CAMPUS GALICIA ENTREVISTA CON BETH ORTON

ENTREVISTAS 2002

Beth Orton, cielo de cemento

Mientras crecía en Norfolk, Inglaterra, Beth Orton llevaba una vida muy distinta a la de sus hermanos. Al tiempo que ellos asistían a conciertos de grupos punk, ella se mantenía ocupada escribiendo poemas y tocando la guitarra. Poco a poco, las canciones comenzaron a florecer. En el momento en que conoció al pionero de la música electrónica William Orbit -quien acercó a Madonna al futuro en Ray of Light- y a los Chemical Brothers, su composición había madurado definitivamente. Además de colaboraciones en discos de gente como los propios hermanos químicos, sus dos primeros discos son piezas muy especiales de la electrónica folk. Ahora llega Daybreaker, el disco que la acercará al gran público.

¿No te interesaba la música de los años de tu adolescencia?

– No mucho. Lo que a mí me interesaba era Saint Etienne y Primal Scream. Estos últimos consiguieron enervarme; casi me asustaban con sus discos. Uno de los discos que mis padres ponían constantemente mientras crecía era Revolver de los Beatles. También me daba miedo, porque es la clase de música que te hace esconderte detrás del sofá. Te intriga y quieres saber más de ello, pero no estás segura si deberías. Al mismo tiempo, conocí a William Orbit y nos hicimos amigos. No era que siguiera su música, que me parecía demasiado pop, pero me gustaba su compañía.

¿Cómo empezaste a interpretar tus canciones?

– William Orbit me hizo recitar primero y, después de unas copas, empecé a cantar. Así entré en la escena de baile. Los Chemical Brothers oyeron mi colaboración con Red Snapper y me pidieron cantar para ellos. Al mismo tiempo, quería escribir mis propias canciones. Tenía gracia: trabajaba con productores de música de baile y escribía canciones acústicas.

Por lo tanto, lo que llaman folktronica en relación con tu música parece muy natural.

– No era ni una cosa ni la otra cuando crecía. Mis hermanos creían que vivía en cuentos de hadas, escribiendo poesías, alejada del mundo real. Pero yo conocía cosas que ellos no sabían. Vivía otra vida. La gente siempre tiene vidas secretas. Al final se me conocía como la persona a la que siempre le dicen que se calle la boca.

¿Qué te llevó a la música de Ryan Adams y cómo fue vuestro encuentro?

– Pasé una mala etapa y encontré una belleza y una experiencia increíbles en su disco Heartbreaker. Pensé que tendría 40 años. Me enganché a la verdad de su voz. Sus palabras y sus melodías me parecieron muy originales. Más que escucharlo con mi mente, lo escuchaba con mi corazón. Después, cuando lo conocí, pensé que era un gilipollas, un estúpido americano. No pretendo ofenderle, ni creo que él se sienta ofendido porque lo diga. Ya en el estudio me pareció maravilloso. La conexión musical fue muy fuerte, algo obvio cuando escuchas las canciones. Conecté inmediatamente con la canción “This One’s Gonna Bruise.”

Parece escrita por ti, aunque supongo que la escribiría contigo en la cabeza.

– Sí, por eso quería que la cantara yo, aunque creo que la compuso para otra chica.

¿Cómo fue trabajar con Johnny Marr?

– A mediados de los 80, los Smiths estaban en todas partes en Inglaterra. Lo mío con ellos era una relación de amor-odio. A Johnny Marr lo conocí en un hotel. Empezamos a hablar, sin saber quién era. Sólo después de un buen rato me enteré. Pero ya habíamos conectado bien. Acabamos la noche con unas botellas de vino y unas guitarras cantando.

¿Cómo te afectan todos estos concursos musicales televisivos?

– Lo han infectado todo. Es horroroso. La fama por la fama es algo nauseabundo. Quiero que mis ídolos sean como Elvis Presley, que estén ahí por una razón, porque han conseguido algo artísticamente, algo que yo no puedo conseguir. Aunque todo el mundo tiene derecho a experimentar sus 15 minutos de fama. Lo que sucede es que hoy todos quieren estar ahí por las razones equivocadas. A otro nivel, esta expansión de los ídolos pop es algo bueno porque conseguirá que los artistas que trabajan en el underground logren despuntar.

Por el tono del disco se diría que pasas mucho tiempo murmurando en los bosques.

– Una de mis fuentes principales de inspiración es tratar de unir la emoción y el paisaje. Lo veo como la misma cosa. También miro mucho al cielo, y canto. A veces me pregunto qué hay ahí. Cuando eres joven te dicen que Dios está allí, y hubo un tiempo en que no me gustaba demasiado. Parte del disco tiene una conciencia ecológica… Ahora mismo nuestro cielo está muy viciado.

¿Tienes mala suerte en el amor?

– No lo sé. He tenido relaciones muy buenas, pero también creo que espero demasiado. Trato de no experimentar con la gente que conozco, porque es algo personal. Las canciones verdaderas vienen de las experiencias de la vida real, no de orquestar situaciones que lleven a la inspiración. Trato de ser honesta. He vivido mis canciones y mis canciones me viven.

¿Algún malentendido por ello?

– Las relaciones con otras personas son privadas y si revelo cosas en las canciones, sólo yo lo sé. No sé siquiera si la otra persona lo sabría. Tuve un novio que decía que una serie de canciones hablaban de él y que debería de darle derechos de autor. Lo mandé a tomar por saco.

Xavier Valiño

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