotros nos avergonzamos de todo a escondidas, pero Lenny no, y aunque pueda parecer un tópico, en cierto modo nos abrió la mente y nuestra actitud hacia los temas que estábamos componiendo. Básicamente, la música con la que crecimos se reduce a estrofa-estribillo-estrofa-estribillo, y está claro que está más que trillado, pero precisamente por eso puede regenerarse rápidamente”.

“Lenny nos dijo que si la gente es interesante, entonces su música también lo será. Y si no tienes nada que decir, entonces, ¿para qué decir nada? Es muy fácil si te pones a pensar en ello. Sobre todo en el caso de las letras: siempre he sido un poco evasivo llegados ciertos momentos. Y esta vez examinó todas las letras que yo había compuesto, algo que nadie había hecho hasta la fecha desde el punto de vista de la producción, y simplemente me dijo: Oye ¿de qué se supone que van? ¿Qué significa eso? Nos reunió a todos y me hizo replantearme cómo componer temas. ¡Intenta expresar las ideas de modo que signifiquen algo! Es lo de siempre, no era ninguna idea radical, pero cuando alguien como Lenny Kaye te lo explica, de pronto tiene todo el sentido del mundo”.

Al final, la tercera gira estadounidense del año de Idlewild tuvo que ser cancelada porque Rod Jones cayó enfermo. Pero su breve estancia veraniega en Nueva York había servido de algo. Regresaron a Escocia resueltos a deshacerse del trabajo realizado junto a Stephen Street y empezar desde cero. Después de esperar dos semanas a que Rod se recuperara, se prepararon para emprender de nuevo sus viajes. En esta ocasión, su destino estaría más cerca de casa, aunque nada parecido a lo que estos jóvenes escoceses asiduos a los locales de moda escoceses metropolitanos estaban acostumbrados.

Incluso en los mapas más precisos de los Highlands del noroeste de Escocia, Inchnadamph es poco más que una mota. Cuarenta kilómetros al norte de Ullapool, en el corazón de la desértica región de Assynt, en Sutherland, cuenta con unas pocas granjas pequeñas, casitas, un centro para jóvenes y un hotel. Aquí fue donde Idlewild se retiró durante dos semanas y donde compuso el grueso de su nuevo trabajo. Lejos de las distracciones de su territorio urbano, amigos, pubs, lo típico, y con las inspiradoras lecciones de Lenny Kaye aún retumbando en sus mentes, compusieron un total de 20 temas, completos o no. “Lo pasamos muy bien, bastante concentrados, a menudo bastante borrachos, pero con un objetivo definido”, explica Roddy, “y fue muy divertido. Tuvimos la ocasión de conocer a los lugareños. No estoy intentando dibujar una especie de imagen idílica de la vida en los Highlands. Pero por aquel entonces era perfecto.”

Así, preparados por Kaye e impulsados por Inchnadamph, Idlewild se reunieron con su colega Dave Eringa para preparar la versión final de su nuevo disco. “Parecía muy lógico grabar el nuevo álbum junto a Dave, ya que entiende al grupo mejor que nadie, y además conocía todas nuestras razones antes de empezar a grabar”.

Uno de los dos temas que trabajaron con Lenny Kaye se recortó de sus épicos siete minutos iniciales para convertirse en “American English” que, para Roddy, se trata “quizás del mejor tema que jamás hayamos compuesto. Con una narración posible de seguir, no se apoya en su dinámica, sino en su potencia, que va creciendo y creciendo”.

Todos los temas fueron compuestos en guitarras acústicas, incluso los más enérgicos. “Es mucho más fácil componer buenas melodías cuando tienes la ocasión de escuchar lo que estás haciendo”, explica Rod.

Roddy añade por último: “Este disco es auténticamente populista. No tiene que ser necesariamente de esta o de aquella manera. Es, sencillamente, para todo el mundo. No es negativo, tampoco positivo, simplemente arroja las dudas que nos embargan, y este balance de todo y nada es lo que llevábamos tiempo intentando encontrar; creo que con este disco hemos llegado a ese punto en el que podemos ver esa línea divisoria y abarcarla”.

Xavier Valiño

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